Prefacio

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El invierno aquí no es igual al de otros lados. Usualmente el cielo se mantiene nublado con un tono cenizo suave. La temperatura desciende a dieciséis grados Celsius y esa es normalmente la cota inferior a lo largo de la estación. Rara vez desciende más.

Aquí no hay copos de nieves felices y perfectamente octogonales, ni el vecindario se colorea de un generoso blanco; más bien, la acera se mantiene húmeda y grisácea por las lluvias, cuyas gotas son atraídas con tal parsimonia hacia el suelo, que de cierto modo emula el mismo compás propio de una ligera y amigable nevada.

No hay hielo suave: hay agua tenue.

Sin embargo, este no es el tipo de invierno del que aquí quiero contar, sino de aquel invierno del que ninguna estación exenta está y que no necesariamente está delimitado por un par de meses: el invierno de la mente.

Notas de Invierno [Poemas II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora