Recuerdo cuando me mató, fue una noche fría de invierno; sin embargo, cuando ellos entraron a la habitación está aún se encontraba caliente por el previo calor que emanaron nuestros cuerpos. Esta no era la primera vez que teníamos sexo tras una discusión pero nadie me advirtió que sería la última vez que pasaría.
La noche en la que ocurrió era muy tranquila, nos dirigíamos al cine a ver una película de mierda como cualquier otra pareja joven, cuando compramos las entradas la sala estaba casi llena por lo que tuvimos que elegir nuestros asientos en el medio. Al ingresar a la sala la gente nos observaba mucho; las muchachas me miraban con envidia y claro, como no hacerlo si tenía un novio muy atractivo pero eso no lo convertía en un santo. Si tuvieran que pasar por todo lo que he pasado, ellas ya lo habrían dejado; por otra parte, los muchachos solo me veían de reojo aunque rápidamente apartaban la mirada.
Finalmente llegamos a nuestros asientos y pudimos relajarnos. Él jalo de mi brazo para poder abrazarnos y así quedarnos mientras transcurría la película mas no se pudo ya que a mitad de eso apareció un muchacho torpe, tonto y estúpido que derramó su cuenco de palomitas encima de mí, ¡oh! Vaya, que grave error. El chico se disculpó, yo lo tomé con calma ya que no quería hacer un drama y le resté importancia para después retirar las palomitas de mi regazo pero en ese momento sucedió, el estúpido muchacho se acercó y me tocó... puta mierda eso sí que lo enfureció. Rápidamente mi novio se levantó enfurecido y golpeó al chico provocando que este cayera de espaldas encima de otra persona.
Prontamente los de seguridad se acercaron y trataron de calmar a mi novio, yo ni siquiera me inmuté, es más ya estaba casi acostumbrada a pasar por este tipo de situaciones. Él no se quería ir, gritaba y gritaba indecencias hacia el muchacho pero los de seguridad lo retuvieron y no tuvieron de otra más que amenazarlo para que entendiera. Finalmente nos retiramos, él farfullaba una sarta de insultos contra el mundo; mientras yo permanecía callada y sin ánimos de hablar, sabía que si lo hacía me iría mal, muy mal...
Tomamos un taxi y todo el trayecto fue silencioso hasta que llegamos a su departamento, al ingresar decidí ignorar completamente su presencia y atravesé el corredor hasta llegar a la habitación que compartíamos. Me acerqué al armario y tomé mi pijama para encaminarme al baño rezando internamente, que no me detuviera, pero todo se fue por la borda cuando escuché sus pasos y finalmente cuando sentí su mano impactar contra mi mejilla.
Ni siquiera me dio tiempo de procesarlo debido a que repitió su acción una y otra vez mientras me gritaba "eres una perra"; por otra parte yo solo sollozaba y pedía entre susurros que se detuviera, pero tal parece que eso solo lo hizo enfurecer aún más porque de un momento a otro me tomó de los brazos y me arrojó a la cama. Caí boca abajo para después sentir su peso encima de mí, sujeto mis muñecas por detrás con una mano suya mientras que con la otra se desabrochaba el cinturón, cuando ya lo tenía en su mano me preguntó: ¿Te gusta ser una ofrecida? Yo simplemente me callé pero eso no le gustó y fue así como me soltó el primer azote con el cinturón. "Esto es para que aprendas a respetarme" "esto es por tu bien" "tú solita te lo buscaste" "¿Por qué eres tan puta?" "tus padres estarían decepcionados si se enterarán que su hija es una puta" gritaba mientras me azotaba cada vez con más fuerza hasta que se cansó. Para ese entonces de mi espalda y trasero chorreaba sangre, mi respiración era pesada y mi visión era borrosa debido a mis ojos hinchados
Se levantó de la cama y abandonó la habitación, yo no podía moverme así que me quedé ahí tirada sin siquiera hacer el intento de levantarme. No supe cuánto tiempo pasó hasta que volvió a ingresar, sentí sus manos posarse por debajo de mi mallugado cuerpo y me levantó provocando que un débil quejido de dolor saliera de mi garganta. Me llevó al baño y me colocó en la taza de este, después él se encaminó a la tina y abrió la llave del agua caliente, esperó a que se llenara para luego cerrarla.
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Último aliento
Non-FictionUn salto, un recuerdo, un beso o quizá un trago sean lo único que se necesite para acabar con su vida, a veces un instante puede dejar de ser uno más para convertirse en el último de su existir y a lo mejor ninguno de ellos se dio cuenta. Quizá alg...