Sombríos pensamientos

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En una cabaña a las afueras del reino de Birum, el príncipe Adrien permanecía encerrado, pues, según sus guardias, aún no era seguro regresar al reino.

Adrien pensaba en su madre y en su hermana. Ellas estaban solas, a merced del cruel príncipe Aumary, sin nadie que pudiera protegerlas.

Esperaba que, por pertenecer a la realeza, el invasor decidiera mantenerlas con vida.

Sabía que, ahora mas que nunca, tenía que estar con ellas, tenía que protegerlas.

Mientras pensaba, la puerta de la cabaña se abrió y entró uno de sus guardias.

—Buenos días, Alteza—saludó el guardia.—¿Cómo se siente?

—¿Cuándo regresaremos a Birum?—quiso saber el príncipe.

El semblante del guardia se endureció.

—Alteza, como ya le dije, aún no es seguro regresar—explicó el hombre.—Como heredero al trono nuestro deber es protegerlo.

—¿Y mi madre y mi hermana? ¿Quién las protege a ellas?

—Alteza...

—¡Tengo que volver! ¡Mi madre y mi hermana están allá! ¡Solas! ¡Tengo que protegerlas!

—Volveremos en cuanto sea seguro, Alteza—insistió el guardia.—Con su permiso.

Y dicho esto, el guardia salió por la puerta, dejando al joven príncipe solo con sus sombríos pensamientos.

En una de las mazmorras del castillo, la princesa Alysha y su madre permanecían encerradas,  aguardando su cruel destino.

—Madre—llamó Alysha.—Tengo miedo, madre.

—Lo sé, hija mía, lo sé—La tranquilizó la reina.—Pero todo saldrá bien. Tu hermano volverá y te salvará de tener que casarte con ese desalmado que se hace llamar rey.

—No temo por lo que pueda pasarme a mí—dijo la princesa.—Tengo miedo por ti, madre.

—Oh, hija mía. Es muy tarde para mí.

—No, no lo es—replicó lo joven.— Adrien volverá y te salvará, yo lo sé.

La reina se limitó a acariciar los dorados cabellos de su hija. Ambas sabían que las palabras de Alysha eran más consuelo que verdad.

—Aunque...—empezó la princesa.—Una parte de mí no desea que mi hermano vuelva.

La reina la miró entre sorprendida y angustiada.

—¿Qué quieres decir, Alysha?—le preguntó.

—Una parte de mi cree que Adrien está mas seguro fuera de este reino—explicó ella.—En cuanto mi hermano regrese...lo primero que hará el príncipe Aumary será ordenar que le corten la cabeza.

A ambas se les escaparon las lágrimas. Aunque ninguna quisiera admitirlo, las palabras de Alysha, aunque dolieran, eran ciertas.

En sus aposentos del castillo, el príncipe Aumary se regodeaba al ver el dolor y la tragedia en la que se sumía el reino de Birum.

Su venganza pronto estaría completa.

Su plan era destruir el reino como todos lo conocían, crear un nuevo reino donde él y solo él lo controlase todo.

Sin embargo, aún quedaba una persona que podía poner fin a sus planes.

Una persona a quien debía destruir por completo si quería terminar lo que había empezado.

No hablaba únicamente de matarlo. Hablaba de destruirlo por completo.

Quería ver al príncipe Adrien completamente vacío, completamente derrotado.

Y tenía un plan para lograrlo.

Un plan para el cual necesitaría ayuda.

Ayuda de alguien en quien confiaba plenamente.

Y ese alguien estaba apunto de llegar.





La muerte de los reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora