Capítulo 6: Los Maahuk

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En los meses siguientes, por petición de mi esposo asistí a terapia de nuevo pero estas no parecían ser suficiente, no podía quitarme de la cabeza lo que había sucedió, no paraba de tener pesadillas con el ruido que hacían los árboles o el bosque, con el batir de alas de las aves y de cómo el bosque escupía a mi hijo en medio de un mar de insectos y bichos que se extendían hasta hundirme en ellos para luego despertar llorando, empapada en sudor y gritando su nombre. Otras veces me despertaba a media noche y a los pies de mi cama podía verlos, allí de pie inmóvil y viéndome fijamente con sus ojos acuosos, apagados, negros y fijos en mí. Sin decir nada a pesar que abría su boca pero lo único que salía de ella era aquella baba negra y espesa. Pero me despertaba y no había nada. Muchas veces prefería no dormir a tener esos horribles sueños pero al final siempre tienes que dormir, al final siempre tenía esas pesadillas.

Así que luego estuve que recluida un tiempo en el asilo a las afueras del pueblo donde me insistían que lo que yo relataba no tenía ningún sentido, Juan había desaparecido hace dos años atrás y yo contaba que supuestamente el había regresado del bosque en dos ocasiones, ambas justo el día del aniversario de su desaparición portando la misma ropa que llevaba entonces y en "perfecto" estado con la misma estatura, peso y apariencia. Eso era una locura por donde lo viera pues el para ese momento debería tener 8 años así que su apariencia física tendría que haber cambiado considerablemente, sin embargo yo lo seguía viendo tal cual y como lo recordaba. Viéndolo de esa forma lo que yo contaba era una locura pero de igual forma le seguía creyendo, aunque ya no le hable más del tema a mi esposo, ya él tenía bastante con la culpa para ahora tener que lidiar con una loca.

Las semanas y meses pasaron y cada vez más se acercaba de nuevo el aniversario de la desaparición y posible muerte de mi hijo, todos los días cuando mi esposo se iba al trabajo me sentaba en el patio esperando su regreso pero nunca sucedía, hasta volví en varias ocasiones al bosque a ese lugar donde estaban los cuatro arboles armada con una pala para cavar pero nunca encontré nada. Luego de volver tantas veces a ese lugar me interese por el así que comencé a investigar y encontré muchas cosas interesantes. Encontré información sobre una tribu de indígenas llamados Maahuk que vivían en esos bosques hace mucho tiempo pero que los abandonaron alegando que los mismos estaban malditos pues decían que la muerte allí no podía descansar. Investigue más sobre el tema de los Maahuk y descubrí que cuando uno de ellos moría y la familia aún no estaba preparada para su partía lo enterraban en un lugar donde se decían que la muerte se detenía y el muerto regresaba con sus familiares hasta que estos aceptaban su muerte. Pero solo era un cuerpo sin alma, el alma se quedaba en la tierra del sepulcro atada por las raíces de los arboles sin descansar. Cuando los familiares aceptaban su perdida lo dejaban partir, pero para poder hacerlo tenían que volverlo a matar ellos mismos y enterrarlo en otro lugar para que este no volviera y así su alma fuera liberada y pudiera descansar en paz. Al seguir investigando encontré que en la mayoría de asesinatos extraños que habían suscitados en el pueblo siempre mencionaban a los Maahuk, y esto era porque siempre encontraban marcas e inscripciones muy parecidas a los que estos usaban en sus ritos y al ver las inscripciones eran idénticas a las que estaban talladas en la corteza de los cuatro árboles en lo profundo del bosque. En ese momento entendí que la maldad no estaba en el bosque si no en todo ese maldito pueblo. Los Maahuk veneraban a un dios llamado Ohksolog que había llegado de los cielos hace miles de años y con él la maldad que envolvió estas tierras.

Se estaba acercando la fecha del aniversario de Juan y mi esposo sugirió irnos de vacaciones fuera del pueblo por esas fechas para evitarme otro episodio como aquellos y hasta me sugirió vender esa casa eh irnos de allí pero me negué rotundamente diciéndole que quería enfrentarlo, quería superar ese trauma. Le jure que luego de ese día sea que el aparezca o no, nos podíamos ir a donde él quisiera y podíamos vender la casa a lo que el acepto de mala gana.

"Vendrán de donde reinan las tinieblas y abriéndose paso entre la tierra agria he infértil surgirán los protectores de mi semilla, aquellos que protegerán mi estirpe. Él seré yo y yo soy el poseedor de la resurrección"

- Extracto del libro de la unidad. Ohksolog

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