encuentro desafortunado

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*advertencia: este capitulo contiene escenas para mayores de 18 años... lee bajo tu propia responsabilidad

- Señorita Robin, señorita Robin. – Camie me estaba llamando a través del alta voz

- Si, Camie ¿Qué sucede?

- La señora Nami esta al teléfono

- Pasame la llamada por favor. – mire la pantalla de mi celular, tenía 3 llamadas perdidas de Nami, con razón me había llamado a la oficina.

- ¿Dónde demonios estabas? Llevo llamándote por más de una hora

- No exageres Nami, solo son 3 llamadas perdidas.

- Bueno da igual, ¿Dónde estabas? ¿estás bien? ¿Qué tal la cena de anoche? ¿ocurrió algo después? – mi amiga me bombardeo con preguntas, y la última de ellas era la que me tenía en las nubes.

A mi mente llegaron las imágenes y los recuerdos de la noche anterior y de esta mañana, definitivamente mi mejor amigo había adquirido mucha experiencia.

después de entrar en el departamento Zoro cerró la puerta con el pie y nos seguimos besando hasta llegar a su habitación, volvió a cerrar la puerta con el pie y me tomo de la cintura aprisionándome junto a él, acaricie los pendientes que aún mantenía en su oreja izquierda mientras el dejaba besos desde mi mandíbula hasta mi cuello.

Me hizo dar media vuelta quedando de espaldas a su cuerpo y bajo el cierre del vestido.

- He querido hacer esto desde que te recogí en casa de Luffy. – susurro en mi oído con voz cargada de deseo mientras dejaba caer el vestido, dejándome solo en ropa interior.

Se pego a mí y pude sentir nuevamente el bulto bajo sus pantalones, solo que esta vez nada nos detendría, comenzó a masajear mis pechos sobre el brasier y mis bragas se mojaron aún más, solté un pequeño gemido cuando mordisqueo la parte de atrás de mi cuello.

Volví a girar quedando nuevamente frente a él que me miraba como si fuese la mismísima afrodita.

Desabotone su camisa y cayo a algún lugar en el suelo, sus pantalones también desaparecieron luego de eso, esta vez yo tome el control y lo lance hasta la cama, él se apoyó sobre sus codos sonriéndome ladinamente, su mirada transmitía el fuego puro del deseo, ya no había nada de la inocencia de nuestra primera vez, ni los estragos de una alocada noche de copas, esta vez estábamos conscientes y experimentados, era como si nos estuviésemos reencontrando después de mucho tiempo.

Completamente desnuda me senté sobre él y comencé a besar su cuello hasta llegar a sus labios, devorándonos nuevamente, no había delicadeza, sino el más puro deseo.

Grité de placer cuando al fin lo sentí enterrarse por completo en mí, me comencé a mecer, de manera suave al comienzo, subiendo el ritmo poco a poco, hasta llegar a un ritmo salvaje, entre caricias y besos.

Era como si hubiese vivido en el desierto por años y ahora al fin había encontrado un oasis donde saciarme.

En esa primera ronda tuve 3 orgasmos, el ultimo lo vivimos juntos, no había duda que el ejercicio y entrenamiento de Zoro no solo le daba resistencia en una competencia.

Lo hicimos 2 veces más antes de caer completamente rendidos, me dormí igualmente desnuda entre sus brazos y así desperté esta mañana.

Volvimos a tener sexo en la ducha y ha sido de las mejores experiencias que había tenido.

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