Capitulo 6

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Era una tortura encantadoramente ardiente.

Solo bajó el pantalón dejándolo con el bóxer negro, que no disimulaba para nada el tamaño de su virilidad. El cuerpo de Jev tembló a causa del esfuerzo para no tocarla, pero lo mantuvo a base de pura voluntad.

Levantó la vista hacia ella y la miró fijamente a los ojos.

– Quiero besarte y tocarte “susurro”. Es mi turno.

Tomó su cara entre sus manos y la besó, lento con cuidado probando su sabor, con el tiempo el beso se tornó más intenso, febril, las lenguas se buscaron, danzaron, lucharon por conquistar. Solo con un beso se había desatado una tormenta que estaba a punto de estallar.

– ¿Estas bien? “preguntó Jev, agitado.”

– Más que bien, no te detengas. “dijo con la respiración entrecortada”.

Mientras Jev besaba su frente, mejillas, nariz y labios, las manos acariciaban suavemente su cuello y se deslizaban por su espalda, brazos y cintura, cuando llegaban a la cadera comenzaba de nuevo y cada vez se acercaba más al frente, rozando sus pechos, su vientre.

martina no sabía qué hacer con sus manos, no quería estorbar las caricias de Jev, entonces decidió acariciar su nuca, enredar sus dedos en el cabello corto y grueso, y con sus uñas rasguñar el cuero cabelludo y así demandar más atención.

Lentamente, Jev bajó el cierre del sexy vestido y pudo tocar la piel de la espalda. No podía recordar si alguna otra vez había sentido algo tan suave, con cuidado deslizó los breteles de sus hombros y dejó que el vestido resbalara, hasta quedar enganchado en la cadera.

El cuerpo de esta mujer lo perturbaba demasiado, le costaba mantener el control y cumplir con su tarea, no debía salirse de su papel. Desprendió el sostén que no ocultaba mucho, y lo tiró descuidadamente.

martina gimió al sentir el calor de la mano de Jev en su pecho. Sus pezones se endurecieron reclamando atención, pero él se tomó su tiempo. Mimó, sopesó y apretó, sus pechos llenos primero uno y luego el otro, hasta que éstos comenzaron a doler.

Jev sentía las manos de ella en el cuello, tirando del pelo y clavando sus uñas, sonrió levemente imaginando las sensaciones que estaba despertando. Con fuerza la tomó de la cadera redondeada y la apretó contra su erección, frotándola de arriba abajo. Al desconcertarla, bajó sus labios y se apoderó de un turgente pezón. Al sentirla contener un grito y morderse los labios le dijo.

– Vamos muñeca, gime y grita todo lo que quieras, te deseo así desenfrenada y caliente.

El fuego corrió por el cuerpo de martina, solo escuchaba el sonido de su agitada respiración y el latido desenfrenado de su pulso en los oídos. La boca de Jev estaba caliente y causando estragos en ella, lamía, chupaba y mordía sin descanso sus sensibles pezones; lo único que podía hacer era sostenerse de él y sujetarlo del pelo para que no abandonara lo que estaba haciendo.

una noche involvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora