La muerte de los reinos

Nueva misión

El príncipe Aumary nunca admitiría la gran sorpresa que se llevó cuando recibió un mensaje de uno de los sirvientes diciendo que el príncipe Adrien pedía hablar con él.

Aceptó de inmediato, claro. Si aquel joven deseaba hablar con él, no iba a negarse. Pero, tampoco podía negar que nunca se habría imaginado lo sucedido. 

Y es que el pedido del príncipe Adrien solo podía significar una cosa: No pensaba rendirse fácilmente.

En su habitación, el príncipe Adrien se preparaba para reunirse con Aumary.

Aún no tenía muy claro que le diría, pero estaba decidido a convencerlo.

Cuando ya se disponía a salir, alguien llamó a la puerta.

Al abrir, encontró a una hermosa chica cuyo rostro le resultaba ya muy familiar.

—Marianne—la saludó.—Adelante.

La princesa entró a la habitación y, cuando Adrien iba a cerrar la puerta, alguien se lo impidió. 

—Alysha—dijo al ver a su hermana, que con una mano detenía la puerta y con la otra se aferraba a su hombro para no caer.

—Hola, Adrien.—dijo ella, soltando la puerta y recuperando el equilibrio.—¿Puedo pasar?

—Claro—dijo él.—Te presento a Marianne.

—Un gusto conocerte, Alysha—dijo ella.

La joven se limitó a saludarla con una leve reverencia.

—Discúlpenme, debo hacer algo—dijo Adrien.—¿Podrían esperarme aquí un momento? No tardaré.

Después de comprobar que ambas estaban de acuerdo, Adrien salió de la habitación, cerrando la puerta y dejando a las dos princesas solas.

Alysha se sentó al borde de la cama de su hermano y empezó a juguetear con el anillo de compromiso que tenía en su dedo.

—¿Estás comprometida?—le preguntó Marianne señalando su anillo.

—Lo estuve—respondió ella.—Él murió.

—Lo siento... Aunque es probable que apenas lo conocieras.

Alysha negó con la cabeza.

—No, no era así—dijo.—Lo conocía bien. Era mi mejor amigo.

—Oh—exclamó Marianne, sorprendida y apenada.—Lo siento.

Se sentó junto a Alysha. Ella no protestó, aunque se la notaba incómoda.

Marianne se había propuesto a si misma una nueva misión: ganarse la confianza de aquella joven.

Sabía que esa era la única manera de protegerla. Si lograba que Alysha confiara en ella, su hermano dejaría de considerarla una amenaza para sus planes.

Nunca le había importado ni había tratado de impedir que Aumary asesinara a quien creyera conveniente. Pero esta vez era diferente. Marianne no pensaba permitir que alguien tan noble como Adrien sufriera más de lo que ya había sufrido.

Esta vez, estaba dispuesta a protegerlo.