[01]-Sus nombres son...

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Capítulo I: Sus nombres son...

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31 de Agosto de 1999

Un verano caluroso en la ciudad de Piedmont, California en el Hospital privado Okland Medical Center se encontraba una mujer de apariencia aproximadamente 30 años de edad, dando a luz en una de las salas de parto que se encontraba en la sala de expulsión del quirófano 4. Los dos residentes ginecólogos incluido el adscrito del hospital, pediatras y enfermeras del área estaban al tanto de la sala correspondiente, esperando a que la mujer terminara de pujar por la cavidad uterina de su vagina para dar a luz al primer bebé, que se auto nombraría el gemelo mayor.

Los pediatras veían el reloj un momento para tomar el tiempo del alumbramiento, y mantenían listo la incubadora para anunciar y anotar la hora en que nacería y dar los primeros 5 minutos de los cuidados inmediatos al recién nacido.

- Ya casi llega, un empujón más señora Pines. ¡Usted puede, solo un empujón! – Le aviso el doctor a la mujer que continuaba su esfuerzo por pujar al neonato fuera de la cavidad uterina. Las manos del adscrito alrededor de los labios vaginales indicaban que estaba coronando al bebé y que en cuestión de un minuto estaría afuera.

- ¡Dios!... esto es demasiado... - Gimió de frustración la mujer, su rostro lucia rojizo tras el esfuerzo, y parte de su frente se encontraba sudoroso. Jadeaba del cansancio apretando la cama de procedimientos. Y tomando inconscientemente la mano del residente para estrujarla con fuerza. – ¡AHHH!.... ¡DEBÍ PEDIR LA MALDITA CESÁREA! – Se aferró a la camilla antes de lanzar un grito más fuerte seguido de un gemido cansado, tras la sensación de liberación en uno.

- ¡La tenemos! – Anuncio el medico ginecólogo sosteniendo con cuidado la cabeza antes de tirar suavemente y sacar el cuerpecito en un movimiento rápido. – ¡Ya salió! - Anuncio con una pizca de alegría sosteniendo por completo el neonato entre sus manos, mientras pinzaba el cordón umbilical con dos pinzas Rochester-Pean curva cortando entre medio con la tijera de onfalótomo. Se apresuró aspirando con una perilla la boca y la nariz retirando las secreciones del líquido amniótico y sangre. Para después estimularla con un masaje en su espalda consiguiendo los primeros lloriqueos de la pequeña. – Es una bella nenita. – Paso él bebé a los pediatras para colocarla en la cuna térmica y terminar de valorarla a la pequeña.

- ¡AHH!... ¡Oh Dios! ¡aquí viene el otro! – Dijo la mujer gritando y luciendo más cansada.

- ¡Póngale puntas nasales y oxígeno a 4 litros! – Aviso el doctor. – Necesitamos monitorizar los últimos signos, preparen la siguiente carga de oxitocina. – Ordenándole a la enfermera. Se dirigió a la paciente para tratar de darle apoyo y calmarla. - Señora Pines un último esfuerzo más, ya viene el segundo necesitare de su fuerza.

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