Capítulo 1º

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Dormito en una tienda de campaña, cansada del agitado día de hoy, con los nervios a flor de piel, sin conseguir disipar el miedo del cerebro y sacudirme la tensión de los músculos.

Siento el cuerpo pesado, pero aún así, soy incapaz de caer dormida. Doy vueltas en la incómoda "cama", que consiste en un par de mantas y una pequeña esterilla, sobre el frío suelo.

- Alexis... - oigo a lo lejos - ¡¡¡Alexis!!! - "susurra" Erica.

- ¿Qué quieres ahora? - digo incorporandome.

- ¡Levántate! ¡¡¡Corre!!! - dijo "susurrando" apremiante.

- ¿Que? - me levanto rápidamente y me pongo la chaqueta color caqui, con tiras doradas desde los hombros hasta las mangas, que forma parte del uniforme; encima de mi camiseta de tiras, que alguna vez fue blanca y de mi pantalón de estampado militar; y me calzo mis botas negras con los cordones lo más apretados posibles.

Salgo lo más rápido que puedo de la tienda y me paro a observar posibles peligros inminentes; pero lo único que alcanzo a ver es un par de todoterrenos militares, con las luces encendidas, cegandome de cualquier otro detalle importante. Me tiran del brazo y caigo a un lado de mi tienda, oculta de la vista de los todoterrenos. Me incorporo sobre mis antebrazos y veo como Erica se asoma cautelosa, observado en dirección a los focos de luz.

- Erica... -dije dejando que notara en mi voz mi enfado inminente - ¿puedes darme una razón por la cual estemos vigilando nuestros propios vehículos? - veo como un escalofrío le recorre la espalda y me alegra de haberle causado el efecto deseado.

- Antes de que me mates, escucha.

- Adelante - dije sarcástica, mientras me sentaba y cruzaba de brazos. Ella se acercó a mí, confidentemente.

- Llegaron hace un rato, y me despertaron las luces...

- ¿Volviste a dejar la cremallera de la tienda abierta? - interrumpo.

- Puede ser... - admite rascándose la nuca. Yo suspiro resignada. - ¡pero ese no es el caso! Escuché hablar a Uriel sobre alguien nuevo.

- ¡¿Que?! ¿A esta distancia de la frontera?

- Sí

- ¿Estás segura?

- Alexis, deja tu desconfianza de lado por una vez y piensa, ¿te contaría algo de esto si no estuviera cien por ciento segura?

- Ok, tienes razón pero... ¡esto es surrealista! ¿Si todo eso es cierto, sabes lo que significaría?

- Solo... un recogido.

- .... Dios mío. ¿Escuchaste algo más?

- No, eso lo escuche de pasada, avanzaron y me vestí rápidamente para seguirlos y venir a buscarte.

- Gracias Érica - sonreí. Ella sonrió también, orgullosa. Era la mejor amiga y compañera que una podía desear. Confiable, aunque despistada, temeraria y valiente. Genial en todos los aspectos, pero una chica tímida en el fondo.

Nos quedamos en silencio unos instantes, mientras ella se volvía a asomar.

- ¡Alexis! - me acerco y me asomo también.

Los soldados que antes estaban conversando detrás de los todoterrenos habían ido a la parte delantera, creando unas fantasmales sombras oscuras y tenebrosas, pero en silencio, como si esperaran algo.

Entonces alguien rompió el silencio.

- ¡Cabo Nil!

Érica y yo nos miramos asombradas.

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