CAPÍTULO 3

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NICOLETTE:
LA VIDA QUE NUNCA QUISE TENER

CAPÍTULO 3

Después de ducharme seguí sintiéndome miserablemente sucia, sentía asco de mi y de todos los hombres del lugar. Volví a ubicarme en mi esquina y repartía la vista por todo el burdel buscando a Eimy, pero mientras ella aparecía volvió a llegar un hombre, alto, muy alto, casi dos metros de estatura, de color negro, extremidades igual de grandes y gruesas al resto de su cuerpo y vestía elegante.
Se acercó a mi, empezó a acariciarme suavemente el cuello, luego fue apretándolo cada vez más fuerte hasta que empezó a dolerme y se me dificultaba respirar, ahí, en ese mismo lugar, a la vista de todos sacó su enorme pi--ja, me amarró los brazos hacia atrás con su corbata, alzó mi remendada falda y de un solo golpe y en seco me pe-ne--tró por detrás, fue uno de los peores dolores que pude experimentar en todo el tiempo que pasé ahí, solté un grito fuerte y seco que a pesar del alto volúmen de la música todos lograron escuchar, algunos voltearon la mirada hacia donde estaba aquel hombre saciandose las ganas conmigo, me arrepentí de no haberme vuelto a drogar, quizás bajo los efectos de la cocaína o la heroína que nos inyectaban me habría sido mas fácil lidiar con el dolor, él siguió pe--netrandome tan fuerte como quiso a la vez que me azotaba las nalgas.
Luego, se acercaron unos 8 o 10 hombres más a disfrutar del espectáculo que les causaba mi dolor y empezaron a mas--tur--barse frente a mi, acercando sus apestosas versh a mi cara, a mis se-nos, y chorreandose en sobre mi.
Yo en medio de todo mi dolor buscaba a Eimy con la mirada, no sé cuánto tiempo pasó, durante cuánto tiempo fui pe-ne--trada brutalmente, sólo recuerdo que cuando acabó sentía que me dólía todo el cuerpo, hasta las uñas, el cabello, absolutamente todo.
Seguí buscando a Eimy pero ya no la volví a ver hasta el día siguiente en el comedor.
Era de mañana, escuché decir en una ocasión que desayunábamos a las 10 de la mañana, nunca supe si era cierto o no porque nunca vi un reloj, ni un calendario en aquel cuartucho oscuro y húmedo donde dormíamos, pero ya estabamos en el comedor, ahí volví a ver a Eimy, seguía igual de nerviosa que la noche anterior, sus manos sudaban todo el tiempo. Yo intentaba que ella me mirara pero me esquivaba, así que entendí su reacción, mi actitud no había sido la mejor cuando ella se me acercó pero estaría al pendiente. El desayuno no podía durar más de 20 minutos, recuerdo que todos los días nos daban de  comer lo mismo y esa única vez al día. Porqué no cenábamos? Igual, no nos daba hambre en el resto del día.
Al terminar el desayuno todas nos levantamos de la mesa, yo estaba muy pendiente de Eimy, así que la seguí cuando se separó del grupo de chicas y fue a los baños ahí finalmente pude hablar con ella.

Seguí a Eimy hasta los baños, claro, sin que ella lo sospechara, se encerró y desde afuera pude escuchar el sonido que causaba su vómito antes de salir de su garganta y el otro sonido que causaba al caer al excusado.
Me quedé allí afuera esperándola, también escuché sozollos, gritos frustrados, llanto. Sin duda alguna le estaba pasando algo malo ahí adentro,  pero aún así no quise interrumpirla, de todas formas no estaba muy segura de su reacción para conmigo.
Pasados no más de 15 minutos calculados finalmente Eimy salió del baño, obviamente se sorprendió al verme allí, intentó esquivarme pero con fuerza la puse contra la pared.

-qué sucede Eimy? Tú sabes qué está sucediendo aquí?. La interrogué.

Eimy estaba un poco sudada, pálida y temblorosa. Ni siquiera forcejeó para que yo la soltara, simplemente se quedó allí, a la expectativa de lo que yo haría. La hubiera golpeado con tal de que hablara pero no era capaz, si de verdad quería saber lo que ocurría debía tener un poco de paciencia. Así que la solté. Con esa actitud no iba a lograr nada.

¿Qué hora es? -preguntó Eimy-
¿Hace cuánto terminamos el desayuno? -siguió preguntando-

-No lo sé. Ya ves que no hay reloj en ninguna pared -Respondí-

-Sólo no te sigas drogando. Te buscaré en el cuartucho -finalizó la chica- y se fue.

De repente volví a ver a la niña que se aparecía en mi mente y luego de eso no recordé nada más, sólo que estaba acostada en el piso del cuartucho en el que dormiamos, Eimy estaba a mi lado. Intenté levantarme pero no pude, sentí que me dolía todo el cuerpo.

-Trata de calmarte, me aconsejó Eimy. Lo que te paso no es algo de lo que te podrás recuperar de un día para otro.

-que me pasó? Le pregunté, al mismo tiempo que observaba mi cuerpo, tenía cortaduras no tan profundas pero si lo suficientemente dolorosas como para impedir me que moviera.
Empecé a poner mis dedos en cada una de las cortaduras que aún sangraban cuando Eimy me interrumpió: Son 127.

-¿Qué?

-las estás contando. Tienes 127 cortadas en todo el cuerpo. Las acabo de contar. Por suerte sobreviviste. La última chica a la que se lo hicieron no logró sobrevivir, una de las tantas puñaladas le alcanzó el corazón y murió.

No supe que decir. Sólo me quejé del dolor. No recordaba nada de lo que me habían hecho, pero estaba segura que había sido algo inhumano.
Eimy me aseguró que todo iba a estar bien, que debía confiar en ella y que después del desayuno la acompañara al baño, pero que por lo pronto descansara. Y si que lo necesitaba.

CONTINUARÁ...

Lagajas
20-05-2020
Cartagena/Colombia
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NICOLETTE: LA VIDA QUE NUNCA QUISE TENERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora