2. Deep

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—¡Suéltenme! ¡Soy inocente, lo juro!

Se quejaba un sujeto corpulento y de tez morena, arrodillado en el piso y sacudíendo su cuerpo de forma violenta con el fin de deshacer el agarre que ejercían sobre él un total de tres hombres a sus espaldas.

Un joven de tez pálida y melena azabache, cuyos mechones oscuros caían gracilmete cubriéndole parte del rostro, se encontraba en frente de ellos. Vestía una especie de túnica negra. En su expresión era notorio el agotamiento y el desgaste en sus ojeras.

—Acabemos con esto.

Dijo frío y se acercó aún más al hombre que parecía convulsionarse en medio de la vieja despensa.

Extendió sus manos hacia aquel sujeto, para comenzar a pronunciar alguna oración en un lenguaje inentendible.

—Vüel otè œrign nø selz malę... (Veolot erign no selez malée)

Era el primer intento y falló. Se encontraba muy debilitado y casi sin energía después de un considerable número de rondas cazando a aquellos parásitos.

Chasqueó la lengua con fastidio, cuando un molesto mareo lo tomó por sorpresa.

—¡Mi señor! ¿Se encuentra usted bien?

Lo llamó uno de los hombres con notoria preocupación. El más joven negó y le restó importancia a su condición. Volviendo a repetir aquellas palabras con mayor fuerza, en un repentino cambio de ánimo.

—Vüel oté œrign nø selz malę!

Fue entonces que el cuerpo del hombre que antes permanecía arrodillado, comenzó a cambiar, sus huesos y articulaciones comenzaban a deformarse, provocando un sonido bastante grotesco mientras lo hacía. Negándose a la conversión.

El azabache presionó al metamorfo.

Sólo así y entonces su cuerpo comenzó a cambiar, transformándose en alguien diferente, pasando por adoptar la apariencia de una joven pelirroja que parecía agonizar en el suelo, luego en un pequeño niño y así hasta llegar al extremo de adoptar la forma de todo tipo de animales silvestres. Siempre rodeado de una niebla oscura y ligeras ráfagas de viento. Cuando se halló convertido en un lobo salvaje de pelaje gris oscuro y caninos afilados, no dudó en voltear la cabeza con violencia para morder al sujeto que lo inmovilizaba por sus, antes hombros humanos.

—¡Argh!

El hombre lo soltó y la sangre oscura manchó el suelo cubierto de paja, el nauseabundo olor metálico se hizo presente dejando aturdidos a los presentes. Todo pasó tan rápido, que ninguno tuvo tiempo de reaccionar antes de que el feroz lobo tratara de atacar nuevamente, abalanzándose sobre el azabache.

Más, el sujeto que antes sujetaba los pies humanos de la criatura, pudo atrapar una de sus patas, justo antes de que pasara a mayores.

—¡Sujétenlo! Resistan, sólo un poco más...

El lobo luchaba por soltarse y atacarlo, su hocico cubierto de baba y espuma, mientras le mostraba sus amarillentos colmillos y caninos afilados, luchando por alcanzarlo. El muchacho no se movió ni un centímetro, sin dejar de pronunciar aquello similar a un mantra y unos segundos antes de que el lobo pudiera si quiera alcanzarlo. Este ya se había transformado en una especie de niebla negra bastante densa y neutra, similar a una nube oscura flotando en medio de la habitación, sin llegar a disiparse por completo.

Sólo entonces, el cuerpo del azabache pareció desvanecerse en un instante, cayendo de rodillas al suelo, interponiendo sus manos para evitar lastimarse.

Uno de los tres hombres se apresuró en socorrerlo.

_ ¡Mi señor!

Más el joven sólo se volteó a mirar al otro par de hombres antes de dar una orden.

No IdentityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora