4 / 14

0 0 0
                                    

El precioso sitio de vacaciones se había convertido en un infierno y yo no sabía que pensar, que hacer o que decir. Mientras veía por mi ventana pude a ver a Harry pasar frene a mi cabaña como buscando algo, no sé porqué pero sonreí y baje, necesita una distracción. Al salir Harry me vio inmediatamente y sonrió como si lo que estuviese buscando fuese a mí. —Ann! -Dijo y se acercó a mi dándome un cálido abrazo. —Que sorpresa la verdad, se me hacía raro no haberte visto estos días. -Dijo ya en frente de mi posicionando sus manos en sus caderas. —No han sido fáciles la verdad. -Dije intentado sonreír pero fue un intento fallido. —Que ha sucedido? -Dijo mirándome buscando la respuesta a través de mis ojos. Cuando se dio cuenta de que se trataba me abrazo de nuevo. —Ann no me imaginé que fueses tú, lo siento muchísimo por tu padre, esto es un infierno. -Dijo todo tan rápido que apenas lo entendía pero fue tierno, se separó y me invitó a caminar. Luego de un momento de silencio tomé confianza y hablé. —Harry lo que no entiendo es que le sucedió, hay muchas cosas extrañas detrás y de verdad aquí nadie nos da respuestas, ni siquiera de que sucede allá afuera. -El se notaba incómodo, tenía sus manos detrás juntas y caminaba mirando al piso. —Sucede algo? -Pregunté. —Yo tampoco entiendo Ann, todo es muy confuso también para mi y realmente no sé qué decirte. -Se detuvo y en su cara demostró compasión. —Te llevaré un buen lugar.
Me dispuse a seguirlo y caminamos aproximadamente quince minutos, pasamos muchísimas áreas que ni siquiera había visto hasta que llevamos a algún tipo de pared de árboles, Harry tomo mi mano y nos adentramos, luego de todos esos árboles había un valle inmenso, solo grama y nada más, no se veía nada mas era como infinito.
—Da mucha paz la verdad. -Harry dijo admirando el lugar, yo solo estaba encantada de la belleza que tenía el sitio. El corrió un poco y se acostó en la grama, hizo una señal con su mano y corrió hacia el acostándome a su lado.
—Todo es muy confuso Ann, créeme que lo sé. -No quise preguntarle por qué pero sentí que lo decía con gran sinceridad así que solo disfruté el momento. —Podemos venir aquí siempre que quieras, este lugar lo he bautizado como mío. -Sonrío y se movió de lado, recostando su cabeza sobre su mano y yo hice lo mismo quedando ambos de frente. —No puedo cambiar tu realidad pero déjame ser tu amigo y puedo enseñarte lo bonito de ella. -Me pareció lindo pero también algo raro lo apasionado y confiado que se sentía y la seguridad con lo que hablaba. Solo reí y volví a acostarme para ver el cielo. Así duramos horas hasta que tuvimos que volver, el siempre me dejaba en casa pero desaparecía, no sabía a donde iba o en qué cabaña estaba y tampoco parecía importarle decírmelo. Al entrar mi a madre recogiendo sus cosas.
—Ann, debemos irnos! -Dijo alterada y corriendo de un lado a otra tomando todo lo que pudiera. —ir a dónde, cómo? No podemos ir a ningún lado! -Dije acercándome a ella tratando de calmarla. —Debes escuchar esto! -Tomó el radio viejo y lo acercó a mi. —Sólo repite y repite eso. "Atención, alerta nacional, por favor evitar salir de sus casas, estamos ante un enemigo totalmente desconocido! Por favor refugiarse. No! Son! Humanos!" Y así se cortaba un par de segundos y volvía a repetirse, simultáneamente. —Debes calmarte no podemos irnos... -Decía ya tratando ahora yo de calmarme mientras veía como ella recogía casi todo. —No, debemos irnos y... -La interrumpí con un grito. —NO! Ahora somos tú, Max y yo, sólo nosotros, podemos terminar como su padre! -Dije y eso de alguna manera la hizo entrar en razón, se sentó por un momento y luego se encerró en su habitación. Max salió a verme y tomó mi mano mientras me abrazaba —Ann, te quiero, por favor quedémonos aquí... -Dijo casi en un sollozo. —Lo haremos Max, lo haremos. -Lo levante y deje que se recostara sobre mí y descansara.
Debíamos buscar que hacer.

Trip... {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora