Prefacio

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Sus ojos color azul miraron la pantalla con suavidad y una leve sonrisa formada sobre sus labios. A pesar de estar cubierto de sangre, su corazón era diferente a como había sido en un principio. Sin dudas Heracles fue un hombre digno de admirar, a pesar de que estuviera peleando para los dioses.

Jack el Destripador era conocido por ser un hombre despiadado, pero ese corazón oscuro había cambiado a uno más suave y ella podía ver eso. Nadie parecía haberlo notado, considerándolo todavía como un ser despreciable.

La mujer se levantó de su asiento, manteniendo aquella suave sonrisa y cálida mirada aún mirando hacia la pantalla, donde Jack el Destripador parecía estar hablando con la pequeña Valquiria que le ayudó en combate.

— Maestra Galilei, ¿A dónde va?— Le preguntó Leonardo da Vinci, quien había estado sentado a su lado.

— Parece que hay alguien que necesita ayuda— respondió aquella hermosa mujer con su tono de voz suave y maternal, mientras comenzaba a caminar entre el público.

El hombre italiano miró a su compatriota mientras esta se retiraba. Quién imaginó que Galileo Galilei sería una mujer tan sensible y maternal cuando era una de las más grandes científicas en la historia de la humanidad.

— Sin duda la dama Galilei es hermosa tanto por fuera como por dentro— dijo William Shakespeare mientras también dirigía aquella mirada a la mujer.

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Jack caminó con cierta dificultad hacia la dichosa enfermería. La herida en su costado, si bien no era mortal, era dolorosa y había perdido bastante sangre; además, había recibido bastante daño por parte de Heracles.

Ese dios... Cómo desearía poder verlo una vez más. Él había sido el único que le había podido mostrar lo hermoso que era el color del amor genuino. Una vez había salido de la ciudad, tropezó y cayó de rodillas, sosteniendo su costado con fuerza.

No sabía que estaba esperando, pero al sentir una piedra golpeándolo se sorprendió. La grada de los dioses lo estaba abucheando y le exigían que devolviera a Heracles a la vida. Aquello no era posible.

Heracles era el único que sabía la verdad y pudo ver más allá de un asesino en sus últimos momentos. Nunca olvidaría ese abrazo. Ya estaba acostumbrado a que la gente lo despreciara, no tenía por qué dejar que aquello le afectara. Sonrió para levantarse y hacer una reverencia, dando final al espectáculo.

— Creo que eso ha sido suficiente. Dudo mucho que su héroe haya estado muy feliz de ver cómo abuchean a su oponente.

La voz había salido de las bambalinas. Era una voz femenina, una muy suave y cálida, que por un momento logró calmar a los pequeños dioses que lloraban por la muerte de Heracles. De entre la sombra se asomó una mujer, la cual podría estar a inicios de sus 30 años, de cabello oscuro, ojos azules como zafiros y un enorme sombrero color blanco. Mantenía en su rostro una sonrisa increíblemente brillante y cálida, como el sol de primavera.

Su color era uno que no había visto muy a menudo. Era un color claro... No sentía lástima, sino compasión, y un deje de preocupación. Jamás pensó en ver esos colores tan sinceros en alguien más.

— Estás bastante herido, déjame ayudarte— ella mantuvo su sonrisa y le ofreció su mano.

Jack volvió a ceder al dolor, pero esta vez fue sostenido con firmeza por la dama, la cual era más fuerte de lo que parecía.

— Le agradezco su amabilidad, mi señora— dijo Jack acomodando su sombrero, apoyándose en la mujer.

— No hay necesidad de agradecerme. Es un placer ayudar.

Los espectadores quedaron en silencio al ver a aquella mujer ayudando a Jack el Destripador.

— La señorita Galilei es realmente un ángel— expresó Shakespeare con una gran sonrisa sobre sus labios.

— Incluso es amable con un hombre como él. Sin duda una dama muy noble de corazón—  dijo sir Arthur Conan Doyle mientras fumaba su pipa.

El color en ti [Jack The Ripper / Shuumatsu no Valkyrie Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora