Prólogo

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-Puja, Deméter. Puja por lo que más quieras...

La pobre Deméter solo quería que la agonía parara. Ya llevaba seis horas de trabajo de parto, pero las contracciones no cesaban, y la dilatación se había demorado una eternidad. Hasta que Cloris, su fiel amiga, le había informado que su bebé estaba lista para llegar al mundo.

Una linda bebita... eso era lo que más quería su corazón. Pero hasta el momento, la llegada de aquel tesoro estaba costando más de lo que esperaba.

-No... No... puedo más...  ¡Aaaaaaaahhhh!- gemía Deméter por los dolores de parto.

-Solo un poco más... Ya veo su cabecita- decía Cloris mientras miró a una de las ninfas que la estaba ayudando para que limpiara el sudor en el rostro de la futura madre- Respira profundo y puja lo más fuerte que puedas Deméter, ya verás como tu bebé pronto nos vendrá a saludar.

Deméter tomo todo el aire que sus pulmones le permitieron y, invocando la fuerza que solo una de las diosas olímpicas podía tener, pujó una última vez, sintiendo como las venas de su cuello se marcaban debido al esfuerzo.

Y, como si los ríos del mundo se encontraran en su vientre, sintió como el agua escurría entre sus piernas y luego el dolor cesó, acompañado de un fuerte grito que se escuchó hasta el inframundo.

Lágrimas de felicidad se escurrían por sus ojos hasta sus mejillas. El tesoro que por tanto tiempo espero por fin estaba ahí, pronto a ser protegida por sus brazos.

-¿Có... cómo está?- Preguntó Deméter con un poco de aprehensión. La mirada preocupada de Cloris la estaba poniendo nerviosa- ¿Sucede algo malo?

Cloris sonrió de manera nerviosa y miró al bebé que aún lloraba entre sus brazos.

-El bebé está en perfecto estado, Deméter- habló Cloris de manera tensa- Felicidades. Es un sano y fuerte varón.

El alma de Deméter abandonó su cuerpo por una fracción de segundo mientras asimilaba lo que su amiga había dicho. No podía ser posible que hubiera dado a luz a un varón. El éxito de sus planes y el de sus hermanas dependía de que su bebé fuera niña. No esperaba que esto pasara.

-¿Un.. un varón? ¿Estás segura?- cuestionó Deméter casi al borde de la histeria.

-No hay duda alguna, amiga- respondió Cloris con pesar- Tu bebé es un hermoso varón.

Deméter miró el pequeño bulto que lloraba en los brazos de su amiga y sintió un nudo en la garganta. Con un asentimiento mudo, Cloris acercó el bulto a su amiga y se lo entregó con sumo cuidado.

En cuanto el bebé estuvo en los brazos de su madre, su llanto cesó. Deméter, con recelo, miró el rojizo rostro que se mostraba entre las mantas y, sintió como su corazón dejó de latir por un momento.

Unos pequeños ojos la miraban fijamente. Una pequeña nariz de botón que se arrugaba mientras trataba de captar los olores que se arremolinaban a su alrededor. Y una pequeña boca rojiza que se movía como si buscara algo a lo que aferrarse.

-Tiene hambre- interrumpió Cloris, notando como la pequeña cara del bebé se arrugaba como una pasa por el llanto que se avecinaba.

Deméter descubrió uno de sus senos y acercó a su hijo a su pecho, acomodando su pezón en la boca del bebé, quien naturalmente comenzó a beber de la leche de su madre.

-Creo que alguien está muy hambriento- murmuró con ternura Deméter mientras acariciaba la suave piel de su hijo.- Come mi pequeño dios. Mamá hará cualquier cosa para protegerte.

Cloris miró la escena con tristeza, sabiendo que las cosas se complicarían más adelante.

-¿Qué harás ahora, Deméter?

Inmarcesible  [Chanbaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora