capitulo I

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La Ciudad se caracterizaba por su belleza, pero más por sus historias. Al ser un lugar tan viejo, el centro se el consideraba la principal zona turística, y no sólo por sus cafés.

Cada edificio llevaba consigo una historia que contar, cientos de leyendas se escondían detrás de cada muro de aquél lugar. Sin embargo, uno de mis favoritos era el  que rodeaba el templo de San Francisco.

Ese lugar, igual de antiguo que la catedral, llevaba consigo cientos de leyendas. Unas más creíbles que otras, y sin embargo todas encantaban al público en general.

Una noche, después de una tarde comprando cosas para mí mamá; mi hermana, una amiga suya de nombre Fernanda y yo, decidimos cenar en un pequeño puesto cerca de ahí. Las calles se veían vacías, parecía que el tiempo se nos había escapado y ya era bastante noche.

—Deberias llamar a mi mamá — mencionó mi hermana.
—Lo haré, dame un segundo — respondí.
— ¿No hay baños aquí cerca? — preguntó Fernanda algo angustiada.

Mi hermana y yo nos reímos. Preguntamos a uno de los meseros sí nos permitía entrar a su baño, pero dijo que el único baño más cerca eran en el templo. Al lado de esté se encontraba una especie de tienda - museo. La gente podía ir a comprar ahí todo aquello que le pudiera gustar, ese lugar mantenía un poco los gastos del edificio completo. 

Fernanda salió del lugar y se dirigió hacía el templo, nosotras nos habíamos quedado en el lugar esperando a que regresará, después de todo no estaba lejos así que no iba a tardar.

El demonio de San FranciscoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora