Del colibrí que no encontró a su amada -o la encontró y la perdió-

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Cuenta la leyenda que un hombre se convirtió en colibrí por desobedecer órdenes y su castigo sería vagar de flor en flor hasta poder encontrar al amor de su vida, y cuando pueda hacerlo, volvería a su humanidad. Lo que sucede es que los colibrís no viven demasiado tiempo, por lo tanto, éste estaba bastante apurado en encontrarla y perdió tardes enteras buscándola, hasta que a lo lejos en una casita acogedora observó a una muchacha muy parecido a la de sus sueños. Su cabello largo ondeaba apenitas porque parecía pesado, su tez era negra como la noche, mientras que sus ojitos parecían estrellitas en el cielo, sus facciones eran firmes, sus labios gruesos que denotaban un brillo especial.

Sin embargo, cuando quiso asomarse a saludarla un hombre salió detrás de ella y la besó ligeramente, a lo cual la mujercita misteriosa sonrío de manera grata. El amor de su vida había encontrado a alguien más a quien devolverle esos sentimientos y no estaba mal claramente, ni tampoco sufriría el síndrome del corazón roto, sino que se halló feliz consigo porque ella lo era. Simplemente se marcharía, se alejaría. Aceptarlo era parte de su realidad.

Desde otra perspectiva, la señorita bonita observó triste la marcha del colibrí, ¿qué tenían de malo sus jardines que no llamaban su atención? Apoyó sus manos sobre la ventana para admirarlo por última vez, y suspiró... "¿dónde estará el amor de mi vida?"


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