Había pasado un día entero viajando.
Desde que salió por la mañana, no se detuvo en ningún momento. Pasó a través de los inmensurables campos de arroz, por los cuales pudo ver bastantes personas trabajar por el camino. Estos cargaban grandes cestos en sus espaldas y llevaban sus pantalones recogidos para no mojárselos en los charcos, mientras se encorvaban cada vez que recogían el cultivo, siendo maltratados por el sol. Lo único que tenían para protegerse de él era un sombrero de paja, que normalmente estaría viejo y desgastado por el calor.
Huang Hupo no pudo evitar mirarlos mientras caminaba, y pensar que estuvo así no hace mucho, y ahora se dirigía hacia una vida totalmente diferente. Esto le hacía preguntarse ¿qué será de él cuando llegue a la ciudad? No pensaba que sería algo tan sencillo como decir "busco trabajo". Las cosas en la ciudad funcionaban distinto a las cosas del pueblo, en muchos sentidos. Posiblemente acabaría *trabajando como un caballo para los demonios, repartiendo tazas en un puesto de vino o limpiando mesas, tal vez tendría que montarse un puesto de lo que fuera, o ni siquiera eso. En la gran ciudad costaba encontrarse un camino, principalmente por los miles de obstáculos que te encontrabas, mientras que en el campo todo era más directo: acababas de agricultor o granjero. Al menos era así la mayoría de casos, había algunos que se ganaban la vida sirviendo comida o vendiendo túnicas.
Huang Hupo tuvo que unirse a la agricultura, no solo porque no tuviera muchas opciones, sino que también porque es lo que quería su padre. Cuando aún estaba con él y su hermana, se preocupaba mucho por ellos, hasta tal punto que no quería que viviesen en otro lugar excepto en la misma casa en la que nacieron y se criaron. Su hermana lo aceptó sin rechistar, pero claramente el joven Huang Hupo no se quedaría de brazos cruzados. Por ello, muchas veces llegó a discutir con su padre. Llegó un punto que no querían ni verse la cara.
Aunque aquello no fue lo único por lo que su relación fue de mal a peor. Su mismo padre, un hombre que siempre debía poner el bienestar de sus retoños por delante suya y ser aquel de quien confíes más, entregó a su preciada hermana al bastardo de su ahora antiguo marido, Zheng Fu.
Huang Hupo gruñó apretando los dientes, pensando en su estúpida cara de palo ¿que tenía ese de atractivo? ¿qué vio su dulce hermana en ese bastardo para que cayese en sus redes?¡Ni siquiera era coqueto! Y mucho menos que eso ¡No tenía nada de atractivo!
Mientras que Huang Hupo iba refunfuñando en sus pensamientos, pensando en mil maneras de castigar a Zheng Fu de la peor manera que los cielos lo harían, no se percató de unos niños huyendo de un agricultor furioso.
– ¡Oiga, detenlos! –gritó aquel señor desde la distancia, con una voz desgastada.
Huang Hupo tardó en reaccionar unos segundos al aviso del agricultor, pero ya fue tarde cuando iba a darse la vuelta. Los niños, que huían mientras se reían con rebeldía, empujaron con fuerza a un lado a Huang Hupo para que se apartasen de su escapada. El joven hombre no esperó que los niños tuvieran tanta fuerza como para haberle hecho tambalear un poco hasta recuperar el equilibrio. Después de que volviese a su sitio otra vez, miró a los dos niños correr a toda velocidad por el camino de tierra. Huang Hupo notó que una de las cuerdas de su mochila, de las que sujetaban el equipaje, se aflojó con el empujón. Iba a mirar hasta que fue empujado de nuevo, esta vez con mucha menos fuerza, en su hombro. El joven hombre miró y se trataba del mismo agricultor quien le avisó. Traía arrugas de más en su frente por el ceño fruncido y una mueca de disgusto.
– ¡¿Por qué no los has detenido?!¡Los tenías justo a tu lado! – se quejó el señor mayor, moviendo sus brazos con exageración.
–Lo siento, abuelo, estaba distraído –sinceró Huang Hupo amablemente, llevándose una mano a la nuca–. Además, aunque los hubiera parado, tienen bastante fuerza para ser unos niños, me habrían apartado igualmente sin problema como antes.
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La Canción del Este
FantasyHuang Hupo es un joven a quien le cayó toda la responsabilidad de la casa sobre sus hombros, cuando sus padres murieron y su hermana se quedó embarazada. Para poder mantenerse a él y a su hermana, se marchó a la Gran Capital . Allí conoció al joven...