Perdóname

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Estoy aturdida.

¿Esto acaba de pasar? Las lágrimas siguen cayendo y no puedo moverme.

— ¿Qué haces ahí parada? —dice Luke mientras se pone la camiseta de mi papá.

— ¿Qué? —pregunto confundida.

— ¿No acabas de decirme que lo amas?

— Yo...

— ¡Corre! Ve a decirle que fue un malentendido.

— Pero... —aún sigo sin poder moverme. Luke niega con la cabeza.

— ¡Ve! Si lo quieres no puedes dejar que se vaya así.

— Es que... —De pronto me da un rápido abrazo. Esperen, ¿qué?

— Rápido, búscalo. Ya sé el camino a la puerta. —dice antes de soltarme.

No lo pienso dos veces y corro a toda velocidad.

Cuando salgo por la puerta principal lo veo caminando con los puños apretados hacia el interior de su casa. Está muy cerca. ¡NO!

— ¡Logan! —grito sin aliento, sin dejar de correr.

Ya casi llego. Él apura el paso y abre la puerta.

— ¡Espera! ¡LOGAN! —justo cuando llego me cierra la puerta en la cara. Golpeo con fuerza. — ¡Abre la puerta ahora mismo! —sigo golpeando y escucho el ruido de la llave cerrando la puerta. Agrh. — ¡LOGAN!

No tengo idea de cuántos minutos estuve golpeando hasta al fin rendirme.

—Logan —susurro con voz ahogada antes de caer al suelo y llorar. Subo mis rodillas hacia mi pecho y dejo que las lágrimas rueden libremente por mis mejillas.

*****

Ya ha pasado una semana desde el día en que Logan se enojó conmigo.

7 días. 168 horas. 10,080 minutos. 604,800 segundos. No es que lo esté contando ni nada.

Megan ha tratado de subirme el ánimo pero ha fracasado miserablemente.

He tratado de hablar con él a cada minuto en la escuela y me evita firmemente. Le he mandado dos millones de mensajes explicándole todo. Lo he llamado, correos de voz, he ido a su casa y… nada.

¡NADA!

Me siento como una maldita acosadora. Ya no sé qué hacer.

Es domingo por la mañana... no tengo ganas de hacer nada. Quiero quedarme en mi cama todo el día auto-compadeciéndome.

Alguien toca a la puerta.

¿Logan?

Me siento rápidamente.

— ¿Puedo pasar? —dice mamá después de asomar la cabeza en la habitación. Vuelvo a tumbarme y me cubro el rostro con la sábana.

—Agrh.

— Tomare eso como un sí. —luego de unos pocos segundos, siento que el colchón se hunde un poco.

— No quiero hablar —murmuro. Parezco una niña pero bueno... ¡estoy deprimida!

— Oh, vamos, Abby. Has estado deprimida estos días. Dile a mamá lo que pasa.

Megan ha tratado de subirme el ánimo pero ha fracasado miserablemente.

He tratado de hablar con él a cada minuto en la escuela y me evita firmemente. Le he mandado dos millones de mensajes explicándole todo. Lo he llamado, correos de voz, he ido a su casa y… nada.

!Sabia que serias un problema!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora