La Boda

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Habían pasado exactamente treinta y seis minutos desde que Arnold se había despedido de ella en la puerta de su casa, de que ella hubiera subido a su cuarto, puesto su pijama y se hubiera metido bajo las cobijas de su cama para esperar con cara de idiota un mensaje de texto de Arnold Shortman.

Helga revisaba cada dos segundos la pantalla y se aseguraba de que el celular tuviera buena recepción y el sonido alto. El corazón le latía con fuerza, esperando, y se odiaba por eso. Sabía que Arnold era un tipo así: Buen ser humano, empático y solidario con sus amigos (uno de las tantas cosas que la hizo enamorarse de él desde temprana edad), por lo tanto sabía también que quizás le estaba dando demasiada importancia al hecho de que él le pidiera su número telefónico.

— Ya, Helga. Cálmate —se reprochó, inhalando y exhalando para poder calmar su corazón y acompasarlo a su ritmo normal—. Arnold sólo quería ser amable, seguramente ya está durmiendo o simplemente tenía mejores cosas qué hacer y tú debes dormir. Punto —La rubia colocó bocabajo su celular en el buró que tenía próximo a su cama tratando de vencer así el deseo de permanecer toda la noche esperando ese mensaje. Se dio vuelta y se removió un poco antes de quedar en una posición confortable para dormir. La chica estaba cerrando sus ojos cuando su celular emitió un pitido y vibró, indicándole que acababa de llegar un nuevo mensaje. Helga estuvo a punto de caerse del saltó que dio al darse vuelta y alargar la mano hacia el artefacto—. Que no sea Phoebe... que no sea Phoebe, por favor —rezó antes de pulsar el botón de desbloqueo. Tragó saliva al ver el icono de un mensaje de whatsapp en la pantalla del menú de inicio y dio clic para leer:

— "Hola Helga, buenas noches. Soy Arnold, espero no haber interrumpido tu sueño, recién llego de la tienda. ¿Todo está bien?" —evidentemente se iba a dar cuenta de que se trataba de él. Su foto de perfil era una foto de Abner, su cerdo mascota.

El corazón le dio varios vuelcos. Guardó rápidamente el número de teléfono en su agenda con el nombre de "Cabeza de Balón" y después, con dedos temblorosos escribió:

— "Apenas iba a alistarme para dormir. ¿Regresando de la tienda a esta hora? Todo en orden, están dormidos" —y lo envió, muy ansiosa. No pasó mucho para ver que él estaba contestándole, pues el chat decía "Cabeza de Balón está escribiendo..."

— "Cuando te encontré iba de camino a la tienda pero olvidé mi dinero. Soy algo distraído. Tuve que regresar por la cartera y hacer las compras de mis abuelos. Me tranquiliza saber que por hoy todo está bien" —¿le tranquilizaba? ¿acaso estaba tan preocupado por ella? Helga se dio una cachetada voluntaria para alejar esos pensamientos tan anhelantes de su mente—. "Intenta dormir. Si pasa algo, lo que sea, a la hora que sea, márcame"

—"Claro. Muchas gracias, de verdad... cabeza de balón :P" —se odio a si misma por utilizar nuevamente el mote que hacía años le había asignado al chico, pero no podía evitarlo. Inconscientemente era su forma de protegerse y no sentirse tan vulnerable.

— "Descansa. Helga G. Pataki :D" —fue lo último que envió el rubio como contestándole el apodo, aunque Helga sabía a la perfección que el chico no tenía ni idea de cuál era su segundo nombre. Con una sonrisa en los labios y el corazón a todo lo que daba, la chica se dispuso a dormir.

*****

— Y entonces le pedí su número para cerciorarme de que estuviera bien y su padre no hubiera arremetido contra ella cuando regresó... —dijo Arnold sentado en el sillón del cuarto de Gerald, viendo cómo éste se acomodaba el moño de su traje negro frente al espejo.

Había pasado una semana desde aquel incidente en casa de los Pataki y desde que él y Helga se habían visto de frente. Y esos días se la habían pasado ambos chicos corriendo con sus respectivos amigos Phoebe y Gerald afinando los últimos detalles de la boda, hasta que en un abrir y cerrar de ojos el día prometido, llegó.

Camino de VueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora