Mudanza

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El departamento quedo en completo silencio, mire a Zoro fijamente y el no quitaba sus ojos de los míos, bebi un trago de mi café.

- ¿lo dices en serio? – debía asegurarme de que había oído bien y no era mi cerebro imaginando cosas.

- Por supuesto que hablo en serio Robin, somos mejores amigos, ya tenemos la parte más tediosa resuelta. – dio un mordisco a su tostada

- ¿la parte más tediosa? – no entendí a que se refería

- El conocerse, saber si tienes química con alguien, nosotros la tenemos, sería lo mismo que ahora, pero con la ventaja de que podremos tener sexo y si conoces a alguien, no hay problema. – supe de inmediato que sí hablaba en serio, no había una pizca de humor en su semblante

- Eres mi mejor amigo Zoro, no quiero perderte. – me aterraba la idea de que nuestra amistad se fuera al carajo por algo así, inmediatamente vino a mi mente el recuerdo de lo ocurrido hace diez años en Roma, pero tan rápido como llego lo quite de mi cabeza. No era el momento de pensar en eso.

- No me perderás, somos amigos sin importar que, eso es mucho más importante, pero somos adultos Robin, y tenemos necesidades humanas, también quiero despertar con alguien a mi lado más de una mañana, o echarnos en el sofá un sábado por la tarde a ver películas, a quien tomar de la mano por el parque y contigo lo puedo hacer sin necesidad de toda esa estupidez del amor. – y ahí estaba, llevaba 10 años escuchando decir a Zoro que no cree en el amor, que es una estupidez o que solo existe para algunos pocos casos como Nami y Luffy. – no es algo tan descabellado si lo piensas bien, si necesitas algo de mí, estoy en la puerta de en junto. – no supe que responder a eso y también sabía que no ahondaría más en el tema, no me presionaría, ya había expuesto su punto y ahora la decisión recaía en mí.

En ese momento sonó el timbre que anunciaba al portero avisando de alguna visita que esperaba en el vestíbulo.

- Dime Johnny. – y por esa razón es que agradecí que anoche no estuviese en su puesto, Johnny había sido compañero nuestro en el instituto y Zoro le consiguió el empleo de portero en su edificio. – claro, diles que suban, gracias. –

- Los chicos están aquí. – anuncio terminando su café.

- ¡Oh no! – exclame con un gesto infantil, no estaba preparada aun para el sermón de Nami y conozco a mi amiga lo suficiente para saber que fue ella quien arrastro a los otros dos antes de tiempo.

- Oh sí. – se burló Zoro

- Lo estas disfrutando ¿no?

- Claro que no, jamás me han gustado los gritos de esa bruja

- Te puedo escuchar maldito. – como si la hubiese invocado escuchamos la voz de Nami del otro lado de la puerta.

Zoro fue a abrir, y me quede mirándolo, llevaba puesto solo unos shorts y una camiseta musculosa que remarcaba su tonificado cuerpo, viéndolo así, no lograba encontrar ninguna razón para negarme a su alocada idea.

Sacudí mi cabeza y me reprendí mentalmente, "Deja de mirarlo Robin, es tu mejor amigo no un trozo de carne".

El que los chicos entraran en ese momento por la puerta fue de lo mejor, pude despejar mi mente de aquellos estúpidos pensamientos.

- Amigaaaa. – el grito de Nami inundo la habitación y corrio a abrazarme, me levanté de mi lugar y le devolví el abrazo.

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