Kido Yuuto comenzaba a despertar ante la entrada de los primeros rayos de luz del frío sol de invierno. Estos se colaban por la ventana e incidían en sus ojos que, por raro que parezca, no estaban ocultos por sus características gafas.
Revisó la hora en su móvil, acababa de dar las 9 de la mañana a lo que respondió con un breve bostezo y estiramiento. Bajó a desayunar, fue el mayordomo el que se encargó de prepararle la comida en un abrir y cerrar de ojos. Como de costumbre, tomaría la comida en solitario, su padre estaba liado con cualquier cosa de su trabajo, pero esto no era nada nuevo en su vida.
Una vez que ya había finalizado de tomar ese excelente desayuno, procedió a ir a una de las salas de estar en su gran casa. A veces rondaba por su cabeza si tanta monotonía era aburrida: leer, estudiar, comer, darse un baño relajante... Y entrenar, por supuesto. Pero hoy no había entrenamiento y tampoco tenía que estudiar nada, pues estaban en vacaciones desde haría un par de días.
Kido era un afortunado, tenía muchas facilidades en su vida por la situación económica que le había dado su padrastro. Pero tenerlo todo en tu mano, lo hacía aburrido. Ya no le apetecía ver la televisión apenas, ni jugar a alguna consola que recientemente habría sacado algún juego. Iba a optar por iniciar un libro pero esta decisión fue interrumpida por un mensaje.
"¿Te vienes a dar una vuelta con nosotros?"
Era un mensaje de Jiro Sakuma, amigo de casi toda la vida de Kido. Posiblemente ese "nosotros" incluía a Genda Koujirou, otro gran amigo de ambos, pero más unido a Sakuma, o al menos para Kido, que veía una conexión más íntima entre los dos.
"Claro."
Eso le respondió a su compañero, así tendría algo que hacer para no aburrirse, y además eran buena compañía. Al poco rato, Jiro le mandó el lugar y la hora de la quedada, sería en una cafetería tranquila y agradable donde podrían protegerse del frío del exterior. Viendo que el encuentro sería en poco, Kido fue a por sus gafas y a cambiarse.
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Quedando alrededor de unos 15 minutos para que llegase la hora, Kido salió de su casa. Podría haber optado por ir en la limosina, pero tampoco hacía mal día, un poco de frío pero nada que un buen abrigo como el suyo no pudiera arreglar.
No quedaba lejos el lugar, así que fue dando ese paseo tranquilamente. Se detuvo ante un semáforo que daba el rojo para los peatones, y se quedó esperando a pesar de que fuese una calle muy poco concurrida, es más, estaba solo. O eso pensaba. Se volteó al escuchar los pasos de otra persona: se trataba de un joven de ojos verde oscuro, que llevaba una cresta de color marrón y los bordes blanquecinos. Vestía con un abrigo negro y unos vaqueros rotos del mismo color. Tenía cara de pocos amigos, o eso pensó Kido cuando el contrario le dedicó una mirada bastante fría, entrecerrando los ojos como si quisiera descifrar algo en su rostro.
Pero Kido no le dio mucha importancia, simplemente dijo un saludo de forma cordial que no fue devuelto con otro, sino con un chasquido de lengua algo molesto. El de cabello recogido arqueó una ceja ante ese gesto tan maleducado a su parecer.
—No me mires así, simplemente te saludé como cualquier persona con modales haría.
—Yo no sé cómo me estás mirando tú. —Respondió el supuesto maleducado, y le señaló las gafas con algo de indignación.
Nunca antes Kido había tenido esos problemas con nadie por llevarlas puestas, y menos en literalmente un par de segundos en los que había mantenido conversación con aquel sujeto.
—Eso no te da derecho a tratarme de esa forma de la nada, ¿o sí?
—No le hablo a la gente que oculta cosas.
Para la suerte de Kido, la luz que le impidió avanzar ahora estaba en verde, así que volvió a mirar al otro chico y sacó la mano del bolsillo para levantarla un poco a forma de despedida.
—Bueno, pues adiós.
No obtuvo respuesta por la otra parte, así que suspiró y continuó avanzando por la calle. Lo que él no se esperaba es que el del abrigo negro avanzaría en aquella dirección. Pero más sorpresa se llevó cuando estaba cerca de llegar a la cafetería y seguía detrás suya. Para comprobar si estaba siguiéndole, decidió meterse por calles incluso no concurridas, y su ingenio le dijo que así era, pues lo tenía prácticamente en su espalda.
—¿Me estás siguiendo o qué pasa contigo?— Dijo un ya impaciente Kido, pero trataba de mantener la calma.
El otro chaval sólo se encogió de hombros, lo que hizo que los nervios del más rico estuviesen a punto de irse por la borda pero frunció el ceño un poco.
—¿Quieres atracarme? ¿Es eso? —Señaló con algo de indignación al de negro, que sólo negó la cabeza con una leve sonrisa, porque le había hecho gracia esa suposición. —Ah... Vamos, dime, pero déjame en paz.
—Parece que se te ha olvidado que no hablo con personas que ocultan cosas. —Le recordó a Kido mientras negaba con la cabeza.
Por unos segundos seguía sin entender lo que quería, pero si seguía con un acosador no iba a llegar a tiempo con sus otros dos amigos y él era una persona puntual.
—¿Quieres que me quite las gafas? Pero no comprendo en qué te beneficia eso.
Por parte del joven sólo obtuvo un gesto de indiferencia, que realmente se podía descifrar en que sí era ese su objetivo. El chico de la coleta soltó un suspiro, y a todo su pesar, se quitó las gafas, cosa que duraría como máximo un minuto.
—¿Contento? ¿Me puedes dar tu nombre ya para poder solicitar una orden de alejamiento? —Lo dijo en un tono serio, pero realmente lo decía de broma. O no.
—Akio Fudo. —Respondió sonriente, orgulloso de haber logrado su objetivo. —¿No me vas a decir el tuyo? Que maleducado.
—Mi nombre es Kido Yuuto. ¿Para qué querías verme sin esto? —Dijo moviendo las gafas que tenía ahora en las manos.
—Ahora no ocultas nada al hablar. Y estás más guapo así, tus ojos son muy bonitos. —Respondió un sinvergüenza Fudo, que seguía aparentemente feliz.
Kido era el que se había quedado sin saber qué decir ante esos cumplidos, que su mente analizaba en un intento de calma. Por desgracia para él, sus ojos reflejaban el asombro que le había dado aquel comentario por parte del de negro.
—Vaya, el que no me habla ahora eres tú, me siento ofendido por tus malos modales.
Y es que Fudo en una sola mirada y un par de frases que habían compartido ya había clasificado al que tenía delante suya como un "niño rico y pijo".
—Perdón. Yo-... —Iba a continuar hablando, pero una notificación de su móvil le hizo callarse. —Disculpa, pero me están esperando. — Y eso confirmó al ver que era un mensaje de Sakuma explicando que ya habían llegado, tampoco le estaba metiendo prisa, pero él se sentía impuntual.
—Justo cuando empezábamos a divertirnos. —Bufó, ahora que había conseguido entablar conversación y se iba a ir.
—Eres un acosador, seguro que me vuelves a ver, y no por casualidad. —Contestó medio en broma, mientras se colocaba las gafas. —Adiós, Fudo.
Y aunque se llevó mucha sorpresa, Kido recibió un "adiós" que venía del otro, que además sonreía un poco, posiblemente causado por llamarle "acosador". Compartiendo una leve sonrisa, el de las gafas partió hacia el local en el que estaban sus amigos, que al verlo llegar, Sakuma saludó con la mano a través de la ventana y Genda igual, solo que un poco después porque estaba de espaldas.
—¿Acosador, eh? —Dijo el joven marginal para sí mismo, mirando al cielo, y sonrió recordando esos preciosos ojos rojos que Kido ocultaba pero que tanto le transmitían.
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『️Urban Love.』️ || Kido x Fudo || Inazuma Eleven.
FanficJusto comenzaban las vacaciones de invierno para todos los estudiantes, incluso para aquellos de la escuela más prestigiosa de la ciudad como a la que asistía Kido Yuuto. Lo que él no se esperaba es que fuese a conocer a un marginal, pero en los pl...