El sentido de donde vengo,
el sentido todo lo que veo,
de las veces que dije mi intento de verdad.
Por ser como soy,
por decir lo que digo,
por crear estrellas en mi espacio.
Intenté sonreír y aprendí a llorar.
Cuando mi rabia ardía, aprendí del amor.
En el vacío del silencio escuché mi voz.
El eco del infinito vibra con mi pecho.
Mis pupilas dilatas revuelven la gravedad y ven las moléculas que florecen a la luz.
Nada tiene sentido, ni lo que digo, ni lo que soy.
Es absurdo el peligro.
Es oscuro el olvido.
Es franca la falta de sinceridad.
¿Para qué estamos si no es para amar?