Día 4

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Cumpleaños

El día que me uní a la mafia, supe que cada uno tendría su estilo, por supuesto. Y no solo seria cada uno de nosotros, sino cada equipo entre sí, nosotros teníamos que vernos diferentes, intimidantes, temerosos, pero también, elegantes e inalcanzables.

Únicos.

Deje la ropa casual, la ropa común por un traje negro de Gucci, tan pronto lo vi en el aparador, sabia que era totalmente mío y de nadie más. He de contar de anécdota, que de cumpleaños fuimos amenazar a la tienda, que ese modelo de traje negro, con un extravagante estampado lineal debería ser mío y de nadie más, incluso el diseñador lo creo a mi medida. Era todo mido.

Para su complemento, sin falta conseguir una camisa amarilla e incluso zapatos de charol, todo quedaba a la perfección.

-Eso es demasiado ¿no lo crees?- me pregunto alguien del equipo, no puse la mas mínima atención de quien había sido. Apenas cruce la puerta, cargaba el par de bolsas con mi ropa nueva para mi; zapatos, pantalón y traje.

-¿Y acaso tu lo vas a vestir?- le conteste ene reclamo, solo recibí a cambio un resoplido. El de prendas rojas, era quien se había quejado.

-¿Robaste toda la tienda?- se burló Iluso, siguiéndole la corriente, haciendo que tuvieran una sonrisa al rostro los demás.

-Seguro trae basura- le respondió Formaggio, tocando su chaqueta roja y yo solo troné los labios.

-Que te importa que traje, al menos me veo decente y no soy un pordiosero, ni vagabundo- le conteste, haciendo a los demás reír y hacer bulla, por defenderme.

-¡Yo no soy un pordiosero!-

-Pues tu ropa es la peor que he visto- le reclamé, y mire tanto a Iluso como Melone reírse del reclamo -Y con ese  corte de  cabello, saldría corriendo de solo verte lejos-

-¡Mal..!-

-¡Basta!- hablo la voz, al pie de la puerta de entrada. Todos callamos la risa y el reclamo en un parpadeo, apenas lo vimos llegar, todos mantuvimos la compostura.

Nadie le faltaba el respeto, todos obedecemos su palabra sin un titubeo. Aprendimos que si no hacíamos caso, el sin falta, nos castigaba.

-Compórtense como lo que son, no sean como el resto- nos señalo, Formaggio alzo las manos en señal de rendición, yo suspire

-Ese será nuestro regalo de cumpleaños- señaló Melone, ladeando su cabeza un poco hacia el y sonrio sutilmente -Prosciutto ya se compró la tienda para él-

-¡Oye!- alce mi voz -De ustedes no espero nada, solo no me molesten- le conteste, haciendo hincapié a que eran groseros. Aún así, sabía que no debía esperar un regalo en lo más mínimo de ellos.

Risotto solo había señalado, que teníamos una reservación en el restaurante-bar y éramos libres de acudir o no. El siempre iba a cenar, era su forma de celebrar con nosotros sin señal de un pastel. Solo cada uno pedía un postre gourmet, y nos parecía bien.

Demasiado bien, cuando la reservación era el lugar completo para nosotros solos, en el lugar más caro de la ciudad.

-La reservación es a las once en punto- dijo Risotto, todos hicimos un gesto de afirmación, cada uno a nuestra manera y se marcho. Camino a su despacho, y yo fui a mi habitación, debía estrenar mi traje esa ocasión.

Cuando la noche llego, la hora se acercaba y yo tomaba una ducha, para salir y empezar a vestir. Apenas había abrochado los botones de mi camisa amarilla, frente al espejo con peine y cera empecé a buscar la forma de peinar mi cabello.

Ya estaba largo, pensaba cortarlo, aún así, empecé a trenzar parte de mi cabello hacia atrás, despeje mi rostro y con tres coletilla, quedo mi peinado. Pero sentí que algo faltaba.

Mi cuello lo sentí descubierto, demasiado, si quería usar mi saco negro entreabierto y la camisa casi igual. Busque en el clóset una prenda, en el joyero, incluso.
Un collar, una gargantilla, una bufanda e incluso una pashmina. Nada me gustaba.

Eso, hasta que tope con una bufanda corta, demasiada pequeña que busque la forma de enredar en mi cuello, casi como un collar, sin cola que colgarse.

Nada mal, estaba encantado. Mi primer cumpleaños con el grupo, llevaba poco tiempo con ellos.

Tocaron a la puerta, yo reaccioné. Apenas me había visto en el espejo de cuerpo completo, me admiraba por como me veía, un segundo golpe llamo mi atención.

-Un momento- alce mi voz con sutil seriedad y vestí los zapatos para caminar a la puerta. No era Pesci, pues el habría hablado a la primera y de haber sido Ghiaccio, habría alzado la voz para darme el mensaje y marchar. Estaba seguro que el resto ya se había adelantado, por lo que no pude adivinar quién era, o quizás estaba muy distraído, para saber que con aquel silencio, era el.
Apenas abrí la puerta, lo vi de pie a la entrada de la habitación.

-Estoy a nada de creer que tenían razón- se burló tontamente, yo torcí los labios, el sonrio.

-¿Qué sucede?- le contesté y a cambio, el levanto una caja que traía en mano hacia mi, eso no me lo esperaba.

-Tu primer cumpleaños- señaló, y yo miré la caja de color negro, su color característico de el -Espero no sea el ultimo con nosotros-

-Eso jamás- le contesté yo, ahora siendo quien sonreía y tomé la  caja entre mis manos. No era tan grande, era casi del tamaño de una libreta.

-Un regalo distintivo para cada uno, espero te guste- comento tranquilo, y yo apenas cruce mi mirada con el, tenía un semblante más relajado que el de costumbre.

-¿Das regalos?- bromee malamente, y el apenas enarco una ceja, ambos reímos con sutileza

-Solo uno- señaló, dándome a entender que sería el único, a excepción de las cenas anuales.

-Muchas gracias- le respondí, y abrí la caja frente a el. Definitivamente eran regalos únicos, peculiares, pues cuando abrí el obsequio noté una letra, un metal con mi letra inicial y una cadena que colgaba de ella.

Sentí nervio, incluso algo de emoción, no sabia del todo si era una joya, un adorno o algo parecido. Apenas levante la cadena para verlo colgar, quise ver a Risotto pero el ya se había ido.

Ni siquiera había escuchado su paso alejar, no había hecho un solo ruido y yo por la emoción, ni siquiera me percaté.

Quede solo al pie de la entrada. Sonreí un poco aún así, ni siquiera cerré la puerta y volví al espejo, avente la caja vacía a la cama y sostuve aquel obsequio frente a mi.
Dude, pero al notar la larga cadena, me atreví a vestirlo; quedaba muy largo, bajaba más de mi pecho y volteé a verme al espejo completo. Me miré, me vi de pies a cabeza con mi nuevo traje, la bufanda y ese obsequio…

Vaya obsequio.

Sonreí de nuevo y tomé la cajetilla del buro, para salir al restaurante. Aborde un taxi y llegue al destino.
Sin duda todos se burlaron y se sorprendieron del cambio de look, yo estaba maravillado. Tenia mi estilo, mi forma de vestir y me encantaba, pero me encantaba más el regalo, ese obsequio me había completado.

Y tenía un significado, no importaba si Risotto no lo había notado, pero estaba agradecido. Más que agradecido, era otra sensación, que no tenía forma de describirla.

Cenamos, reímos, bromeamos y festejamos.
Solo esas noches, solo esos momentos, éramos como una familia y estaba, realmente, agradecido.

Eran las pocas veces, que olvidábamos que éramos asesinos.

Buon Compleanno Prosciutto.

☆.☆.☆.☆
Alguien regañe a su servidor, porque se le olvida que debe de haber besos y abrazos entre ellos dos
😩

RisoPro Week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora