CAPITULO 5

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La Cocinera

(Escrito por Eudelyz )

Cuando recibí una carta distinta a las otras entre mi correo, esperaba muchísimo, mucho más de lo que ya había visto en mi corta vida. ¿Acaso podías esperar algo ordinario de una invitación cuyo papel fuera de color negro? No, como mucho la noticia de un fallecido, pero ni siquiera fue eso; era una oferta de trabajo para una renombrada escritora, la señorita Yamila.
No lo pensé dos veces para aceptar luego de leer una corta frase: "Necesitamos un cocinero"
¿AAH? ¿¡PERO CÓMO PODÍA SER POSIBLE QUE NO TUVIERAN UN COCINERO?!

Solo recuerdo haber dejado todo a cargo de mi criada en pocas horas luego de que al enviar una carta de aceptación al puesto obtuve una respuesta más al cabo de días; iría a dónde el arte de la cocina fuera requerida.
Para cuando llegue al lugar luego de un viaje, de al menos cinco días. Estaba segura de no desear subir a una carroza en mucho tiempo.
Como dije antes, esperaba muchas cosas, el aspecto de la mansión no me decepciono; era exactamente tan imponente y gloriosa como lo había imaginado durante el viaje. Oh bueno... eso era lo poco que pudieron ver mis ojos debido a la oscuridad.
Había llegado en plena madrugada.
—    Maldición. ¡Eh, disculpe usted!
Recuerdo haber girado sobre mis pies para pedir ayuda al conductor de la carroza, pero este ya no estaba. ¡Pero si estaba allí hace un momento! ¿En qué momento se había ido que ni las pezuñas del caballo escuche? No, no, no, ¡eso es del diablo, a moverse!
Moviéndome para volver al frente, una mano se posó sobre mi hombro.
—    ¡AH!
El primer impulso fue cubrir mi rostro, encogiéndome en el lugar hasta sentir un toqueteo otra vez en mi hombro; ante la falta de un ataque observe de quien se trataba. Desee enterrarme viva cuando vi que solo era una mujer de rostro ovalado y cabello oscuro, su uniforme me dijo que trabajaría ahí.
Ay pero que vergüenza.

—    ¡Saludos! ¿Te he asustado acaso? Lo lamento, no deseaba eso.

—    ¿No? Pero si has aparecido de la nada, ¿Cómo pretendes no asustarme así?

—    Buen punto, mis disculpas, otra vez. Mi nombre es Sara, ama de llaves de la mansión, ¡un placer recibirle!– Acepte la mano que extendió al frente, oyendo el tintineo de las llaves en la otra mano– Debe ser quien ocupara el puesto en la cocina.

—    ¡Sí! Un gusto, puede decirme Yeri, será un placer servirle a la señora Yamila. Aunque debo decir que me sorprende el que no tengan un cocinero.

—    Oh, bueno, la Señora es alguien muy exigente. Ahora sígame, le mostrare el lugar.
Podía contar con mis cortados dedos todas las grandes casonas que había visto antes durante cada evento al que alguna vez serví, pero esa tenía un aspecto distinto; no sabía con exactitud que era, pero lo tenía. Hm, quizás se trataba de la enorme biblioteca o la multitud de pasillos. Nada eso me interesaba realmente, solo tenía un objetivo en mente.
—    ¡Y esta es la cocina! ¿Qué le parece?
Esperaba muchas cosas, pero la cocina no había cumplido mis expectativas, y Sara lo noto, probablemente por la incorregible mueca en mi rostro.
Toda la cocina estaba repleta de adornos que interferían en el espacio de trabajo, eran lindos, pero serían un estorbo.
Sus finas cejas se fruncieron un poco, extrañadas quizás.
—    ¿Sucede algo?

—    Hay demasiadas cosas aquí, apenas podré trabajar en el mesón.

—    Ah... se refiere al espacio– Pareció buscar a alguien por el lugar– En ese caso podría llamar a Giu, la sirvienta, ella se encargara.

—    Descuide, puede arreglarlo antes del amanecer. A mi gusto. Pero antes quisiera saber algo, ¿tendré total control de la cocina?

—    Por supuesto, será su espacio principal, más adelante buscaremos a una ayudante. Pero sí, tiene total control.

—    Maravilloso, solo eso necesito saber, eso y la lista de comidas de la señora claro. Puede retirarse Sara, como dije tendré todo listo antes del amanecer.

—    Le traeré la lista antes de eso, adiós.
Y con un chirrido de la puerta, supe que Sara se había marchado de ahí. Ahora si tenía camino libre.
Acomodando las mangas de mi ropa hasta los codos, camine sin preocupaciones; hace mucho que Sara me había enseñado la habitación donde dormiría por lo que las valijas habían quedado allí. Observe el fino reloj de la pared en lo más alto y comencé mi trabajo, o al menos el primero.

Cuando todo estuvo en orden pude comenzar el verdadero trabajo, respondí a las exigencias de muchas personas, ordinarias e importantes en cada evento de clase alta. Las de la señora no eran nada especiales, de hecho eran casi ordinarias y me hizo cuestionarme por qué había despedido al antiguo cocinero, ¿demasiado condimento? ¿Mala cocción? Más adelante lo sabría, tal vez.

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⏰ Última actualización: Jun 07, 2020 ⏰

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El Incendio Del 12 de Abril de 1829Donde viven las historias. Descúbrelo ahora