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Le fue difícil masticar cada bocado. Sentía que estaba siendo observado, que le faltaba oxígeno y que su cara se le coloreaba sin siquiera haber tragado. Se mordía la lengua y bebía demasiada agua, a tal punto de ser reprimido por el altavoz del comedor. No podía beber demasiada agua sin antes comer toda su porción. Las reglas eran igualitarias para todos. Jungkook se imaginaba empequeñeciendo en medio de la habitación, hasta el tamaño de una hormiga. Fue el último en terminar de almorzar ese día. Su primer día.

Después de que todos lavaran sus platos, servicios y platos, se reunieron en la sala de estar para poder desenrollarse. Descubrirse todos juntos. Se acomodaron en sofás uno al lado del otro, formando así un círculo. Jaejoong se sentaba al lado de Dara, esta última compartía parte de su asiento con Dahyun, la más joven del centro. A la derecha de la menor se ubicó Xiumin, después de él se hallaba Yoona, luego Yoongi y, para finalizar la unión, Jungkook cerca de Taehyung, quien completó el redondel. Jeon se sentía algo lioso cerca del pecoso, pues este le había mirado de una manera no muy corriente. Le daban estremecimientos. ¿Será que no le caía bien?

—Bien, ya. Todos —Jaejoong alzó la voz para que le prestaran atención—. Tenemos a un integrante nuevo en nuestro centro, por lo que debemos conocernos más a fondo. ¿Quién quiere empezar con su historia? ¿Nadie? Comienzo yo entonces.

—Yo quería —puchereó Dahyun.

—Cállate que empiezo. Vale —frotó sus manos y lamió la comisura de sus labios, moviéndose oscilante en su lugar—. ¿Conoces a los bailarines de ballet? Yo era uno de ellos desde muy pequeño, y por mi peso siempre fui el foco de las bromas, a pesar de haber más chicas que chicos. Por eso fue que me alejé del ballet y me enrollé en la gimnasia artística. Me encantaba. Y... pues. Las burlas se entrometieron en mi camino de nuevo por no estar en forma, consiguiendo deprimirme —rascaba avergonzado su mejilla con la mirada de todos centrados en él—. Pensé... que si lucía bien me respetarían un poco más o...

—Te envidiarían.

—Sí... Bueno, la vanidad ¿no? Ya que hablaste, sigue tú Yoona.

—Pero lo mío es muy típico, ¿sabes? —se quejó ella.

—¿Y? Ningún desorden alimenticio es igual a otro. Todo se rige de la mente —le garantizó Jaejoong, animando a la castaña a proseguir.

—Tienes razón... —se mordió el labio— Empiezo —se arregló la falda que llevaba puesta y dirigió así la mirada a los demás—. Nunca fui aplicada en mi clase. Siempre existía la chica ejemplar que todas miraban con destellos; inteligente, deportiva, simpática, segura de sí... delgada. Perfecta. Yo quería ser una más, supongo. Fue por ello que me volví un desastre —acalló un momento y nerviosamente apretujó los bordes de su falda—. Aquí quiero terminar mi narración. Que siga al que le toque.

Todos notaron cómo se fastidiaba con lo penoso de su experiencia, así que sugirieron con sus miradas a no seguir presionando algo que podía explotar.

—Okay. Yo quiero seguir —habló Xiumin haciendo girar un brazalete rojo en su flaca muñeca—. Es simple: también quería relucir entre las personas. O, más bien, entre mi familia. Ya saben que con un hermano atleta, un padre abogado y una madre actriz, cualquiera se sentiría como un insignificante gusano.

—Odio los gusanos —gruñó Dahyun recibiendo la mirada colectiva—. No es por nada pero, simplemente, no los aguanto. Los detesto.

Xiumin rió con gracia y muy enternecido.

—Vale, vale. Solo por ti reformularé mi ejemplo. "Minúsculo como átomo", ¿sí? —la menor asintió y, sin que nadie pudiese notarlo, Jaejoong apretó con disgusto la almohada que abrazaba. Sus ojos se bañaban de unos celos imperceptibles para los demás, quienes se enfocaban en Xiumin— Sintiéndome así, quise cambiar. Sin embargo, ya ven cómo terminé ¿no? Un bulímico sin chispa. ¿Quién sigue?

—Yo —sugirió Sandara—. Iré al grano: intenté perder peso para poder ser bienvenida al mundo del modelaje —todos los presentes soltaron un "aaaah", con la predicción en la punta de la lengua—. Lo único que cambia mi perfil es que no solo sufrí con la anorexia; me perdí en el trastorno por atracones. Una completa basura —suspiró sobando sus antebrazos y respirando hondo—. Ahora le toca a...

—Yo, yo, yo —se indicó a sí misma la chica. Dahyun siempre se peinaba sus mechones largos de cabello negruzco cuando estaba ansiosa, tal como ahora—. No es la típica historia que se imaginan, ¿sí? He estado omitiendo unas partes desde que llegué. Ahora me siento con el valor de confesar y dejarlo salir.

—Así se hace, Dahyunie —le alentó Jaejoong.

—Creen que me la paso sonriendo, pero no puedo evitar sufrir de mis defectos —continuó distrayéndose con su cabellera—. He caído muy bajo en la depresión, creyendo que nadie me aceptaría tal y cómo soy. Pensé que ocultando mis pesares ignoraría lo peor. Si bien asumí que llevo una dismorfofobia, no es cierto y... la verdad es que padezco de una asimetría en mi cuerpo —soltó cabizbaja, sin despegar los ojos del piso. Cada rostro estupefacto de la sala no quiso siquiera murmurar—. Esto me ha llevado a querer solucionar mis imperfecciones y entristecer. Es difícil, ¿saben? La anorexia... —se sintió valiente como para alzar su quijada y mirar a cada uno de sus aliados. 

—¿Sabes que tienes todo nuestro apoyo, no? Tenemos todas nuestras esperanzas de que salgas adelante, Dahyunie. Eres la más joven luchadora en esta mierda —habló Dara, siendo sancionada por el altavoz. Sin embargo, la pelinegra joven escondió su sonrisa entre sus sonrojos. Se complacía del apoyo.

—Me toca —alzó el volumen de la voz y Jungkook le miró. Yoongi iba a hablar—. Anoréxico. Rehusado. Deprimido. Problemático, pero con ganas de salir adelante. No diré más.

—Min Yoongi: siendo un misterio desde siempre —aludió Dara girando los ojos, sarcástica. 

—Vamos, Jungkook. Es tu turno. No te morderemos, claro. Ni que quisiéramos —Yoona rió para sí misma, causando una incomodidad en Jungkook.

—Bueno... No hace mucho que fui rechazado de una audición para un gran papel. Me dijeron que mi apariencia no era la que buscaban y yo solo... quise enriquecerme —endeble puso su gesto y los miró, compadecido—. Terminé por cometer todo lo contrario, ¿no? Fui un imbécil al creer que les gustaría innovar la imagen de los personajes. El cine siempre rebusca más diamantes en bruto y recónditos para sacarlos a relucir.

—La anorexia no es como lo pintan los estereotipos, comprendemos. Tampoco los trastornos de atracón, la bulimia, ortorexia, vigorexia... —le cortó él: Kim Taehyung. No necesitó de presentación, pues se obviaba el turno que le tocó. Yacía observando al suelo con los puños metidos en los bolsillos y los pies posados en el borde de su asiento, con las piernas abiertas—. La culpa es de ellos por querer guiarse de los cánones —ahora volvió a mirarse con Jungkook—. Soy bulímico desde los quince. Debería estar muerto, prácticamente. Pero quiero que sepas, que todos se enteren que, si llegue hasta donde me encuentro ahora, sí es posible seguir luchando —ni siquiera parpadeó al articular cada palabra de sus labios. Su firmeza acentuada en cada oración le admiró a Jungkook, quien siguió oyendo con quietud en el pecho. Estaba desahogándose—. Ya son las cuatro en punto; hora de ir a la sala de talentos. 

—¿Cómo...?

La mayoría se emocionó a abandonar el sillón en el que se sentaban y brincar hacia la tal "sala de talentos". Jungkook no comprendía. ¿Acaso estaban apunto de ensayar una obra de teatro o un musical en una sala? 

—No te hagas ajetreos —Min Yoongi le dio palmadas en la espalda y le tomó de la mano para encaminarle al sitio—, te acostumbrarás. Ya verás.

Claro que se iba a familiarizar con la ciencia de todo el centro. Después de todo, era su primer día. Efectivamente se aclimataría con las actividades, los horarios y los regímenes, pero no de las miradas furtivas que le dedicaba Kim Taehyung. No se daba cuenta de ellas, mas con el paso del tiempo se iba a dar cuenta de cuántas e infinitas razones tenía el pecoso para brindar estas solo a él. 

Jungkook era curioso, y eso lo podría matar.

analítico, libro 1 • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora