¡Vamp, Makku! || Markhyuck

♡;; O31.

Era devastadora la manera en que el llanto de Donghyuck parecía empeorar con cada paso que daban en dirección a la ciudad y en dirección opuesta a la casa.

Yeonjun no estaba muy seguro aún sobre cómo abordar la actual situación a la que se estaba enfrentando. Donghyuck se había apartado considerables metros de él para poder llorar en paz, lo que el peliazul respetó, un poco a regañadientes, pero... era complicado ignorar a un dolido Donghyuck que limpiaba sus lágrimas, sólo para que instantes después brotaran nuevas.

La separación entre el castaño y el híbrido continuaba sin convencerle. Incluso a medio camino a veces volteaba, esperando que Mark apareciese repentinamente detrás de ellos, mas no sucedió. Yeonjun se cuestionaba cómo era posible que lo que vio entre Mark y Donghyuck se hubiese esfumado tan fácilmente.

Aún no abandonaban el bosque, cuando el llanto y los suaves sollozos de Donghyuck se hicieron demasiado insoportables de escuchar. Yeonjun se detuvo en seco, el sonido de sus pies golpeando la tierra y firme, resultó ser lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de Donghyuck. Él lo miró.

—¿Qué sucede?

No habían lágrimas, pero sí el rastro que éstas habían dejado. La nariz roja y los ojos hinchados, rodeados por pestañas húmedas. La expresión confundida en el rostro de Donghyuck por la acción inesperada de Yeonjun. El peliazul carraspeó, inseguro sobre cómo decir lo que había estado pensando en los últimos trazos del camino.

—Deberías volver.

El ceño de Donghyuck se frunció.

—¿Volver?— susurró.

—Sí. Escucha...— Yeonjun se cruzó de brazos, bajo la minuciosa mirada del castaño—. Yo creo que si regresas ahora, Mark te aceptará. Yo creo que... que aún estás a tiempo, de arreglar lo que hay entre ustedes.

Donghyuck lo observó en silencio, absoluto silencio. El cual se alargó más de lo que Yeonjun honestamente esperaba. Conflicto se dibujó en los ojos de Donghyuck, mas también la determinación se hizo cargo. Yeonjun esperó, intentando mantenerse tranquilo, con la irrevocable sensación de malestar en el pecho.

Tras lo que fue, en su opinión, una insana cantidad de tiempo, Donghyuck sacudió suavemente la cabeza.

—No... Vamos.

—¿Por qué haces esto?— escupió Yeonjun, las palabras abandonando su boca con ansiedad—. Puedo ir a hablar con el alcalde por mi cuenta, no tienes que acompañarme. Puedes-

—Basta— espetó Donghyuck—. Iré contigo. No voy a...— Su voz se rompió. Inhaló hondo antes de continuar—. Vamos, ¿sí? Quiero llegar pronto.

—No dejaré que hagas esto.

Donghyuck parpadeó. —No es decisión tuya, Yeonjun.

—¿Entonces vas a tirar todo por la borda? ¿Eso es todo?— Donghyuck se volteó, empezando a caminar—. No me ignores. Estoy tratando de ayudarte. Si haces esto, te vas a arrepentir.

—Dios, Yeonjun, cállate— bramó Donghyuck, girándose para encararlo—. ¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no sé que si regreso ahora, Mark va aceptarme? ¡Lo sé, Yeonjun! No tienes idea de cuánto quiero dejar todo y volver con él.

—¡¿Entonces por qué no lo haces?!

—¡Porque no es tan fácil! Me dijo que si me marchaba, no regresara a esa casa. Me dijo que tenía que elegir. Pero es mi vida, Yeonjun. Aquí y en la ciudad, las dos cosas forman parte de mi vida, y no puedo cambiarlo. El amor debe ser incondicional y si para tener su amor tengo que desenlazarme de mi vida en la ciudad, entonces... lo que siente por mí, no es tan incondicional como yo pensaba— Tragó saliva, reteniendo las lágrimas—. Lo nuestro pende de un hilo, siempre ha sido de esa manera. Pensé que las cosas cambiarían.