Durante todo el vuelo lo único que podía pensar era en aquel niño bonito llamado Kenta.
¿Cómo es que tan sólo una noche le había bastado para no poderlo sacar de su cabeza?
Nunca antes había pasado eso. Pero con él fue distinto; con él sentía como todos sus instintos se ponían al mil, le encantaba la forma en como sus cuerpos parecían hechos el uno para el otro.
Tal vez por eso había sentido la terrible necesidad de morderlo, pues por más que tratara de evitarlo le fue imposible. Por unos minutos se detuvo a pensar si aquello habría tenido consecuencias, cosa que estúpidamente descartó al recordar que fue su primera vez.
Sabía que ahora había formado un vínculo con él y que al tenerlo y estar separados ambos sufrirían la primera semana, pero ya estaba siendo llevado lejos de él y simplemente no podía hacer nada al respecto por más que quisiera.
Iría a Inglaterra a estudiar por tres años, cosa con la que porsupuesto no estaba deacuerdo, pero según sus padres necesitaba "reformarse".
Tal vez si era cierto que no cumplía satisfactoriamente con sus obligaciones como estudiante, pero veía imposible cambiar con el sólo hecho de irse a otro país.
Aún así no tenía otra elección.
...
Cansado por las horas de viaje por fin había llegado a la que sería su nueva residencia en su estancia ahí, era algo pequeña para su gusto pero ciertamente no estaba ahí de vacaciones.
Cargando sus maletas, pesadamente subió las escaleras hasta donde estaría su habitación. Botandólas en el piso se dejó caer sobre la gran cama en medio de aquel cuarto.
Se sentía exhausto y la suavidad de aquella cama era muy reconfortante al cuerpo, poco a poco pudo sentir como sus ojos se iban rindiendo ante el sueño, para al final terminar completamente dormido.
...
Se encontraba en un lugar completamente desconocido para él ¿Qué sitio era ese?
Miró a su alrededor en busca de algo conocido, pero no encontró nada. Comenzó a caminar pero el paisaje no cambiaba en absoluto, empezaba a
asustarse, tal vez estaba perdido.Siguió caminando un tiempo más hasta que a lo lejos vió una figura conocida. Al verla, una felicidad enorme le invadió, comenzó a correr hacia ella, pero por más que lo hacía no lograba llegar.
Comenzó a asustarse, así que decidió hablarle.
– ¡Kenta! – comenzó a gritar esperando captar la atención ajena –.
Aquella persona no volteaba a mirarle, estaba de espaldas a él sosteniendo algo en brazos ¿Qué era aquello que le robaba su atención?
Asustado volvió a gritarle una vez más, aún sin éxito.
Aunque no cambiara nada el seguía corriendo mientras continuaba llamando a la otra persona.
La desesperación le empezó a invadir, cuando estuvo a punto de comenzar a llorar notó como al fin avanzaba de aquel sitio.
Rápidamente fue hacia él, lo más rápido que sus piernas se lo permitían. Así pronto llegó hacia él.
– Kenta, estoy aquí – estando detrás de él le hablaba al tiempo que le tocaba con una mano el hombro –.
Al momento de aquel toque Kenta se desvaneció frente a él cuál polvo.
¿Qué acababa de suceder?