- Capitulo 4 -

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Se volvió hacia Rick

—¿No tendrías una bandeja para poner estas magdalenas? —preguntó. Su voz era suave, pero firme y estaba como sin aliento, como si se hubiera despertado tarde después de una larga noche de sexo.

—Está en una de esas alacenas, junto al congelador. Tyler, ¿puedes ayudarla mientras yo subo a buscar a James? — Rick echó un breve vistazo a Josh—. Voy a ver si quiere sentarse en la sala de estar, aquí abajo, o que subas tú a verla.—

—Claro —convino Josh, y se acercó a los armarios de la cocina.

La perspectiva de quedarse a solas con Josh Dun, por poco que fuera, empujó a Tyler a marcharse. Llegó a la puerta al mismo tiempo que Rick.

—Tengo mucho que hacer —le dijo en un susurro—. No puedo perder tiempo charlando con un niño bonito—

Josh envaró los hombros.

—Ty —murmuró Rick—. Basta que la ayudes a encontrar la puñetera bandeja.—

En cuanto se marchó, Tyler se acercó al joven, que intentaba alcanzar una bandeja con tapa de cristal del estante de una alacena. Se puso a su lado y captó la masculina fragancia del talco en su piel. Lo invadió una intensa oleada de nostalgia visceral. Sin decir nada, tomó la bandeja y la dejó en la encimera de granito, moviéndose como en un sueño pero controlándose. Si se descontrolaba aunque fuera un segundo, tenía miedo de lo que podría hacer o decir.

Josh empezó a pasar las magdalenas de la bandeja del horno al plato. Tyler se quedó a su lado, con la mano encima de la encimera.

—Ya puedes irte —murmuró Josh, con la mandíbula tensa—. No tienes por qué quedarte a charlar.—

Tyler notó que se lo decía con reproche y le pareció que debía disculparse, pero abandonó la idea de inmediato cuando vio cómo cogía las magdalenas de una en una, levantándolas con delicadeza de la bandeja.

—¿De qué las has hecho? —logró articular.

—De arándanos —dijo Josh—. Si quieres una, sírvete.—

Tyler  negó con la cabeza y cogió su café. La mano le temblaba bastante.

Sin mirarlo, Josh tomó una magdalena y se la puso en el platillo.

Tyler se mantuvo quieto y callado mientras Josh seguía llenando la bandeja. Sin poder evitarlo, tomó el dulce que él le había ofrecido y los dedos se le hundieron levemente en la masa blanda contenida en el molde de papel blanco. Luego salió de la cocina.

En el porche, solo, Tyler miró la magdalena. No era el tipo de cosa que le gustaba. La repostería le sabía normalmente a yeso. El primer bocado fue ligero y tierno: suave bizcocho con una capa crocante de glaseado. Notó en la lengua el aroma de la ralladura de naranja y la acidez oscura de los arándanos. Cada bocado le aportaba una renovada y sorprendente dulzura. Hizo un esfuerzo para comer con mesura, sin glotonería. ¿Cuánto hacía que no saboreaba realmente algo?

Cuando terminó, se sentó tranquilamente, permitiendo que se apoderara de él una sensación de calidez. Los ojos marrones, el vestuario, la cara, masculina y morena , como de un hombre de antes. Le molestaba la reacción que le había provocado, el contacto que persistía imborrable.

Era una clase de hombre que nunca le había atraído. Un momento, ¿le atraían los hombres?

Josh

No había modo de pronunciar su nombre sin fruncir los labios como para dar un beso.

Se puso a fantasear: se reunía con Josh, le pedía perdón por su rudeza, la engatusaba para que saliera con él. Podían ir de picnic a su finca cerca del lago Dream… Extendería una manta a la sombra de los manzanos silvestres y el sol se colaría entre las hojas y les motearía la piel.

¡HELP ME POLARIZE! [JOSHLER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora