♡;; O28.

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Había transcurrido cerca de una semana desde la llegada de Yeonjun a la casa en el bosque.

Para Donghyuck, convivir con ambos era agradable. Su mejor amigo y su... ¿amor? Síp. No existía una combinación mejor que esa. Con su actitud afable, a Yeonjun se le hizo sencillo aprender a tratar con Mark, y a pesar de lo cerrado que era el pelinegro usualmente, su amistad se dio con naturalidad.

Resultaba fácil acostumbrarse a la dinámica entre los tres, a tal nivel que a veces solía olvidar que aquello no duraría por siempre. Yeonjun pertenecía a la ciudad y Mark a la soledad de aquel bosque.

Pero al menos mientras tanto, podía disfrutar de la compañía de las dos personas más importantes en su vida. Esto, antes de que fuese el momento desagradable de partir caminos.

Honestamente, la idea no le sentaba bien. Nunca se había detenido a considerar lo que todo aquello implicaría. Cuando fue a buscar a Mark tras enterarse de su naturaleza de híbrido, por su mente jamás cruzó el pensamiento de separarse de Yeonjun. Siempre supuso que regresaría a la ciudad para quedarse a su lado, como había sido por los últimos dos años.

Mas su actual relación con Mark cambiaba las cosas ¿no? Ya no podría volver a su departamento como si nada hubiese ocurrido. Y aunque cuando era más joven, el estar solamente con Mark no le molestaba, se sentía distinto ahora. Ahora había alguien más, una persona a la que quería muchísimo y con quien no deseaba perder contacto.

Se preguntaba si a Yeonjun le resultaría incómodo vivir en un árbol. Como una ardilla, se burló, imaginándolo con una cola felpuda, comiendo nueces. Al menos de esa manera podrían ser vecinos.

Su sonrisa se desvaneció de a poco, al ser arrastrado nuevamente a la realidad, en la cual no existían sus descabelladas e infantiles opciones, ni un lugar en el que un híbrido pudiese convivir con humanos.

La diferencia de especies continuaba incidiendo en su vida, pese a sus absurdos intentos de evitarlo. Por lo que lo único que quedaba era resignarse a lo que su futuro deparara; después de todo, no importaba cuán razonable pudiese comportarse ante la situación, la despedida aún sería inminente y dolería, de una forma u otra.

Jamás imaginó que por un humano se lamentaría el abandonar la ciudad. Mas sus sentimientos siempre habían sido más fuertes que cualquier anhelo. Y cuando se trataba del lugar al que Donghyuck pertenecía, estos se reducían a uno.

Su hogar. Donde se sentía cálido y protegido. A salvo. Todo amado y dispuesto a amar, aunque fueran de especies distintas.

Porque entre sus brazos, el mundo a su alrededor se transformaba en una nimiedad de la que era capaz de prescindir.

Entre sus brazos, importaban exclusivamente ellos; y el amor incondicional que profesaban por el otro, era suficiente para convencerle que había hecho la decisión correcta.

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La noche cayó antes de lo que esperaban. Todavía estaban abordando la investigación, cuando Yeonjun bostezó nada sutilmente, indicándole a Donghyuck que ya era tarde y que había sido un día demasiado largo como para proseguir.

—Makku, vamos a la cama ¿sí? Estoy cansado— dijo Donghyuck posando una de sus manos sobre el brazo del híbrido. Mark le dedicó una mirada de soslayo, a la vez que el músculo se tensaba bajo su toque.

—Sí, es una buena idea— lo secundó Yeonjun, volviendo a bostezar—. Estoy molido. ¿Seguimos mañana, MK?

Inicialmente el apodo le había fastidiado. Donghyuck lo notó, cuando vio una de las cejas del pelinegro arquearse la primera vez que escuchó el nombre. No obstante, era difícil no ceder ante Yeonjun.

¡Vamp, Makku! || MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora