2 / 14

0 0 0
                                    

Nadie decidió salir, todo y absolutamente todo esta solo, no se oía nada más que un silencio desgarrador. Mi madre solo daba vueltas por la sala, se sentaba y pensaba donde estaría su esposo ¿habrá logrado salir o no? Sus pensamientos retumbaban toda la cabaña. Max dormía y cada vez que despertaba jugaba con una consoló que había traído y volvía a dormir ese había sido su ciclo, yo en cambio miraba por la ventana y trataba de recordar todo, de encajarlo y hacer una imagen en mi mente de lo que veía y lo que podría haber más allá. La gran cabaña, quién podría estar ahí? Que se podría hacer o no hacer ahí dentro? Tantas preguntas y nada de respuestas. Una piedra contra la ventana hizo que saliera de mis pensamientos y tuviera un mini ataque cardiaco, vi por la ventana y ahí estaba Ángel, me llamo y baje.
—Discúlpame por interrumpirte. -Decía mientras se sentaba en las escaleras de entrada a la cabaña, a mi lado. —No importa, realmente no hacía mucho. -Me senté junto a él y dirigí mi vista de nuevo a lo que hace unos minutos veía por mi ventana. —Es que aquí hay una sala de juegos y según tengo entendido un mini cine, me gustaría ir contigo. -Dijo directo y sin rodeos pero también en un plan muy amigable. —Claro déjame ir por Max y... -Tomó mi mano interrumpiendo mi paso. –No Anna, me refería a ti y a mi solos. -Sonrío algo apenado. —Ah, claro pues vamos. -Dije no muy convencida.
El trayecto fue silencioso, era increíble la atención que me llamaba saber que tipo de familia podría vivir aquí y cuánto dinero tendrían para todo esto. Llegamos al sitio y no me sorprendió que fuéramos los únicos allí así que tomamos algunos snacks y entramos a la sala. Había una película ya reproduciéndose pero solo una persona, estaba sentada adelante de nosotros y podía percibir que era un chico, sus rulos se dejaban ver claramente pero no vas, no podía ver su rostro y nada más, llamo bastante mi atención por estar ahí solo. Cuando preste atención a la película era una película de algunos años atrás, al parecer una comedia romántica la cual era muy conocida y algo cliché. Como a los 10 minutos de haber entrado ya Ángel estaba dormido y la bebida se había acabado así que salí por más.
—Pagarás por eso? -Escuché una voz masculina decir, algo grave y lenta al hablar. —Disculpa? -Dije mientras giraba rápidamente y me encontraba con una mirada algo juguetona. —Creo que debes cancelar por eso. -Señaló con su dedo el vaso que había dejado en la máquina dispensadora de bebida. -Oh si, claro sólo... —Me interrumpió riendo, negó y se acercó a mi poniendo su mano sobre la mía en signo de calma. —Es broma, todo lo que puedas ver aquí esta a tu disposición. -Dijo alejándose un poco y sonriendo. Era un chico un poco más alto que yo, delgado y de ojos claros como verdes tenía esos rulos que había visto por sobre su asiento y una sonrisa encantadora. —Mi nombre es Harrison pero tú simplemente puedes llamarme Harry. -Dijo mientras me guiñaba un ojo, coloqué mi cabello detrás de mi oreja y extendí mi mano. —El mío Anna pero tú puedes llamarme Ann. -Sonreí y el acepto mi mano. —Bueno Ann, es un placer. -El momento fue interrumpido por Ángel, algo confundido por la situación y el sueño que tenia, se acercó y se puso a mi lado. —Ángel él es Harrison. -Ambos se tomaron de la mano y Harry sonrío amablemente. —Bueno los dejo tortolitos. -Harry rió y se alejo de nosotros despidiéndose con su mano, no pude ni decirle que no éramos nada cuando ya había desaparecido.
Ángel me dejo en mi casa de nuevo y yo fui directo a la cama a ahogarme en mis propios pensamientos. Automáticamente Harry me pareció alguien muy simpático y claramente guapo, quería saber más de él pero la idea de que si el quería saber más de mi hizo que dejara esos pensamientos a un lado. Oí un ruido en la cocina y vi a mi madre con una radio en sus manos tratando de encenderla o algo así.
—Que sucede mamá? -Le pregunto acercándome a ella con bastante preocupación, me posé detrás de ella e intenté ver que hacía. —Salí, el auto de tu padre sigue allí pero no hay rastro de el ni de sus llaves, el auto estaba abierto. -Decía con mucho nerviosismo mientras intentaba encender el radio. —Debemos saber que pasa afuera. -Encendió el radio y caminaba al rededor de la casa en busca de señal pero luego de varios minutos no consiguió nada. —Debes calmarte... -Le dije pero se acercó a mi con bastante frustración en su rostro y enojo. —No vuelvas a repetir que me calme. -Puso su dedo frente a mi y se dio vuelta para ir a su habitación.
Todo esto estaba fuera de control y lo peor de todo es que no sabíamos de verdad que había pasado pero en éste lugar solo nos querían pintar un ambiente de tranquilidad.

Trip... {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora