Sentido a mis sentidos

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Romina y Abigail siempre salían juntas de la escuela, pues la novia de Vidal vivía camino a la casa de Abigail, quien la dejaba en su casa e iba caminado siempre sola a la suya.
Romina se despedía con un tierno beso de Vidal para inmediatamente encontrarse con Abigail y enrumbar la caminata a sus casas como ya era rutina.
Lo curioso era que yo también vivía por el mismo sendero. Había que aprovechar la oportunidad.
Me despedí también de Vidal y abordé a Romina y su amiga.

- Hola, Romina ¿Las puedo acompañar?, sé que también van por el mismo camino que yo.

- Hola, Rodrigo. Si, claro puedes acompañarnos.
Abigail, él es Rodrigo, el mejor amigo de Germán.

- Sí, lo sé los he visto en el aula. Andan de arriba para abajo.

Por fin logré escuchar su voz amablemente.

- Si bueno él es como mi hermano lo conozco desde muy chico.

...

Estuvimos conversando los tres hasta llegar a casa de Romina.

- Bueno chicos yo me quedo acá. Adiós.

Bien.
Hubo un momento de silencio mientras caminabamos, ya solos, por lo menos un par de cuadras.

- Oye, quería pedirte disculpas por cómo te traté el otro día, estaba muy molesta, ya sabes, lo que me hicieron no me causó gracia y no quería hablar con nadie en ese momento.

- No te preocupes, yo fui el impertinente. Debí haber pensado en cómo te sentías luego de los globazos. Que por cierto, bien merecido tuvieron la expulsión los tres patanes que te los arrojaron.

- No sabía que los habían expulsado, pero sí, supongo que se lo merecían.

Cuando dijo eso, inmediatamente en mi mente se reflejo un recuerdo vago del momento que le pedí ayuda a Vidal para poder acercarme a Abigail, donde el decía que ella tenía bien merecido los globazos por parte de estos tres tipos.
Entonces tuve mucha curiosidad por saber qué es lo que había pasado, el porqué le aventaron esos globos con pintura.
Pensaba preguntárselo directamente a ella, pero creí que no era buena idea asi que decidí esperar hasta el otro día para preguntárselo a Vidal.
Luego de esto seguimos conversando hasta llegar a casa de ella, muy amigable la plática.

- Ya nos vemos, Rodrigo. Acá vivo, me deben estar esperando.

- Está bien, Abigail. Talvez esto se vuelva rutina - dije tímidamente

-Talvez - lo dijo mientras esbozaba una pequeña sonrisa y giraba su cuerpo para ingresar a su casa.

Por fin logré ver la perfección, su sonrisa.

Al siguiente día, lo primero que hice fue buscar a Vidal. Para mi mala suerte ese día Germán no asistió a la escuela. Le pregunté a Romina que qué había pasado y me dijo que estaba con fiebre y vómitos y que su mamá, quien es doctora, lo llevo al hospital donde ella trabajaba y que lo iba a tener allí hasta que mejorara.
Mi curiosidad por saber qué es lo que había pasado para que esos tres chicos le hayan echo lo que le hicieron, tenía que esperar aún mas.
Ese mismo día acompañé a Romina y Abigail a sus casas como el día anterior. En el camino hablamos de Vidal y que esperábamos que no fuera nada grave lo que estuviese pasando.
Abigail, preocupada por su amiga, decidió quedarse conversando con Romina en su casa.
Yo tuve que ir a casa solo apartir de ese momento.
Llegué a casa, mamá me esperaba en la cocina.

- ¡Hola, mamá!
Mamá estaba llorando

- ¿Mami, estas bien?

- Rodrigo, ven siéntate. Necesito que me escuches y sepas que todo estará bien. Hoy tu papá sufrió un accidente, el avión en el que iba...

ABIGAIL, UN SUEÑO COMPLICADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora