La muralla no tenia más de seis metros, estaba hecha con troncos de arboles y aún no estaba terminada; dado que en algunos lugares le faltaba pintura especial para ahuyentar a los insectos que comen y fabrican sus madrigueras en la madera.
A la puerta de la muralla se encontraba un pequeño niño de unos nueve años con una armadura hecha de corteza de árbol y una lanza pequeña.
-No pasarán estas puertas, rufianes. ¡¡No en la guardia del guerrero Timy!!-
-Hola pequeñín, solo estamos de paso; si este es un pueblo solo compraremos unas provisiones y nos iremos- Le contestó Marielle en calma, agachada para estar a su altura.
-No me convencerás ladrona mentirosa- Contestó Timy con descaro.
Gabriel se paró frente al niño que no le llegaba ni a la cintura y con la voz mas grave que pudo; le dijo:
-pasaremos; ya sea con tu permiso, abriendo un boquete en la muralla o sobre tu cadáver-
Timy disparó su lanza al pecho de Gabriel que solo dejó una pequeña hendidura en su chaleco y salió corriendo hacia el pequeño poblado que se encontraba dentro de los muros. Era raro que Gabriel intimidase a alguien; pese a su tamaño y musculatura, tenía una cara que solo transmitía ternura; como la de un bebe y una voz grave pero suave y relajante. Distolux y Gabriel solo empezaron a reírse mientras Marielle les observaba con desaprobación.
Los aventureros siguieron al pequeño y se encontraron con un pueblo de no mas de siete casas, una iglesia, una escuela y un comercio de verduras y vegetales. Todas las edificaciones rodeaban una enorme higuera junto a un pozo de agua y, si bien no se asemejaba al tamaño de Zirve, esta jamás llego a tener la vida que emanaba este pueblo; la gente colgaba su ropa en cuerdas acompañadas de los pájaros, y los niños correteaban por la única calle jugando con un perro alrededor de la higuera. Timy acudió rápido al herrero del pueblo que resolvió las cosas con Marielle que dejó en claro que no venían a robar nada.
-Timy se ha empeñado en cuidar una de las puertas y por eso he fabricado esa lanza para él, desde hace un tiempo unos ladrones han invadido el pueblo y robado dinero, muebles y todo lo que encuentran, por eso hemos construido el muro; es un pueblo pequeño y no tenemos defensas.-
Los aventureros escucharon con atención las palabras del herrero pero no consideraron el brindar su ayuda dado que aún se sentían como simples campesinos que no podrían hacer nada frente a unos ladrones expertos.
Marielle se dirigió a la tienda de comestibles; no vendían carne porque los animales se les eran robados a los cazadores antes de llegar a la ciudad, pero sí toda clase de verduras que se cultivaban dentro de los muros y una especialidad más de la casa: por lo que era conocido el pueblo; sus lechugas marrones. Estas no eran especiales por su tamaño o sabor pero sí en su color y en su extraña cualidad de subir el animo y el rendimiento físico de sus comensales; las ancianas recomendaban una ensalada de lechuga marrón con zanahoria antes de una entrevista de trabajo o para curar el mal de amores. Marielle solo tenia monedas de oro y por la falta de cambio tuvo que llenar su mochila de todo tipo de vegetales; en especial lechuga.
Distolux y Gabriel fueron a la herrería en busca de armas para protegerse de los asaltantes de la zona en cuanto se fuesen y allí Gabriel con su ternura convencional le devolvió la lanza a Timy ganándose su cariño; especialmente porque Timy admiraba cómo su potente ataque ni siquiera atravesó la ropa del colosal guerrero Gabriel.
Un estruendo explosivo sonó afuera y se escuchó a la gente gritar.
-Son los ladrones- exclamó el herrero y les dijo a los demás que se queden en la herrería hasta que pase. Marielle no dudó en salir a ver que pasaba y vio a cinco personas que se metían a través de un hueco en el muro que parecía haber sido hecho en el momento, se movían rápido y uno de ellos se detuvo para intimidar a Marielle con una mirada asesina que salía de unas telas negras que envolvían su rostro y que combinaban con su ropa de cuero del mismo color. Marielle no se dejó intimidar y abanicó su báculo en busca de una utilidad para darle; si no lanzaba hechizos entonteces servía para golpear en la cabeza al asaltante, el intento funcionó muchísimo mejor de lo que esperaba, porque antes de que el ladrón hiciese nada, un portal se abrió en su cintura y todo su tronco, brazos y cabeza cayeron a otra realidad, a un cielo estrellado donde flotaban una cabeza amada y una lanza olvidada. Marielle se conmocionó al ver que acababa de desmembrar a un hombre pero no se dejó detener por el sentimiento y corrió hacia los demás que se dirigían a la iglesia.
Distolux y Gabriel no se atrevieron a salir cuando vieron a Marielle corriendo detrás de los asaltantes pero si cuando notaron que uno de ellos tenia un libro mágico y una pequeña chispa que salió de su dedo se convirtió en una explosión que empezó a incendiar toda la herrería, el herrero salió por la puerta de atrás para proteger a Timy y les ofreció a cada uno de los aventureros una maza si prometían luchar contra los atacantes; lo hicieron y aterrados salieron a la batalla. Gabriel le tocó el hombro a uno de los atacantes que se encontraba de espaldas a él, evaluando el valor de unas sábanas colgadas en una cuerda; al voltearse dio una vuelta sobre su eje en sentido contrario por un golpe de la maza que Gabriel le dio con una sola mano hundiendo su rostro de un golpe en las telas negras. Distolux por su parte lanzó su gancho que atrapó el pantalón del dueño del libro mágico que huía de él (probablemente por la falta de maná que le dejó el reventar de una explosión el muro) y al jalar de la cuerda lo lanzó al piso frente a él; Distolux se le lanzó encima y procedió a golpear con una brutalidad impropia tres veces la cabeza del ladrón y arrebató de sus manos el libro dejando la maza sobre su cabeza. Al abrir el libro en cuanto sus ojos tuvieron contacto con las paginas; en su mente se imprimió todos los conocimientos de magia explosiva del antiguo manuscrito encuadernado con un roto y quemado cuero rojo, Distolux había matado al hombre no por rabia sino por el libro; porque poseía una magia que atraía y buscaba a un portador mágico de mayor poder que el anterior como lo era Distolux que superaba en el control de la magia al desgraciado ladrón mago. Marielle se encargó del resto dado que en una segunda agitación del báculo; de este surgió el lado derecho de un lobo; su pierna delantera y trasera derechas, el lado derecho de su rostro, y todo lo que lo uniría con su lado izquierdeo era un vórtice a una especie de cielo estrellado, aún así su lado derecho con pelaje dorado se movía perfectamente bien y no tuvo problemas en acabar con los ladrones restantes antes de que se desvaneciera convirtiéndose en estrellas que flotaron en el aire por unos momentos.
El clérigo del pueblo se encargó de los cadáveres y no se dejó salir a jugar a los niños hasta que no se apagó el incendio de la herrería; pese a esto el herrero les regaló las mazas en agradecimiento por su ayuda, aunque Distolux no la aceptó porque ya se sentía seguro solo con el uso de su libro de explosiones; él y Marielle bebieron las dos restantes pócimas de Maná. El pueblo les rogó que subiesen al monte que estaba a un lado del pueblo dado que allí deberían estar el resto de asaltantes y todos los objetos robados; los miembros del Gremio aceptaron ebrios de halagos y un espíritu heroico en sus corazones por la victoria.
Les tomó cuatro horas encontrar la cueva que estaba protegida con inútiles trampas de sonido fabricadas con cuerda, claveles y campanas, y decorada en su interior con las mesas, sillas y muebles rellenos de alimentos; todos robados del pueblo. Iluminados con la tenue y casi imperceptible luz de las estrellas que aún estando en el interior y aún siendo de día se reflejaban en el báculo; encontraron a tres asaltantes en ropa interior dormidos en un apéndice de la caverna, pero antes de que pudiesen hacer nada, un cuarto oculto entre las sombras atacó por la espalda a Distolux que en un acto reflejo lanzó desde su libro abierto una pequeña chispa que resultó al chocar contra las rocas en una inmensa explosión que derrumbo la caverna sobre los durmientes, escaparon antes de que la cueva se derrumbarse por completo con el último de los ladrones (el que atacó a Distolux) en los brazos de Gabriel, que lo ató con las cuerdas de las trampas sonoras de la entrada.
Se fueron del pueblo antes de que anochezca para continuar su viaje, ya con todas las provisiones en las que abundaba la Lechuga, la nueva maza de Gabriel para protegerse de los ya inexistentes asaltantes de los alrededores y el libro de Distolux que no sería el último artefacto mágico/maligno que llegaría a sus manos; no sin antes dejar al tintineante prisionero a las manos de la justicia del agradecido pueblo que dejaban atrás y del cual jamas conocieron su nombre y pasaron a llamar "La Ciudad de las Lechugas Marrones".
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Gremio de los Moribundos
FantasyBasada en una partida de rol. Cuenta las aventuras del maravilloso Gremio de los Moribundos y de todos sus miembros, de sus viajes a través de del basto continente sin nombre; porque no existe ningún otro. Y de cómo sus acciones les llevaran a ser p...