f i v e

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Sasuke bajo las escaleras como cada mañana, pero esta vez sentía la inminente sensación de que algo podría cambiar.

Llegó al comedor y su cuerpo vibró entero al capturar la esencia profunda y dominante flotar por el aire, miró hacia la fuente, ojos encapuchados y pestañas temblando junto a todo su cuerpo. Naruto estaba parado tras la silla de su hermano, enfundado en un impecable traje negro, los brazos atrás de su espalda, mirada al frente y una sonrisa floja.

Sus padres estaban allí también, charlando entre ellos y con Naruto, su madre le insistió hasta que el rubio cediera a sentarse. Sasuke camino lo más estable que pudo hasta caer en la silla junto a su madre, clavando su mirada en su plato, buscando su voz entre la abrumadora sensación de tener a Naruto allí, al alcance de su mano.

—Buenos días—saludó, al aire, demasiado cobarde como para mirar hacia la persona que tanto había ansiado.

Itachi, como siempre, fue el primero en hablarle con emoción, preguntándole y asegurándose de que todo en su ausencia haya estado bien. Porque eso era otra cosa, Itachi había llegado muchas veces a casa a largo de esos años, pero era la primera vez que traía a Naruto con él.

Escuchó una risa tan particular como añorada y lo miró, curioso. Su madre también se estaba riendo pero Sasuke solo lo estaba mirando a él, como si nada más existiera a su alrededor.

Lamió sus labios ansioso, mientras sus ojos recorrían lo que tenía frente a sus ojos, cada trozo de piel que estaba expuesto a él. Se perdió en él, en los pedazos de cielos que contenían sus ojos, en las dulces curvas de su pestañas, en su piel acaramelada, que tenía pinta de saber tan deliciosa como se veía, las bonitas cejas, aquellas crudas marcas que solo demostraban cuán fiel fue este chico a su promesa de cuidar de Sasuke. Luego estaba su fuerte cuello, hombros amplios y un pecho que se veía tan reconfortante para recostarse, piernas lo suficientemente largas para que sus pies llegaran a tocarse entre ellos.

De pronto su mirada estaba llena de una fina mano con las uñas negras brillando ante la luz del candelabro colgado sobre sus cabezas. Parpadeo, aterrizando nuevamente en el mundo real, ojos merodeando hasta lograr mirar a su madre con confusión, ¿de qué se había perdido?

Su padre tenía ambas cejas arqueadas, su hermano parpadeaba hacia el con algo parecido al entendimiento en esos abismos oscuros y Naruto le sonreía casi bobaliconamente, como si pudiera entender completamente lo que había pasado.

—Pregunté porqué no estas comiendo, ¿te sientes mal, Sasuke? Quizás deba tomarte la temperatura.—su madre ya estaba levantándose cuando el chico la tomó de la muñeca, evitando que la mujer se moviera.

—Umh, n-no, madre, estoy bien. No me siento mal, por favor, cálmate.

Ella lo escaneo, obviamente dudosa de creerle, sin embargo su esposo le tomó la mano y la ayudó a sentarse. Miró a su hijo y luego a Naruto, algo malévolo brillando en sus ojos.

—Naruto. —comenzó, tomando casualmente sus cubiertos, sin reparar en la postura ahora erguida del rubio. —Te encargarás de que Sasuke cumpla con su horario y su castigo religiosamente. Evita que se escape, contrólalo. No le hace caso a ningún otro guardaespaldas, nunca lo hizo, y como tú eres el único que supo dónde encontrarlo estás completamente a cargo de él. Itachi, tú vienes conmigo.

Naruto afirmó, volviéndose hacia el azabache, que miraba con ojos grandes su comida, como si esta fuese a saltarle encima en cualquier momento. Itachi estaba gratamente divertido ante el giro de acontecimientos, mientras que Mikoto trataba de ocultar su sonrisa con su copa.

Sasuke se quedó en silencio el resto del desayuno, mirando esporádicamente al rubio frente a él, y cada que sus miradas se encontraban, Sasuke sentía un latigazo hormigueante recorrer su columna.

I'll protect you || NaruSasuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora