Capitulo IV

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Samuel había corrido casi toda la ciudad de los muertos buscando un escondite para no hablar con el Omega que ya era su supuesto esposo, estaba asustado ya que este lo seguía y las diferentes personas lo delataban hacia a dónde se había ido.

Había llegado aún callejón sin salida y escucho como el Omega le llamaba al fondo de algún lugar. Con dificultad comenzó a escalar la pared hasta un balcón y cuando estaba por llegar vio los pies de ese joven.

- Hubieras usado  las escaleras tontito - el joven tomo su brazo y lo subió al balcón mientras daba leves risitas mientras se movía como danzando con una melodía en el aire. Se sentó en una banca que estaba allí en el mirador y señaló el lugar vacío a su lado, el alfa simplemente suspiro y se sentó, estaba agotado de la "persecución" que había tenido con el Omega.

- En serio que lamento mucho de lo que te pasó - Samuel dejo de mirar sus zapatos y miro  los ojos cafés del otro joven - pero yo no puedo ser tu esposo, estoy vivo y... - paro de hablar por ver los ojos brillozos del otro.

- Pero ya soy tu esposo y debes quedarte aquí - El alfa guardo silencio, en ese momento no tenía argumentos para contrastar eso - y no se cómo podrías volver... - el alfa sintió un tono extraño el la voz del omega - mejor no pienses ya en eso y toma - coloco en las piernas del alfa una caja - es un regalo de bodas - Samuel sacudió la caja un poco escuchando algo chocar, el Omega mordió su labio nervioso. El mayor abrió la caja y vio diferentes huesos.

- o ... Gracias - la caja comenzó a sacudirse y calló al suelo formándose el cuerpo de un gato. Ese minino salto a las piernas de Samuel - ¿Kira? - La gatita dio un maullido - oh Kira - acarició los huesos dónde debería estar el pelaje más sensible de la gatita - mi niña - El Omega dio unas leves risillas y acarició los huesos y se escullo como un ronroneo.

- Es una lindura - Samuel asintió

- Si la hubieras visto con pelo, era gris y brillaba muy hermoso - el Omega se acercó un poco más y se apoyo en el hombro de el alfa.

- Ya que estamos casados debemos iniciar bien este matrimonio  - el alfa sintió un escalofrío - Me llamo Guillermo, Guillermo Díaz - Este se acomodo de nuevo y miro al alfa esperando que este hablara.

- Oh ... Yo soy Samuel, Samuel de Luque - El Omega asintió y se formó un silencio abrumador, se sentía pesado. El alfa pensaba en como salir de allí.

- Eh... Guillermo ¿No te gustaría conocer a mi padres? - Samuel había formado un plan para a tratar de escapar.

- Oh ¡sería perfecto! - El Omega se levanto y giró emocionado - ¡vamos ahora mismo! ¿Dónde están enterrados? - Samuel se levantó y lo miro algo nervioso.

- Bueno, ellos... Ellos están... - Samuel señaló arriba y Guillermo hizo un "Oh" con sus labios - así que no se ¿Se podrá ir? - El Omega solo lo pensó un momento y asintió.

- Vamos al oráculo -

•••••••••••••••

Samuel caminaba detrás del Omega mientras subían por una escalera en espiral. Cuando parecía que llegaban al final Guillermo llamo al hombre.

- Oráculo - Habían terminado de subir , Samuel miraba los diferentes libros hasta que vio a un anciano sobre una pila de ellos.

- Oh querido, que bueno que me visitas - el anciano comenzó a bajar por los libros.

- Vengo por algo muy importante - el Omega se acercó y tomo las huesudas manos del viejo - necesito un hechizo para ir a la tierra de los vivos.

- Oh vaya - el anciano miro al alfa y luego al Omega analizando las posibilidades - está bien, pero no deben tardar mucho y no pueden quedarse. Menos tu querido - se refirió al Omega que simplemente asintió - para volver solo deben decir infernáculo - La pareja asiente y el anciano sopla a ellos un polvo blanco y ambos cerraron sus ojos. Al abrirlos la luna los recibió con todo su esplendor.

- Había pasado tanto tiempo en la oscuridad que había olvidado lo hermosa que es la luna - el Omega comenzó a tararear una canción mientras bailaba tratando de llamar  algo de la atención del alfa. Este al notar la intención se giró comenzando a pensar - ¿Samuel? - el mencionado se giró y tomo los hombros del menor.

- Escucha Guillermo - lo empujó con delicadeza y lo hizo sentarse en un tronco - quiero que por favor te quedes aquí ¿Si? - mordió su labio buscando una escusa - yo debo avisar a mis padres de la noticia.

- Me parece perfecto, aquí te esperaré - el alfa suspiró aliviado y salió corriendo sin despedirse, iría a dónde su verdadero prometido.

Llegó a la casa de sus suegros y se acomodo el cabello para tocar la puerta, pero no lo hizo, escucho al señor Doblas amenazarlo de muerte, retrocedió y comenzó a rodear la casa en busca de la habitación del Omega, al reconocerla comenzó a trepar las enredaderas y llegó al balcón.

- Rubén - Vio como el Omega se sobresalta y gira mirándolo.

- Samuel - el Omega se levanto y abrió la puerta del balcón dejándolo entrar - ¿Donde estabas? Todo el mundo te está buscando.

- Rubén, cometí un error y es algo muy grave - el menor lo miro preocupado y sujeto las manos de su prometidos - creo que me he casado por equivocación - el Omega casi se desmaya por la noticia - pero te juro que fue un error - tomo ambas manos del menor y se acercó un poco más a él - Por qué ya han robado mi corazón y solo deseo estar unido a ti - el omega mordió su labio un poco y se acercó deseando darle un beso.

- ¿Samuel? - se escuchó un susurro detrás de ellos y al separase y girar vieron a Guillermo terminando de subir el balcón - ya estaba preocupado... - Guardo silencio al ver el otro Omega y se acercó aferrándose a el alfa - ¿Quien es el querido?

- ¿Quien eres tú? - dijo Rubén muy sorprendido y mucho más al notar que el Omega ya estaba muerto.

- No es lo que parece Rubén - el Omega que se aferraba a él lo miro enojado y luego este mostró su mano donde el anillo se encontraba.

- Yo soy su esposo - Rubén cubrió sus labio viendo el anillo que debía estar en su dedo.

- no no no - Dijo Samuel y tomo la mano de Guillermo sacudiendo lo - Está muerto Rubén - El Omega que era sacudido arrebato fuertemente su brazo y tomo a Samuel de los hombros.

- infernáculo - Susurro y Samuel trato de escapar pero no pudo separarse del Omega, y el humo blanco comenzó a rodear los.

- ¡No! - Grito Rubén y trato de tomar a Samuel pero no pudo, habían desaparecido.

Continuara...

El cadáver del novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora