[¿Superación?]

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Siempre le tuve miedo al mar. Quizá por alguna experiencia traumática de pequeño o quizá porque la inmensidad de este me abrumaba, sea como sea era imposible para mi poner un pie dentro del agua. O al menos eso fue hasta hace un par de meses. Scott, mi mejor amigo quiso intentar conmigo una terapia de shock. Dijo que iríamos en barco a una zona que el conocía muy bien, que me vestiría de neopreno y me vendaría los ojos para bucear.

En un principio me negué, bueno en un principio y un final. Pero me convenció diciéndome que invitaría a Marta a una fiesta en su casa y que la podría conocer mejor. Esa fue la tonta razón por la que accedí a su petición.

Durante el trayecto mi mente planeaba maneras en las que todo podía salir mal. Mi cabeza decía:

"A la mierda".

El bote frenó en una zona al lado de la cual había una gran cueva rocosa. Por suerte, al echar un vistazo hacia abajo me percaté de que el suelo era liso y apenas tenía peces.

Me puse con mucho nerviosismo el equipo y Scott me ayudo a ponerme la venda. Y trató de tranquilizarme inútilmente con algunas palabras antes de sumergirme. El plan era hundirme unos pocos metros y volver a subir. Hice eso, mantuve la respiración hasta tocar la arena con mis pies y el neopreno.

Tan pronto como toqué el piso sentí el agua moverse de manera brusca hacía mí. El miedo contrajo mis músculos impidiendo moverme, mucho menos tenía ganas de quitarme la venda.

Lo último que recuerdo es a Scott preocupado en el barco a mi lado, no paraba de repetir de manera atropellada que "menos mal que me había salvado".

¿Salvado de qué? Observé la cámara que estuvo grabando mi inmersión.

No volví a meterme al mar.

Sombras Sobre MetáforasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora