Dudas, dudas y más dudas.

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POV. Dove

Habían pasado días desde aquella revelación, yo no mate a Sofia Carson, yo no la lastimé, pero alguien si lo hizo, alguien la mató a golpes, algún malnacido la golpeó hasta morir. Murió gritando y llorando, seguramente suplicando por su vida mientras aquel hijo o hija de puta seguía golpeándola por alguna razón.

El fantasma de Sofia me seguía, era aquel dolor inmenso en mi pecho, aquel dolor que crecía cada vez más y más mientras imaginaba como la habían matado. Como habían golpeado su cuerpo, su hermoso rostro destruido.

Me la imaginaba en la morgue, me la imaginaba recostada en la camilla de metal, siendo examinada, todos los golpes alrededor de su cuerpo, como recordatorios permanentes de aquella muerte trágica. Me imaginaba como habían logrado que se desvaneciera su olor a chocolate, o que su sedoso cabello dejara de brillar, el cómo habían logrado apagar la luz de su sonrisa, aquella hermosa sonrisa que no era fácil de ver todos lo días.

Sofia era una chica destruida desde antes de su muerte, una chica destruida en vida, una chica que usaba una máscara de ser una perra maldita, cuando en realidad era solamente frágil, como aquellas rosas azules y rojas que tanto amaba.

Sofia era una persona a la cual nadie lloraría por su muerte mas que unas cuantas personas. Era aquella que destacó tanto en vida que cuando dejó de brillar simplemente la olvidaron. Nadie en toda esta maldita ciudad de Canada lloraría por la muerte de "la chica mala de Vancouver". Aun escucho sus palabras "solamente era una perra más, después vendrán más como ella".

Los odiaba, los odiaba a todos, a mis padres por llamarme loca y encerrarme aquí, a mis supuestas amigas por no estar cuando mas las necesité, a toda la estúpida gente que habita en esta maldita ciudad, pero más lo odiaba a él, a ellos, a aquellos que la lastimaron tanto, que la hacían sentir como una zorra, que abusaban de ella diario, gracias a ellos Sofia no podía tener hijos ahora. La embarazaron, 3 veces, y 3 veces la hicieron abortar. La última vez casi no sale viva del maldito asqueroso consultorio clandestino. Le practicaron mal el ultimo de sus abortos, ahora no podría tener hijos aunque quisiera, a ellos les hacía muy felices aquello, pero jamás pensaban en ella, ella era solamente un maldito objeto para ellos.

Estaba molesta, furiosa de sobremanera. Comencé a golpear con mi puño la pared, ya no quedaba más que destruir en esta horrible habitación más que a mi misma, gritaba mientras golpeaba la pared, una y otra y otra vez. La sangre comenzó a correr por mis nudillos, llegaron los doctores por el escándalo y me tomaron con fuerza mientras me inyectaban calmantes, pero ahora yo solo lloraba, de rabia, de furia, de saber que no había podido evitarlo. Me desmayé.

Varias horas después se pasó el efecto de los calmantes, desperté y ella estaba sentada en el rincón, intentando reparar la lámpara de noche que había destruido días atrás, cuando la aventé contra la pared por la impotencia. Ella cantaba, estaba cantando, oía la entonación de aquella dulce melodía.

—¿viniste a regañarme? —dije exhausta, siempre que hacía algo malo su fantasma aparecía a atormentarme de nuevo.

—deja de martirizarte —me miró directamente por unos segundos y después volvió su vista a la lámpara—. Deja de hacer tanto caos en este lugar —meme hablaba en forma de reclamo, conocía el tono, pero al mismo tiempo era tan callada y dulce.

—no me martirizo, es la forma de reflejar mi dolor —la miré con molestia, ni siquiera sabía si estaba enojada con ella o conmigo, ella no me dijo lo que estaba sucediendo, no me dijo que alguien andaba tras de ella, pero yo tampoco me di cuenta.

—pero lo haces... no estás proyectando tu dolor, estás proyectando tu ira. Ni siquiera tienes una idea de cómo se siente el dolor verdadero. Estar destruido por dentro y por fuera —solté un suspiro después de escucharla—. No sabes nada, solamente eres una estúpida niña inocente que debe empezar a crecer y superar las malditas cosas de una vez —ahora su tono era de enojo.

—ni siquiera estás aquí para ver si lo hago. Yo decido si te supero o no Carson, aparte ¿tú que sabes de mi dolor?

—¿dolor? —dijo en tono de burla—. Esto es dolor —me enseño su brazo lleno de golpes—. Esto es dolor —también su abdomen, lleno de cortadas y moretones—. Esto igual —en su cuello tenía una marca, como si la hubieran intentado ahogar.

—pero ahora estás muerta, ya no puedes sentir nada —le dije con molestia—. Yo solamente quiero tener paz, salir de aquí y matar a quien te asesino.

—entonces mátate —me dijo con frialdad—. Porque todo esto fue tu culpa —su mirada tan fija me dio escalofríos ¿mi culpa?—. Quizá no me mataste directamente, pero si indirectamente. Gracias a ti ya no existe nada de Sofia Carson —su voz se quebró y mis ojos se cristalizaron ¿yo provoqué todo esto? Ella dejó la lámpara rota y se levantó de su silla yéndose, dejándome con más dudas que respuestas.

Continuará...

¿Qué pasará?

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Chica Mala (Dofia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora