POV'S ALBA
Las lágrimas me salían sin poder evitarlo Marilia me vio y vino a mi lado.
M- Ven, vamos a casa – me invitó a su deslizador. El mío lo programó para que nos siguiera, me dejé llevar. Llegamos enseguida, nos bajamos y entramos a la sala y me dejó sentada en el sillón, estaba desolada, nunca pensé que me podía doler tanto. Volvió con una botella y un vaso. Las bebidas alcohólicas eran escasas y carísimas.
M- Tomate un poco de esto que te va hacer bien, esto lo hace Dave – lo tomé, era fuerte pero rico me abrazó y me recostó sobre su pecho, me puse a llorar. Dentro de lo mal que estaba, al lado de ella sentía cómo un alivio. Me acariciaba el pelo, me limpiaba las lágrimas, me consolaba de la mejor manera, con mi cabeza apoyada en su pecho absorbía una ternura desacostumbrada
A- Marilia, ¿por qué haces esto por mí?
M- Si te digo quizá no te guste – me apreté un poco más, estaba bien así
A- Dímelo, no sé qué me puede disgustar de ti
M- No sé, te voy a contar la historia. Mira, con Dave siempre fuimos una pareja que iba contra la corriente. Conocimos el amor, nos casamos cuando ya nadie lo hacía, y decidimos tener los hijos de modo natural. Así tuvimos los dos primeros, los criamos nosotros hasta que les tocó la universidad. Éramos jóvenes y tuvimos otros dos, nos alegraban la vida, sabíamos que íbamos a querer más. Congelamos óvulos míos y espermatozoides de Dave a una edad que estábamos con toda nuestra vitalidad. Volvimos a tener otros dos, pero estos en incubadora, también los criamos nosotros. Cuando llegó su tiempo se fueron, nos vemos de vez en vez. Cuando cumplimos los cien años, decidimos no tener más si no los íbamos a criar nosotros. Liberamos el material genético para quien lo necesitara. Tu padre seguramente cuando quiso tenerte, busco los genes que más le interesaban. No sabía de quien eran y coincidieron con los míos, así que vengo a ser tu madre.
A- ¿Y eso es lo que no me iba a gustar? ¿pero cómo supiste?
M- Espera – se fue hasta una de las habitaciones y volvió con una fotografía, me la mostró y parecía mía – mira, cuando te conocí, me vi yo cuando tenía tu edad-
A- ¿Entonces es seguro que eres mi madre?
M- Cuando viniste por primera vez, saqué de tu vaso muestras para sacar tu ADN soy tu madre
A- Entonces no queda tan mal que llore sobre tu pecho
M- Claro que no queda mal, llora lo que quieras que siempre voy a estar para ti – me besó los ojos llenos de lágrimas, dentro de mi angustia me calmó un poco. De a poco entre su cariño y el licor que me hizo tomar, empecé a estar más compuesta. Las palabras de consuelo me hacían sentir muy bien. llegó el momento de irme. Me acompañó hasta el deslizador
M- Toma si estás muy angustiada, tomate un vasito y vas a ver que te reconforta – me dio una botella y apretó sus labios contra los míos, me gustó, es antihigiénico, pero me gustó.
El deslizador me llevó hasta mi casa, todo el camino iba pensando en Marilia y en Natalia, una la iba a poder seguir viendo, a la otra tenía que imaginarla.
El último tiempo tenía la costumbre de dormir desnuda porque así estaba cuando me conectaba, ahora no tenía caso. Me acosté con un camisón corto y unas bragitas, iba a imaginarme que estaba con Natalia, no quería pensarla con tristeza.
Me llené un vaso con la bebida que me dio Marilia (quizá tendría que acostumbrarme a llamarla mama) la fui tomando de a poco, sentí una especie de calor en el pecho. Me tiré en la cama boca abajo, me acordé cuando se había puesto así, y metió la mano bajo su cuerpo. Hice lo mismo. Me iba adormeciendo con la imagen de Natalia en mi mente. Es bueno eso de haber aprendido a imaginarla. La carita de gusto que ponía cuando se corría, movía un poco la mano y un poco el cuerpo. De a poco iba cayendo en una somnolencia nostálgica.