- ¡No! - exclama Erica riendo - ¡¿Enserio les dijiste eso?!
Yo asiento con la cabeza, y sonrio ligeramente avergonzada. Ella se echa a reír.
- Eres increíble - dice - Yo nunca hubiera sido capaz de decirles nada de eso... y menos ahora....
Trato de recordar cómo empezó todo, analizando la situación.
Nil y Érica se dieron cuenta de sus sentimientos mutuos en mi "paseo nocturno" (como ellos lo llaman), se conocieron más en profundidad mientras estaba inconsciente y, por lo visto, sus sentimientos se desencadenaron con fuerza después de ayudarme con mi problema.
Comenzaron a pasar más tiempo juntos a medida que el tiempo pasaba, y a pesar de ciertas escenitas de celos (como la primera vez que conocí a Äis), y de largas conversaciones amorosas e historias llenas de dudas absurdas por parte de Erica, por fin Nil la invitó a ir juntos por ahí.
Realmente esperaba mínimo una confesión romántica de su parte... No lo que hizo.
- No te preocupes más Erica. - suspiro - No fué tu culpa, sino de ese energúmeno.
- Quizá no debería haberle..... - comienza ella.
- No - le interrumpo, agarrándole los hombros para darle apoyo - se lo merecía.
Ella me mira agradecida y asiente, yo suspiro de nuevo. Resulta que no se le ocurrió nada más que llevarla a una parte tranquila del bosque, y cuando la atmósfera era buena se abalanzó sobre ella... "propasándose" mientras caían al suelo.
Ella lo golpeó por inercia, por lo que como soldado estoy muy orgullosa, y como amiga solo le deseo suerte con su futura descendencia.
- Pero, hay algo que no entiendo ¿Porqué os enfadasteis tanto por unos conejos?
La pregunta me sorprende por unos ridículos instantes que hacen que me den ganas de golpearme por mi propia estupidez.
- "¿Enserio, ¡conejos!? ¿No se te ocurrió algo mejor?" - me digo a mí misma. - Ellos... dijeron que era imposible que hubiera conseguido cazar al conejo y que no me creían...
Después de todo lo que hemos pasado Érica, ¡que no me creían! Por Dios, a Nil le salvé la vida -apoyo una mano en mi frente, frustrada - Dijeron que era demasiada casualidad que el zorro se lo hubiera llevado y que ninguno de los dos pudiera ver nada ¡Y luego de cuestionarme, desconfiar de mí y llamarme mentirosa decían que me perdonaban! ¡Lo decían como si yo necesitara de su perdón! ¡Fue humillante!... - me mantengo en silencio por unos segundos...- Pero realmente perdí los estribos en ese momento-
- No - me corta ella - esta vez tú tienes la razón y ellos se comportaron como unos idiotas, - dice convencida - tenemos que ser fuertes, ¿verdad?
Nos sonreímos mutuamente y reímos, con unas risas amargas y pesadas. Me tumbo en la vieja esterilla y observo el techo de la tienda.
- ¿Te gusta? - rompe el silencio Erica, afirmando más que preguntando.
Yo me yergo rápidamente, quedándome sentada de nuevo.
- ¿Qué? ¡Por supuesto que no! - exclamo rápidamente - ¡¿Como me podría gustar alguien tan...?! - me pierdo en mis pensamientos tratando de encontrar alguna palabra para describirlo - ¡como él! - termino diciendo y acostándome de nuevo, avergonzada.