Capitulo 2: Conciencia

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Desperté sobre las sábanas rojas de satén en las cuales yací por varios días seguidos. Después del último encontronazo con Luzu este no volvió a dirigirme la palabra, simplemente se limitaba a alimentarme y a curarme las heridas ocasionadas por él en mi trasero. Cuando perdí la conciencia y volví a despertar me encontré sobre una cama, encadenado de brazos y pies, pero con margen suficiente para permitirme cierta movilidad. Tal vez llevaba ahí cuatro o cinco días. Había perdido completamente la noción del tiempo. Los primeros días dediqué mis fuerzas a maldecir a Luzu, a gritarle, a intentar revelarme contra él. Sin embargo ignoró cada una de mis palabras, se le veía medio ido, taciturno. Su mirada era gris, profunda cual fosa marina en el inmenso océano, fría como un témpano de hielo, sin vida, inerte. Lo más que había conseguido hasta ahora era hacerle escupir algunos monosílabos, palabras sueltas sin sentido. Comprendí que quejarme no servía de nada y decidí rendirme, sólo a veces me negaba a comer y era cuando conseguía más de su atención.

Oí de lejos sus pasos aproximándose. Ahí venía la comida. Tal vez la cena. Mi corazón empezó a latir nervioso, aún me estremecía su sola presencia, ese sentimiento de peligro constante que me alertaba inconscientemente, tensando mi cuerpo y adoptando una postura de defensa. Tal vez Luzu se había mostrado dócil durante estos días pero sabía que tarde o temprano volvería el Luzu del primer día. Se le acabaría volviendo a ir la cabeza y estaba convencido que no me había hecho ni una vigésima parte de lo que pretendía. Estaba completamente seguro de que empeoraría, y lo que más miedo me daba era la incertidumbre de no saber cuándo pasaría. Esperé silencioso a que la puerta se abriera, a primera vista su miraba parecía ser la misma de los últimos días. Suspiré tranquilo. Se acercó a mí con un plato de comida y me incorporé. Noté mis brazos completamente agarrotados de tenerlos prácticamente todo el rato en la misma posición. Aunque las cadenas me permitieran cierto movimiento, este era bastante limitado. Me impedía llevarme la comida a la boca. Luzu se sentó en una silla que se hayaba contra la pared de piedra oscura, y se sentó cerca de la cama. Cogió la cuchara y cogió algo que parecía algún tipo de papilla o puré. Lo dirigió a la boca. Lo miré serio, sin abrir la boca.

-Come -ordenó serio, no hice caso- si no comes me iré.

-No eres capaz de dejarme sin comer -dije sin parar de mirarlo- si no lo has hecho hasta ahora, dudo que lo hagas ya a estas alturas.

-¿Me estás retando?

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. El brillo rojizo volvió a reaparecer nuevamente en sus ojos y eso me alertó volviendo a ponerme en guardia. Volvió a acercarme la cuchara.

-Come -ordenó nuevamente.

-¿Y si no qué? ¿Me obligaras? - me envalentoné a decirle. Sabía que estaba cavando mi propia tumba, y aún consciente del terrible error que estaba cometiendo, seguí- ¿Que pasó con la zorra sádica que en teoría iba a hacerme pasar por lo peor inimaginable? ¿Acaso eso era todo lo que tenias planeado? Decepcionante...

Sonrió. Aquí venía. Su semblante se retorció y su miraba volvió a desfigurarse apareciendo ante mi el Luzu del primer día. Este empezó a acariciar mi rostro, llevando su pulgar a mis labios, pasando la yema del dedo por ellos. Sentí un leve cosquilleo en ellos y entre abrí un poco la boca sin querer. Aprovechó ese momento para meter su pulgar y obligarme a abrir la boca, para finalmente meterme la cuchara llena comida. Sacó su dedo y cogió mi mentón, echándome la cabeza hacia atrás, para que la comida se deslizara por mi garganta. Eso hizo que me medio atragantara, pero conseguí pasar toda la comida. Me soltó la cara y cogí aire.

-Como ves no tengo ningún problema en obligarte a comer si quiero -susurró en mi oído- pero como no te comportes no será lo único que te obligue a comer.

¡Gime para mí, Auronsito!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora