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Finalmente después de varios días, había llegado el muy esperado viernes, pero no había sido fácil ni sencillo tener que esperar seis días por ello. La cabeza de Minghao no dejaba de pensar cosas locas, más cuando veía a Jun en su escritorio, tecleando despreocupado, o en algunas oportunidades que le llevaba café y le sonreía, como siempre; esos pequeños detalles que lograban derretirlo y causar estragos en su cabeza. Cada día se cuestionaba, se regañaba, se arrepentía. Mayormente eran pensamientos negativos, como una voz que le repetía "no deberías pensar así", "estás siendo un idiota", y más cosas parecidas.

Pero no era su culpa.

¿O sí?

Desde un principio tenía en claro sus sentimientos por Soonyoung, los cuales sólo se basaban en amistad, más nada. Pero, el hecho de tener un puto anillo en su dedo anular, no lo dejaba tranquilo. Igualmente esos pensamientos de "te estás adelantando a los hechos", "Jun sólo quiere ser tu amigo", no dejaban de reproducirse en su cabeza; si seguía con eso se volvería loco. ¿Qué era considerablemente lo mejor? Hacerle caso omiso a sus pensamientos, actuando impulsivamente, aunque en todos los casos esa no era la mejor idea. Sin embargo, eso eligió, viéndose por última vez en el espejo antes de soltar un profundo suspiro.

Se veía casual y cómodo, con una playera azul cielo y unos jeans sólo un poco ajustados. De todas maneras iría a la casa de Jun, ya que allí cenarían. Esa fue la idea del mayor, el cual había hecho comida italiana esa noche para los dos. Se apresuró, tomando un suéter antes de salir de casa y subir a su auto, sintiendo un constantemente hormigueo por sus ansias de ver a Junhui, aunque ya se habían visto un par de veces en la semana y tan sólo hace una hora en el trabajo. Hoy Soonyoung no dejó ni un mensaje ni llamada, haciendo preocupar al menor, porque sí, aunque no lo amaba, se preocupaba por él, era completamente extraño que no hiciera acto de presencia, ya había salido de viaje sin Minghao un par de veces y siempre le dejaba algún mensaje, fuera de buenos días o contándole alguna cosa, pero no había nada.

Minghao le dejó varios mensajes preguntando por él, no por hipocresía, sino que realmente le importaba el pelirrojo.

Luego de unos minutos, ya se encontraba frente a la puerta del departamento de Jun, sintiendo como se apretaba un nudo en su estómago llamado nervios, junto a sus manos frías. Ese chico lograba sacar viejas emociones en Minghao, esas emociones que sentía cuando eran jóvenes y lo observaba desde su asiento cuando estaban en clases, o cuando era hora del recreo y Junhui siempre andaba hablando con su grupo de amigos o comiendo, siempre con esa sonrisa tan hermosa que se cargaba, era increíblemente hermoso para él.

Dió leves golpecitos a la puerta con miedo, esperando en silencio y paciencia porque alguien abriera la puerta, repitiéndose mil veces en su cabeza que debía estar calmado y no dejar que volara su imaginación. Técnicamente era el jefe de Junhui ¡No podía estar pensando cosas cochinas sobre él! Menos si estaba comprometido.

Maldición, era mejor no pensar en eso o se sentía muy culpable por masturbarse en nombre de otro hombre que no era su futuro marido.

Gracias a todos los ángeles del cielo, el pelinegro abrió la puerta, sonriendo en cuanto miró a Minghao, dejándolo pasar con algo de alegría, era algo que el menor no pudo descifrar, pero le parecía tierno y precioso cada cosa que hacía, exageradamente, al parecer, hasta ese chico se veía guapo hasta respirando. Siguió a Jun hasta el comedor, sentándose frente a él e iniciando una tranquila conversación mientras comían de la lasagna que hizo el mayor junto a dos copas de vino tinto que había servido, nuevamente sintiéndose en ese ambiente cómodo y agradable que compartían los dos, en su burbuja donde nada ni nadie los podía sacar.

—El lunes tenemos una reunión con Inversiones Hong y ni siquiera he planeado nada...— Soltó el menor, terminado su copa de vino, dejándola sobre la mesa de vidrio.

Jun rió, como siempre.

—Pero tienes a un ayudante personal, o sea yo.

—¿Acaso eres mi ayudante personal?

Minghao frunció el ceño con diversión.

—¡Claro que lo soy! Por eso estoy en la misma oficina que tú y hasta te llevo café, mal agradecido.— Bufó en broma, cruzando los brazos para intentar verse enojado.

—Lo supuse... creí que me llevabas café porque eras amable, ya veo que no.— También hizo una broma, notando como el pelinegro abría las ojos con sorpresa y negaba repetidas veces con su cabeza, levantándose para luego reír y remover su cabello.

—No te llevo café por ese hecho, tonto. Sólo intento llevarme mejor contigo, me caes bien.

Lo miró a los ojos, dándose cuenta de que no era otra broma, él estaba hablando en serio.

Eso le sorprendió, pero al sentir los labios de Jun contra los suyos, le había sorprendido aún más.

Compartido [JunHao]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora