Capitulo 8

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(Una mirada a la otra cara de la moneda)

Un golpe aturdidor se escucha desde el living, es la puerta de mí habitación la cual azoto con fuerza, al instante comienza a escucharce la encantadora voz del señor Marilin Manson y así dejo caer mí pequeño cuerpo sobre los almohadones que descansan en mí gran cama, abrazo uno de ellos y comienzo a derramar lágrimas seguida de fuertes gritos que se camuflan con la música.

Soy solo una pobre niña puberta de catorce años que sufre seguido ataques de nervios.

Todos sabemos que esto no es culpa mía, sino de mamá por estar mucho tiempo fuera de casa y ocuparse de su trabajo más que de su hija, o tal vez es culpa de papá por crear a este pequeño monstruo caprichoso que hace y deshace a su manera... O no... La culpa es de todas estas malditas personas a mí alrededor que saturan mí pensar, mí cabeza, mí cuerpo, mí alma... No lo sé, solo me saturan y ya.

Despacio dejo de llorar y seco sola mis lágrimas, desde muy chica seco mis lágrimas sola. Aprendí a hacerlo a pulso ya que no necesito a nadie.

Me pongo en cuncliyas a un costado de la cama y comienzo a buscar debajo de ella, hasta que veo asomarse atrás de una de las cuantas porquerías que hay debajo de esta la caja de mis cigarrillos Virginia.
Abro la ventana que da camino a mí balcón, camino despacio hasta este mientras le doy encendido a mí cigarro.

No soy una adolescente normal, se supone que a los catorce años debería estar hablando de chicos y de lo lindos que son, haciendo pijamadas con amigas mientras miramos películas, o yendo como loca desquiciada cada vez aparece algo nuevo de esos grupitos de música baratos con monigotes armados.
Claramente eso no me interesa, no soy una chica normal, no me gusta hablar de chicos, no me gusta juntarme con amigas... Sinceramente no puedo engañar a nadie ¿Amigas? No las tengo, ella se alejan de mí con solo verme, obvio sin antes hacer mí vida miserable.

Lo tengo todo, ropa, dinero, puedo viajar y comprar lo que quiero... Pero eso no es suficiente lo único que me sobran son quejas sin sentido según mamá y papá, pero son quejas con mucho racionalismo.

Para mamá su oficina es claramente su lugar favorito en dónde ella hace lo que más le gusta, yo mas bien pienso que ahí descansa de mí, ella no sabe nada de mí, se enteró de mí primera menstruación cuando encontró un paquete de tampones en mí mochila, ¿Saben cuándo? Un año después de que me haya bajado la regla por primera vez.

¿Mí padre? El vive con su nueva esposa hace como cinco años, el no me interesa y yo a él tampoco. Tiene metida en su abrumada cabeza que comprando cositas y llenando mí billetera de asquerosos billetes me da la felicidad que necesito. La última vez que lo vi creo que fue hace como tres meses, ya no recuerdo su cara despreciable.

Fui educada en el "mejor colegio", con profesores renombrados, enseñanza religiosa  y todo el bochinche, pero sigue siendo una mierda al igual que cualquier colegio público. Sufro bullyng desde que tengo nueve años, por ser delgada tomaron apodos sobre mí como "piernitas de pájaro o chorritos de soda", o por ser rubia. ¿Y saben que es lo más irónico? Que todas las enfermas que se burlaban de mí hoy andan con sus desteñidos cabellos para ser rubias.

Cuando cumplí mis "esperados"quince años mamá con el dinero de papá organizo la mejor de las fiestas, con los DJ más conocidos, la decoraciones las candentes y todo lo que se puede esperar a un fiesta de gente con dinero, invito a todos los nefastos que comprartian mi salón de clases, para que vayan a llenar sus panzas de comida y la boca de puras estupidez para luego hablar. Obviamente yo le di el final a la fiesta tan esperada tomando el micrófono y con el mejor de mis humores los saque a todos de ahí a los gritos, luego de eso tuve que consumir el peor, más aburrido y largo de los sermones de mí madre. Típico la niña más mal agradecida que existe en este mundo... Yo.

Me prestaron atención, y se dieron cuenta por primera vez de mis problemas cuando los llamaron una madrugada de septiembre desde el hospital para informarles que estaba inconciente por haber intentado suicidarme. "Obviamente todo mentira yo solo me puse a jugar con las sábanas de mí habitación, quien diría que me podía morir si me las ataba al cuello y las colgaba junto conmigo del balcon".

En esos momentos los dos se preocuparon por mí, estuvieron para mí y me hacían caso, pero duro solos dos semanas. Si, dos escasas semanas de mierda, que poco dura el amor de los padres.
La segunda vez que caí internada fue por un par de cortesitos que me hice en las muñecas, termine perdiendo tanta sangre que casi me pasó para el otro lado, pero bueno vamos a decir que me puse a jugar con un cúter escolar.

Mí madre armó todo un teatro, lloro por mí, tuve que comer otro de sus sermones de mierda y así ella estuvo contenta. Eso pensé, hasta que un día día me llevo engañada al consultorio del señor Gustabo, si era un psicólogo. El señor no sabía un carajo, más que mirarme el trasero cada vez que me giraba o me agachaba a atar mis zapatillas.
Luego de unas cuentas sesiones y mucha plata gastada, el señor llego a la conclusión de que tenia un trastorno psicológico depresivo o era de ansiedad... Sinceramente no lo recuerdo, solo se que me receto unas cuantas pastillas y cosas que me volaban la cabeza. Y gracias a esas pastillitas termine inconciente por tercera vez en el hospital y con un lavage gástrico para desintoxicarme que empezó con mí "anorexia".

Ahora les voy a contar porque me corrieron de mí renombrada escuela, fue en octubre más o menos cambie mí color de cabello a negro porque me habia cansado de sus burlas, como no podían reírse de mí pelo rubio, no tuvieron mejor idea que cortarme el el cabello a tijeretazos.
Recuerdo que solo me toque la nuca y vi caer los mechones de pelos a montones, comencé a llorar en silencio del enojo que tenia y entre medio de mis lágrimas vi que fue la inadaptada de Noemí la que me había hecho eso.
Seque mis lágrimas una vez mas, y caminé hasta la mesa donde ella estaba sentada.
-ERES UNA HIJA DE PUTA- fue lo único que grite, antes de tomarla del pelo y estrellarle la cara contra la mesa, cuando me di cuenta de lo que habia hecho ya le salía sangre a chorros por la nariz y la boca. Pero bueno no me arrepentí.
La llamaron a mí madre y le dijeron que tengo conductas violentas y que por este motivo no podía permanecer en esa institución.

Y así cai aqui en esta ciudad que también es una mierda, pero no importo nada porque acá lo conocí a el, aquí conocí a Yutaka al amor de mí vida. Si supieran que con esa sonrisa alegra cada minuto de mis días, me abraza y me olvido de todas las cagadas que se mandaron mis padres. Lo amo tanto que siento que no podría vivir sin el, y el me ama a mí. Tal vez sea la única persona que me ame de esa manera.

Suerte que te perdí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora