CAPÍTULO 2

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NICOLETTE:
LA VIDA QUE NUNCA QUISE TENER

CAPÍTULO 2

Aquella mujer que nos había llamado una a una a todas las chicas se fue, quedamos nuevamente las 20 chicas. Luego entro otra mujer, igual de joven que cualquiera de las que estábamos ahí, nos invitó a seguirla y todas fuimos. No sé porque pero cuando nos dirigíamos a algún lugar siempre íbamos en perfecto orden y en completo silencio, yo me sentía tan rara pero a la vez miraba a las otras chicas y las veía tan tranquilas y eso me hacía sentir tan insegura. Todas se veían conforme con lo que sucedía allí, nadie preguntaba nada, nadie se extrañaba de nada, incluso, nadie hablaba con nadie. Yo tenía tantas dudas y sólo esperaba el momento oportuno para acercarme a una de las chicas que al igual que yo se notaba perdida, pero no sabía si llegaría ese momento oportuno que yo esperaba.
Llegamos a una sala con una gran mesa, 20 platos, 20 sillas, cada puesto tenía una tarjeta con el nombre de cada una de nosotras, yo me senté en el que decía Nicolette. Comimos, no recordaba haber comido antes toda esa cantidad de verduras que comí en ese momento, pero después de la comida desaparecieron por completo mis dudas y mis preguntas. Ya no me sentía extraña en aquel lugar, hasta parecía que hubiese vivido toda mi vida allí, pero cuál vida, si ni siquiera sabía mi edad, el nombre de mis padres, si era que los tenía, no sabía nada, sólo recuerdo que de repente todas las chicas empezamos a hablar como si fuéramos muy buenas amigas, reíamos, nos peinábamos unas a otras, nos maquillábamos hasta que llegaba nuevamente la mujer del busto grande y nos llevaba con ella, nos ponía ropa muy diminuta, tacones exageradamente altos, maquillaje extravagante y nos subía a una limusina, luego llegábamos a algo que parecía una discoteca, pero era un burdel, éramos prostitutas, y en esos momentos sentía que yo estaba allí porque quería, porque me gustaba esa vida. Así que todas entramos en aquel lugar, bailábamos, tomábamos hasta emborracharnos, nos drogábamos y luego éramos c0-gidas bestialmente por hombres grandes y fuertes. A veces era se#o en vivo y otras veces nos llevaban a habitaciones donde los hombres que pagaban por disfrutar de nuestro cuerpo por un momento nos pe#ne#traban con cuanto objeto tuvieran en frente, y no sólo eso, nos obligaban a hacer cosas asquerosas, desde tragarnos su orín hasta comernos nuestro propio vómito después de provocárnoslo con su grande y gruesa pi#ja metida en nuestra garganta, y sentí que eso me gustaba, hasta el punto en que llegué a pensar que estaba ahí porque quería, después de todo, no recordaba nada más, sólo que una noche me desperté en un cuarto oscuro con 19 chicas más y que éramos prostitutas y que nos gustaba serlo.

Cierto día, luego de levantarme una vez más en aquel cuarto oscuro en el que me había levantado los últimos días de mi vida, o por lo menos los últimos que recordaba, sentí una extraña sensación y de repente vi en mi mente la sonrisa de una niña, a esa niña no la había visto antes, me sonreía y me llamaba haciendo una seña con una de sus pequeñas manos, fue como un sueño, una ilusión, no recordaba nada, en ese momento no imaginaba que yo tenía una vida totalmente diferente a la que tenía en aquel lugar lleno de S3×0 y miseria donde las mujeres no valíamos nada, sólo eramos esclavas s3×vales, a ratos razonaba de esa manera, pero ya en el burdel me disfrutaba tanto las c0-gidas que me daban que me olvidaba de todo.
Era aproximadamente la una de la madrugada, estaba en la esquina del burdel donde solía tomar, fumar y si algún cliente lo requería tenía s3×0.
Se me acercó Eimy, una de las chicas, se veía muy asustada, preocupada, sus manos sudaban y temblaban, era imposible hablar cómoda y tranquilamente, ya que los hombres que vigilaban el lugar estaban pendiente de nuestros movimientos, de con quien hablábamos o de cómo era nuestro trato con los clientes. La chica se acercó a mi lugar en ese estado y con su voz entre cortada me dijo que algo malo sucedía con nosotras, me aseguró que no estábamos en aquel lugar por nuestra propia voluntad, yo estaba muy drogada, me reí de ella, y la mandé a su lugar, en ese momento no tenía conciencia de mi vida, yo sobria y en buen estado también sospechaba que algo malo sucedía, pero cuando Eimy me habló definitivamente no era yo.
Eymi se alejó y yo me dirigí a un cuartucho con uno de los clientes de aquella noche, era un hombre exageradamente obeso, podía pesar al rededor de unos 200 kilos, estaba borracho y drogado al igual que yo, usaba barba, sentí sus manos gruesas y rasposas cuando me tomó por el brazo para llevarme a la habitación a cumplir sus fantasías, tenía un olor repugnante que me produjo el vómito inmediatamente y me excusé diciendo que era causa del alcohol. El muy mal--dito metió su dedo en la garganta y vomitó en el mismo lugar donde yo lo había hecho antes, luego mezcló los dos vómitos y con una cucharilla que no se de dónde diablos la sacó me obligó a comerlo. Era lo más asqueroso que había hecho desde que estaba en aquel lugar y él me preguntó si lo disfrutaba y mi obligación era complacerlo, así que afirmé con mi cabeza, entonces volvió a meter su dedo en su garganta y volvió a vomitar y me obligó a tragármelo. Luego se desvistió, rompió mi diminuta falda, y me pe---ne---tró. Entonces empecé a sentir pla---cer, entre más duro me c0--gía más placer me hacía sentir.
No recuerdo exactamente cuantas veces se llegó, tampoco cuantos objetos metió por mi co-ño pero para cuando hacía eso, ya se me estaba pasando el efecto de las drogas y empecé a sentir dolor y asco, empecé a sentir que eso no era lo que quería seguir haciendo y recordé las palabras de Eimy, al salir de allí la buscaría y trataría de hablar, pensé que ella tenía razón.
Cuando aquel cerdo asqueroso se cansó de maltratarme, usarme y humillarme dejó 150 dólares en la cama y se fue. Yo entré al baño, me duché y vomité hasta que sentí que había quedado sin ningún órgano dentro de mi.

CONTINUARA...

Lagajas
17-05-2020
Cartagena/Colombia
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NICOLETTE: LA VIDA QUE NUNCA QUISE TENERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora