Cuando la rubia entró al gran salón sus pies se quedaron pegados al suelo y no supo que hacer. En un principio creyó que se trataba de una mala broma, pero después de enfocar bien su vista supo que la realidad se burlaba de ella a carcajadas.
Claro que había presenciado escenas así antes sólo que no lo esperaba, no de él. Los síntomas siempre eran los mismos y los resultados terminaban igual no importaba de quién se tratase: mejillas sonrosadas, múltiples caricias en la cintura, cuerpos pegados y los pequeños tirones de cabello, todo aquello se estampaba como una bofetada en el rostro de la chica.
Astrid lo sabía, ¿qué le hacía pensar que después de tanto Hiccup pudiese seguirla queriendo? Además, Liv era muy bonita, quizá ella sí podría hacerlo feliz.
Después de presenciar totalmente sorprendida aquello decidió que lo correcto sería no ver a escondidas de su amigo, por lo que con los nervios y torpeza al tratar de girarse y salir de ahí lo más rápido que podría no notó un jarrón de cerámica que se encontraba a su lado. Al oír el estruendo que causó su caída hizo que los otros dos integrantes de aquel lugar se separaran con el corazón a mil por hora.
Sin embargo, aunque la ojiazul agradecía internamente que aquella espantosa escena de besos hubiese terminado soltó una maldición en voz alta, puesto que por su urgencia de querer huir la habían descubierto. Ahora había dos pares de ojos mirándola, los verdes tenía un brillo de remordimiento, mientras que los marrones mostraban más que sólo una pizca de enojo.
Astrid no la culpaba, si ella hubiese sido interrumpida en un momento así definitivamente hubiese lanzado su hacha al causante y más si se trataba del castaño.
Sin saber muy bien que hacer sólo procedió a disculparse y dijo que limpiaría el desastre que había causado. Liv salió totalmente molesta del lugar despidiéndose de una manera muy cortante, mientras que en silencio el castaño precedió a ayudarle a recoger los pequeños trozos de cerámica.
Muchas veces quisieron hablar, pero cada que uno abría la boca se arrepentía al instante de lo que iba a decir y simplemente volvía a reinar el silencio.Finalmente, cuando casi habían terminado, la rubia alzó su vista y se encontró con unos ojos verdes que la miraban fijamente, sin quererlo se le escapó un "¿Qué?" más coqueto de lo que le hubiese gustado.
– Nada – negó Hiccup encogiéndose de hombros. Ella sólo soltó un bufido.
– Siento haber interrumpido.
– Eh...
– Ustedes estaban... y luego llegué yo... fue bastante incómodo. No pensaba interrumpir, de verdad, sólo quería salir corriendo.
– Liv estaba muy enojada.
– Lo sé, parecía querer asesinarme.
El futuro jefe soltó una risa.
– Lo siento.
– ¿Por qué?– preguntó viendo cómo Hiccup se ponía de pie. Le tendió una mano para ayudarla mientras ella sólo le correspondía con una sonrisita.
– Tú también parecías molesta.
– ¿Yo?
– Sí, tú.
– Claro que no – contradijo cruzándose de brazos.
– Sí lo estás. Siempre que estás molesta cruzas los brazos, arrugas la nariz, frunces el ceño y finges que no lo estás – dijo mientras la señalaba – justo como ahora.
– En mi defensa – comenzó Astrid – Me parece que iban muy rápido. Además, hay mejores chicas que Liv.
El castaño rodó los ojos.
– Eso ya no importa, ahora estoy con ella.
La rubia se quedó callada.
– Gracia por ayudarme a levantar los pedazos– dijo con un tono brusco sin entender bien por qué.
– Tú nunca me ayudaste a levantar los míos– susurró Hiccup. Ambos se dieron una última mirada y caminaron en direcciones opuestas.
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One Shots Hiccstrid
Fanfiction"Te amo Astrid Hofferson, con todo lo que tengo. Y siempre te amaré"