I | Las hermanas Bradbury.

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❛LAS HERMANAS BRADBURY❜

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❛LAS HERMANAS BRADBURY❜

                            Al alba, con una manta y una canasta en mano, Gloria Tucker entra a hurtadillas a la habitación de Clarisse Bradbury, su hermana menor. No es necesario remover a la niña que descansa entre cobijas sobre la cama, puesto que al primer ruido de una mala pisada ésta se da la vuelta y la mira, como una leona mira a su presa. Es inquietante, ha de admitir, la manera en que sus ojos pueden intimidar con esa insistencia que, a la vez, puede ser indiferente.

—¿Claudel sigue dormido cual oso? —pregunta, antes de permitirle, con una seña, adentrarse más en el cuarto. La señora Tucker asiente, sonriendo—. Dame unos minutos y estoy lista para irnos.

No hay rastro adormilado en Clarisse, que se levanta tranquila despojándose de sus cobijas, Gloria tomando su lugar y permitiendose cerrar los ojos por un momento. La joven hermana se dirige hacia la consola pintada de blanco, a la derecha de la puerta, donde se encuentra su aguamanil y jofaina, con cuya agua se asea con parsimonia.

Clarisse tiene pocos pasos a seguir para asegurarse de tener un buen día. Está el aseo, una rutina de cuidado –que su madre asegura es tan sano como beber agua mientras se bebe vino, una buena elección de vestido y, por supuesto, un desayuno junto a su hermana a las afueras del colegio. Conforme realiza su rutina, ve a Gloria por el reflejo del espejo; ella, en cambio, tiene como rutina huir del ala de la casa donde vive junto a su esposo Claudel, para así llenar una canasta con la que pasarán el rato antes de las clases que las separarán irremediablemente.

—¿Quieres llevar las tartaletas de frambuesa para tus amigas? —Gloria enseña una bolsita de tela blanca, la cual debe contenerlas. Al instante da un asentimiento, porque Clarisse Bradbury no puede quedar como mezquina para siempre por su tonto error de la semana pasada de olvidar empacar suficientes confituras de naranja—. Mencionaste a la niña huérfana ayer, así que pedí un poco más... ¿Es tu amiga, no?

Encoge los hombros, sacando un vestido lila de su ropero—. De Diana, más que nada —Gloria ríe con ganas, pero decide ignorarla. Clarisse cree que ríe por cualquier cosa cuando está con ella con tal de cuidar su apariencia seria y refinada en público y así alejar los chismes que rondan de un mal matrimonio que, si bien es cierto, la dejarían manchada para siempre—. ¿Te dije que habla mucho? Sí... Tampoco es prudente: nos contó cosas escandalosas de cuando vio a Prissy Andrews en el depósito.

—¿De Prissy? —De repente se muestra interesada. Y es que Gloria tiene diecisiete, solo siendo un año mayor a la joven; podía considerarla una conocida recurrente, casi una amiga, hasta que se casó y optó, debido a fuerzas mayores, por abandonar la escuela—, ¿Qué dijo de ella?

La niña forma una sonrisa burlesca que va de oreja a oreja y le causa nervios. ¿Debe temer a lo que Prissy haya hecho y la niña –Anne según recuerda, vio de casualidad?

—Ella y el señor Phillips estaban por realizar los actos reservados para el matrimonio, pues... Fuera del matrimonio —responde, ciertamente, con burla. Gloria sabe bien que ese error en particular es su favorito, de todos los que ha tenido—. Aunque no en esas palabras: Anne dijo que el señor Phillips le estaba mostrando su ratón; qué tonta... —Suelta una risa por el deleite que debe causarle la situación—, pero bueno, solo espero que no se case y que el chisme haya quedado entre nosotras... Pobre de Prissy si se llega a comprometer con ese viejo orangután.

GOLDEN SLUMBERS  ━━ Anne with an EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora