Capítulo 2

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—¡Lo siento muchísimo! —Volvió a repetir por enésima vez un Kido algo nervioso, pero en su interior seguía teniendo una sensación de... ¿felicidad? O algo extraño.

—Kido. —Dijo su compañero ya algo molesto, se trataba de Genda en este caso. —Te has disculpado nueve veces ya. Y has llegado tres minutos tarde. TRES.

Jiro no pudo evitar reír ante la irritación de Genda, pues el portero tenía nervios de acero y aún así le sacó de sus casillas con tantas disculpas. Pero parece que esa molestia se le fue al escuchar la risa del chico de pelo claro, que le cambió el rostro a una expresión más amigable. Kido quería volver a disculparse, esta vez por provocar la ira de su amigo, pero se unió a la risa del chico del parche.

—Hoy te veo animado, Kido. —Dijo ese mismo chico que se estaba quitando alguna lágrima causada por sus anteriores carcajadas.

—¿Tú crees?

Ambos jóvenes asintieron, y el de las gafas se puso una mano en el mentón, como reflexionando si era cierto lo que decían.

—Es que tuve un encuentro un tanto... extraño, pero fue divertido. —Comentó con una leve sonrisa al recordar al tal Akio Fudo.

El delantero y el portero se miraron extrañados, y luego volvieron a observar a su amigo, que parecía estar recordando a saber qué.

—¿Por qué me miráis así?

—Nada, nada. —Respondió el moreno. —¿Vas a decirnos a qué te refieres con el encuentro ese que dices?

—No sabría definirlo, ahora me estoy replanteando si ha sido producto de mi imaginación o de verdad ha existido.

Genda arqueó una ceja, y Jiro suspiró. No entendían nada de lo que su amigo decía, así que decidieron tomarlo como una broma. 

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El trío estuvo hablando animadamente de diversos temas entre ellos el fútbol, los pingüinos (Jiro los adoraba y le ponía mucha emoción a ese tema) o simplemente conversaban de lo que harían durante las vacaciones. Ninguno parecía tener planes especiales, lo que significaba que podrían quedar más veces juntos. 

Después de un largo rato, comenzaron a despedirse. Por un lado se fue Kido, por el otro se fueron Jiro y Genda, pues este último siempre solía acompañarlo a su casa cuando quedaban o a cualquier lugar. Era como un guardaespaldas pero gratis.

Kido caminaba a su mansión con las manos en los bolsillos, tal vez algo arrepentido. Se estaba comiendo la cabeza porque quería ver a su entrañable acosador de nuevo, lo veía como un posible buen amigo, y no sabía ni donde encontrarlo, ni su número, ni nada. Se encogió de hombros sumido en sus pensamientos, su próximo encuentro sería cosa del destino.

Lo poco que quedaba de tarde, se la pasó leyendo esta vez, aunque tampoco estaba muy concentrado ya que su cabeza estaba en otro lado. Viendo su poca concentración, fue a darse un baño relajante. 

Una vez que la bañera estaba casi llena y con el agua a rebosar, Kido se desnudó y se quitó las gafas. Decidió meterse, apoyó la cabeza con sumo cuidado para echarla hacia atrás y cerró los ojos, con la finalidad de calmarse.

"Ahora no ocultas nada al hablar."

"Y estás más guapo así, tus ojos son muy bonitos."

Recordar esas palabras hizo a Kido llevarse una mano a la cara de forma inconsciente. ¿Por qué le habría dicho eso? No, más bien, ¿por qué le hizo caso y se quitó las gafas? Eran de vital importancia para él, y por un desconocido, hizo eso.

—¿Estaré cambiando? ¿O me estoy volviendo loco? —Dijo en un susurro para sí mismo. 

Tras un rato en el que conseguió dejar la mente en blanco, se salió y se secó. Se miró en el espejo, aún con la toalla rodeándole la cintura, y puso gran atención a sus ojos. ¿De verdad se los vio bonitos? Él mismo tenía una opinión diferente, y contraria. Negó con la cabeza.

Cenó un poco, y no tardó mucho en irse a su cama a dormir y descansar, perfecto para asimilar todos los recuerdos que había logrado hoy.

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Pasaron un par de días tal vez, y es cuando Kido decidió salir a dar una vuelta, sin motivo aparente, pues ni Genda ni Jiro habían propuesto quedar ese día.  Pero el joven rico esperaba algo de ese paseo, con el frío que hacía no saldría si no quería algo.

Caminaba mirando al suelo, con algún que otro suspiro que hacía que el vaho fuese visible. Esta vez hacía más frío. Para su suerte, llevaba guantes, y aprovechando un semáforo en rojo, se dispuso a ponérselos.

—Vaya, vaya. 

Escuchó una voz detrás suya, que había escuchado pocas veces, pero reconocible por la paz que transmitía. Se giró con algo de entusiasmo, su oído no se equivocó al ver al chico de negro allí.

—Akio Fudo. —Le llamó con una leve sonrisa, que el mencionado se disponía a poner también. —Hola.

—Buenos días, alteza. —Dijo haciendo referencia a que hoy lleva un abrigo más voluminoso pero que calentaba más. Llevaba una ropa más "pija", él tenía la misma que la del otro día. —¿A qué se debe que el señorito esté paseando a estas horas y con el frío que hace?

—Son las 10 de la mañana, una hora normal. Y hoy no llevo ningún rumbo concreto.

—Mejor, así puedo acosarte más rato.

Ambos rieron, lo que el de las gafas no sabía es que lo decía completamente enserio. El más rico pudo percatarse cuando cruzó la calle con la luz verde, de que el chico de la cresta estaba hablando de verdad.

—¿Lo decías de verdad? —Preguntó tontamente, él mismo ya se sabía la respuesta.

—¿Por qué preguntas algo que ya sabes?

Era cierto que Fudo era un chico un tanto... misterioso. Pero si de algo se había dado cuenta Kido, es que el joven era bastante astuto, como él. Por eso es que sonrió.

—Me has pillado. —Afirmó levantando los brazos un poco, como dándole la victoria también a través de gestos.

—¿Quieres dar una vuelta, princesa? 

—Ehhh... ¿Y dónde quieres llevarme? —Realmente estaba analizando lo de "princesa".

—No seas aguafiestas, si te lo digo perdería la gracia.

Kido se quedó pensando si aceptar aquella invitación, pero teniendo en cuenta que había logrado su objetivo, básicamente ver a su querido acosador de nuevo, no iba a negarse.

—Está bien, supongo... No me viene mal hacer más amigos.

—¿Quieres ser mi amigo? Entonces, tengo una condición que proponerte.

El de pelo recogido arqueó una ceja, como dándole paso a que el chico hiciese su petición y escucharle, pero sin embargo, se le acercó con total confianza y sacando las manos del bolsillo.

—Si quiero un amigo, quiero mirarle a los ojos, ¿entiendes? —Pero como Kido estaba demasiado confuso, ni siquiera pudo retroceder o reaccionar, y Fudo le quitó las gafas, sonriendo al dejarle los ojos al descubierto. — Mucho mejor. — Confesó asintiendo.

El "pijo" se dedicó a suspirar, tampoco se veía con muchas más opciones.

—Bueno... Pero déjame guardarlas a mí. —Y el otro chico se las dio, para que así él las dejase en uno de los bolsillos de su calentito abrigo.

—¿Vamos? —Ofreció el de la cresta que ahora se veía más contento, a lo que el otro asintió, también algo emocionado.

『️Urban Love.』️ || Kido x Fudo || Inazuma Eleven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora