♡;; O27.

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Había intentado escapar.

Tantas veces... Pero su estado de salud no era exactamente uno bueno, por lo que apenas alcanzaba la puerta antes de caer rendido con los pulmones apretados. Le costaba respirar y sufría constantes pérdidas de sangre. Lo odiaba.

Solamente quería marcharse. Huir lejos de Chaeyoung para que no pudiese continuar experimentando en su cuerpo. Extrañaba la calidez del sol y la luz fría de la luna. El exterior lentamente convirtiéndose en un sueño borroso, el cual añoraba cada día que transcurría encerrado en esas cuatro paredes.

Cuando Chaeyoung se iba, las puertas se cerraban. Y cuando regresaba, también lo hacía su mirada bañada en desprecio.

Recordaba la primera vez que sus ojos se encontraron. La adoración que iluminó la expresión de Chaeyoung, la admiración que expresó en una sonrisa maravillada y el toque suave mas impaciente sobre su mejilla. Como si él fuese una obra de arte, costosa y única, importante.

Él no era perfecto. Y sabía que era su culpa. Si fuese perfecto, entonces Chaeyoung no lo aborrecería de la manera en que lo hacía, no le medicaría con esos desagradables fármacos que le hacían sentir frío y calor al mismo tiempo. Ella lo adoraría. Ella lo trataría como a un Rey.

Mas no había forma de cambiar lo que él era. Un adefesio. Un error. Algo grotesco que estorbaba en el camino de Chaeyoung. Algo repulsivo de lo que ella anhelaba inconscientemente deshacerse.

Lágrimas llenas de odio humedecieron sus mejillas. Odio a sí mismo, por no tener la capacidad de mejorarse. Manchas de sangre cubrían las mangas de su camisa blanca y deseó gritar de la impotencia.

Los pasos de Chaeyoung bajando las escaleras fueron audibles y él alzó la mirada para verla de frente.

Ella sonreía.

—Tengo buenas noticias— dijo en voz baja. Él la observó expectante y en silencio—. Mina acaba de informarme por el comunicador.

Él ladeó la cabeza con curiosidad, mientras ella se acercaba hacia su sitio en el sillón. Tomó asiento a su lado y la mano de Chaeyoung acarició su mejilla húmeda con suavidad.

—Lo tenemos— exhaló con alivio. Los ojos de él se ampliaron—. En un par de días, lo haremos venir... y podremos concluir con el experimento.

—¿Hablas de...?

—Del híbrido, sí. Esto es bueno ¿no crees? Pronto serás perfecto, justo como mi padre deseaba.

Una sonrisa tierna tiraba de las comisuras de sus labios, generando en su interior una irracional mas instintiva desconfianza. ¿Acaso era realmente así de sencillo?

—Ve a tu cuarto. Descansa— le ordenó con calma. Él tembló, sin poder dar crédito a la imagen que Chaeyoung ofrecía. Se le veía feliz. Por primera vez en mucho tiempo—. Te llevaré de comer algo a la habitación.

—C-Chaeyoung— la llamó al verle incorporarse. La aludida volteó, mirándole con sus grandes ojos inusualmente brillantes y él se dio los ánimos que careció hasta aquel día—. Cuando sea perfecto... ¿Podrías decirme cuál es mi nombre?

Su expresión se tornó divertida ante la petición inocente del muchacho de cabello blanco. Chaeyoung extendió una mano para acariciar las hebras castañas, pensando por cuántos años ya, el pobre chico había temido preguntar por su identidad.

—Llegaste aquí sin nombre, pero mi padre te dio uno— respondió. Por los efectos secundarios de los numerosos experimentos, probablemente lo había olvidado—. Yoongi. Te llamas Yoongi. Creo que significaba "crece bien". ¿No te gusta?

El muchacho asintió con timidez y Chaeyoung esbozó una sonrisa antes de retirarse a su dormitorio.

Yoongi, él moduló, intentando acostumbrarse al nombre.

Le gustaba.

•°•°•° 🦇 °•°•°•

Yeonjun estaba en la sala de estar acompañado de Mark cuando los pasos apresurados de Donghyuck se escucharon desde el pasillo.

La mañana había transcurrido tranquila. Yeonjun se había despertado con los primeros rayos del sol y no se sorprendió al descubrir en la cocina que Mark también lo había hecho. Se dedicaron a estudiar la investigación del híbrido mientras tomaban una taza de café.

El nerviosismo inicial se había desvanecido, lo que era bueno, considerando que tendría que compartir largo tiempo con Mark y que no podía temblar siempre que se hallaran a una mínima distancia.

El híbrido se estaba encargando de traducir el diario escrito en el lenguaje antiguo de los vampiros, cuando el chico castaño que acababa de despertar, lo asaltó por la espalda, abrazando enérgicamente su cuello desde atrás del sillón.

—Buenos días— dijo Donghyuck, alzándose para besar la cabeza de Mark. Sus ojos se dirigieron a Yeonjun—. ¿Cómo dormiste?

El peliazul parpadeó, desconcertado ante la abierta demostración de afecto. ¿Él había...?

—Bien. Estábamos revisando unas cosas de la investigación... ¿Quieres que te prepare desayuno?— dijo Mark entrelazando sus dedos con los de Donghyuck para depositar un beso sobre el dorso de su mano.

A Yeonjun se le secó la boca.

—Un café estaría bien— respondió el castaño esbozando una sonrisa. El híbrido asintió y se incorporó con facilidad de su asiento, dirigiéndose hacia la cocina, siendo seguido por un Donghyuck alegre, que daba saltitos de tanto en tanto.

Yeonjun lo miró con la mandíbula desencajada y los ojos desorbitados.

Pero a Donghyuck no le importó.

Ni siquiera se percató, de hecho. Porque estaba demasiado enfocado en su futuro esposo.

Esposo. Se rió, como tonto, en voz bajita, mientras observaba enfrascado a Mark prepararle un café. Esposo, esposo. Tenía un timbre agradable decirlo.

—Te ves feliz— puntualizó Mark, abstrayéndolo de sus pensamientos. Donghyuck fue incapaz de reprimir su sonrisa, amplia y honesta. Poco sabía lo mucho que amaba Mark esa sonrisa.

—Es porque lo estoy. Estoy muy feliz— suspiró.

Nunca había comprendido el porqué las personas se ponían felices al casarse. Recordaba haber leído aquel libro, "De amores e ilusiones", el capítulo en el que a la chica le pedían matrimonio, y ella empezaba a llorar de la felicidad. ¿Por qué?, se había preguntado Donghyuck.

Ahora tampoco lo entendía, en realidad. Pero se sentía igual, por algún motivo.

Feliz. Irracionalmente feliz.

—Aquí tienes tu café— dijo Mark, dejándole una taza al frente. Donghyuck asintió, con la mirada puesta en la suya—. ¿Qué ocurre?

Él habló casi sin aliento.

—Te amo. ¿Sabes?

Los labios de Mark se rompieron en una sonrisa y se inclinó para besar al castaño. —Lo sé, amor.

—¿Y tú?— Donghyuck se enderezó, observando a Mark a través de sus pestañas. El pelinegro se detuvo, viendo al castaño de ojos desbordantes de emociones, por un instante, antes de que sus manos se posaran en la cintura del menor para atraerlo a su cuerpo.

—Lo sabes.

La sonrisa suave de Donghyuck se amplió ante su respuesta. —Lo sé.

¡Vamp, Makku! || MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora