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Y allí se encontraba él, sentado en el trono llameante y adornado con rosas negras, brillantes en los márgenes de los pétalos por luz propia, mientras mira hacia adelante, la vista cayendo sobre un espejo que reflejaba lo que quiere mientras soltaba risas fuertes, quizá un poco orgulloso de su trabajo al ver cómo sus demonios jugaban con las mentes enloquecidas, débiles de pensamiento, de las personas humanas.

Dejarlos jugar en la superficie no era nada malo. De vez en cuando tenía que sacarlos y dejar que paseen por donde quieran, tomando lo que les plazca, jugando con lo que deseen.

¿Y a quién le hace mal un poco de diversión cada tanto?

Y a quién le importa que ese cada tanto sea a cada minuto.

Acerca una mano a su boca y muerde con gusto la carne cruda que es atravesada por su larga uña.

Delicioso.

Nada mejor que el sabor de la carne tierna y suave de una persona inocente que jugó a ser el héroe del cuento, vendiéndole con miedo pero decidido, su alma a cambio de devolverle la vida a un familiar que ahora ni siquiera recuerda al miserable y muerto hombre.

Y alarga la sonrisa en sus labios, sus mejillas abultándose y las comisuras de sus labios están a pocos centímetros de rozar las pestañas largas de su párpado inferior, recordando con deleite cuando el miserable héroe de papel vio con tristeza a la persona por la que se sacrificó, no recordándolo, cualquier diminuta cosa suya siéndole ajena, irreconocible.

Inexistente para su memoria.

El ser humano está hecho de errores, de fracasos y miseria. Son seres rastreros que merecen un castigo por toda la mierda que hacen. Por todo lo que destruyen a su alrededor.

Y sabe que si él no lo hace nadie lo hará. Porque el de arriba gira los ojos para no ver lo qué pasa, para ignorar su obligación de tomar medidas en el asunto.

Y que Taehyung lo sabe, afirma que el otro se lava las manos cuando las cosas requieren su atención, mas se pone a la defensiva cuando el rubio toma medidas en el asunto. A su manera, pero medidas al fin y al cabo.

Y qué mejor forma que corromper su alma antes de que el mismo ser inútil termine de destruirla por sí solo. De esa forma todos ganan, las palomas sobre las nubes, cagadoras de mierda correcta no tendrán que perder tiempo queriendo arreglar los errores de una persona que vive de ellos, y además él termina alimentándose a gusto. Es obvio que Taehyung está ayudando.

Quizá también se esté aprovechando.

Bah. Da igual, ambas cosas son lo mismo a fin de cuentas.

Rie un poco más, viendo fascinado la escena que se presentaba ante el cristal. Una pobre mujer está siendo violentada por quienes se etiquetan con descaro como sus amigas, ya corruptas, la envidia por la belleza ajena e inalcanzable moviéndolas más que los demonios sobre sus cabezas estropeadas.

Taehyung lubrica sus labios pasando su lengua por ellos al instante en que sintió unas uñas afiladas pasar coquetas y con parsimonia por su pecho desnudo.

—¿Qué dices si jugamos un poco?— musita ella, su voz chillona y baja en insinuación sonando cerca de la oreja del rubio.

Ella se inclina un poco y choca sus exageradamente grandes dotes contra el hombro ajeno, al mismo tiempo mordiendo y estirando del lóbulo de la oreja de quien desea en el momento.

Taehyung no se hace de rogar. Toma el cabello de la femenina y jala de él para atraerla, un jadeo saliendo de los labios carmín, pronto uniendo sus labios en un beso atrevido, subido de tono.

El castigo de un Ángel | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora