El enemigo.

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-Mierda, Narancia. Vístete, maldición. Debemos irnos.- Risotto colgó la llamada aún con ese rostro preocupado.

Se puso su abrigo negro con rapidez y esperó a Narancia en la puerta.
En cuánto este estuvo listo, lo tomó del brazo y cerró la puerta a sus espaldas.
Caminó al paso más acelerado que sus largas piernas le permitían, arrastrando al azabache con él.

-Risotto, ¿qué pasó?- preguntaba un confundido Narancia, intentando seguir el paso del mayor, pero su considerable diferencia de altura se lo impedía.

-Te lo diré más tarde, primero debemos llegar.-

¿Llegar dónde? Se preguntó Narancia a sí mismo.

Encontró la respuesta a su pregunta una vez estuvieron delante de la casa de Melone, quien le enseñaba a controlar su stand y que de alguna manera le agarró cariño y muchísimo respeto, a pesar de lo raro que este era.

Entraron ambos a esta, encontrandose con los demás amigos de Risotto reunidos en la sala.
Todos lucían igual de preocupados.

-Risotto, que bien que has venido. Mira, encontramos esto.- el hombre de cabello rubio (¿Prosciutto, era? Eso creía) le entregó al albino un pedazo de papel roto.

Narancia no conocía a los demás tanto como a Melone, pues él iba solamente a entrenar allí y solo saludaba a los demás (que por alguna razón siempre estaban allí) por mantener sus modales.

Miró al albino leer aquel pedazo de papel, exprimiendolo en su mano una vez acabó, furioso.

-¿No sé dan cuenta? ¡Hay que encontrar a Melone pronto! No puede usar su stand sin una estúpida mujer cerca.

Narancia no entendía absolutamente nada, ¿qué le pasaba a Melone?

-Pero Risotto, no podemos hacer nada si no tenemos pistas.- habló nuevamente el rubio de antes.

-Si no van a accionar ustedes, entonces lo haré yo. Con esta nota me es más que suficiente.- Risotto volvió a tomar a Narancia del brazo, y salieron de la casa.

Se agachó a su altura, poniendo ambas manos en sus hombros.

-Ve a casa, esto puede ser peligroso. No quiero meterte en esto.- le habló el mayor, dándole la espalda y alejándose.

Narancia actuó rápido y lo tomó por si abrigo, sin dejarlo irse.

-¡No! ¡Iré contigo, yo también puedo ayudar a Melone!- dijo agitado, no podía quedarse de brazos cruzados como si nada.

-No puedes, me serás una molestia y te puede ocurrir algo grave.- le contestó Risotto, tan neutral como siempre.

-¡Sé usar a la perfección a Aerosmith, puedo ayudarte!

Risotto chasqueó la lengua, siguiendo su paso.

-Está bien, pero si te ocurre algo no quiero quejas.

Una sonrisa apareció en el rostro de Narancia, asintiendo con efusividad.

(...)

Risotto caminaba por las calles alternando su vista entre esta y la nota que sostenía entre sus manos.
Sabía muy bien quién la había escrito. Esas palabras eran inconfundibles.

"Despidan a su amigo el genio, cobardes. Ya no tendrán que andar trás él como perros. Les estoy haciendo un favor."

Illuso los había traicionado.
Sabía que era él, una corazonada se lo decía. Además de algunas señales que pudo ver durante las últimas reuniones.

Ese hombre estaba sediento de poder.
Y Melone era aquel que lo poseía.
Illuso rompió el contrato, y se sabía muy bien que la consecuencia era la muerte.

melodramáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora