Su día más pesado fue cuando tenía quince.
Su cuerpo había estado dándole problemas. Se sentía pesado y fatigado, casi arrastrándose a su cama en las noches. Sentía sus huesos casi derritiéndose y migrañas que no le habían atacado ni en sus peores años, cuando no tenía para comer.
Había estado irritable durante un tiempo ya, casi gruñéndoles a los demás guardias cuando hacían algo desatinado que lo llevaba a él a tener que librar con Sasuke. Porque, claramente, era él el que debía dar la cara cuando algo que no le gustaba al chico pasaba.
Sasuke podía ser su protegido, podía ser su pequeño hermano menor medio a fuerzas, pero eso no evitaba que Naruto lo declarara la pequeña mierda más mimada e inaguantable del mundo. Constantemente estaban discutiendo y buscando lo mínimo para hacer enojar al otro, aún si realmente no era algo importante.
Naruto era el único "empleado" en esa casa que podía pararse frente a un de los hijos de el mafioso japonés más temido y ponerle los puntos. Era, básicamente, quien mantenía los pies del pre púber en el suelo. Porque no, no había forma de que cerrara la boca sobre determinadas actitudes.
Pero así como peleaban diariamente, tampoco hacían nada para separarse, Naruto podía derivarle el diálogo a otro guardia mientras él se quedaba por detrás, sin embargo siempre iba allí y le decía lo que estaba pensando sobre su mierda.
Y Sasuke lo apreciaba, aún si no lo admitiría ni aunque su vida dependiera de ello, el menor de los Uchiha estaba viviendo en un mundo en donde parpadeaba y ya estaba obteniendo lo que deseaba, cuando y como lo pedía. Nadie iba a pararse a decirle como debía hacer las cosas o a corregirlo cuando estaba mal, ni sus profesores ni sus padres, quienes solo le sonreían y cumplían con todo lo que pedía. Quizás su hermano le había llegado a poner límites, pero él se había marchado antes de que Sasuke cumpliera los nueve, así que no estaba muy seguro.
Naruto era el único que seguía siendo verdadero con él. Nunca alabándolo si no lo merecía, ni avalando sus actitudes estúpidas de niño mimado. Era solo unos años mayor, pero el rubio se había convertido en algo así como su guía. Su estaca, esa que lo mantenía en la tierra, que no lo dejaba flotar en ese castillo de ego y grandeza en donde muchos hijos de mafiosos iban a parar.
Además de que era el único que le hablaba como si fuese otro niño más, como si no importara la familia de donde venía, si no interesara una mierda que podía tronar los dedos y hacerlo desaparecer.
Naruto, en definitiva, era el único que lo trataba como una persona. Que lo veía a él, más allá de todo lo que su familia había construido a su alrededor.
Y Sasuke era el único que seguía tratándolo como un idiota, a pesar de que el rubio ya era alguien "respetado" por ser el favorito de la familia, por lo cual Sasuke se había encargado de hacerle saber que estaba actuando como un viejo cascarrabias, demasiadas veces, para ser justos.
Pero ese día era todo a otro nivel, y se sentía pesado, mareado y hastiado. Sentía que todo estaba cayendo demasiado duro en él. Sus brazos pesaban, sus piernas se sentían acalambrados y su boca era básicamente un desierto, aún si había bebido más de cinco botellas de agua.
Eran solo las once de la mañana, y ya estaba en las últimas. Su piel lucía pálida, ojos brillantes y mayormente desenfocados, labios quebrados y rojos, y su aliento se veía cada vez que suspiraba.
El ambiente se sentía húmedo y caliente, pesar de ser invierno, casi llegaban a navidad ahora. Sentía que necesitaba arrojarse a un estanque congelado. Ya había pasado los últimos dos días paseando por el patio, necesitando el fresco alivio del ambiente.
Sasuke estaba en su segunda clase del día, por lo tanto Naruto estaba allí también.
El cuerpo del niño estaba sentado muy derecho en su banqueta, sus finos y cortos dedos se movían con maestría por sobre las teclas del piano. Era una melodía extraña, pero apasionante. Si no mal recordaba era la versión piano de "悲しみをやさしさに"* de Little by Little.
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I'll protect you || NaruSasu
FanfictionSasuke Uchiha no quiere estar cerca de su familia, y vive escapándose de casa. Un día, eso le lleva a volver a ver a su alma gemela. • No se aceptan adaptaciones.