Capitulo 1

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El silencio era abrumador, casi doloroso. No había ruido, no había vida y, sin embargo... había.

Caminó despacio, observando la realidad de lo que se le había mostrado en sueños. Aquella destrucción era devastadora. Él le había hablado de una hermosa casa rodeada de vida y rosas; rosas que hoy yacían marchitas y rotas por todas partes.

Solo había espinas, trepando por los muros, arrasando con todo lo que se atravesaba en su camino. Se acercó a un viejo rosal seco y encontró un único botón a punto de caer. Lo tomó entre sus manos sin arrancarlo, arañándose las manos con las espinas que lo rodeaban y en silencio le pidió vivir, le pidió florecer y llenar de color ese momento para darle valor, "Por favor, ayúdame". Y la rosa floreció. Una única y brillante rosa roja entre la destrucción y las espinas. Pequeña, brillante, indefensa y sin embargo, llena de vida. Un comienzo.

La casa estaba llena de espinas, y ahora no tenía dudas de que seguramente el alto lord también lo estaría.

Suspiro y se dirigió a la escalera por la que vio salir al fae de cabello negro, subió lentamente, consciente de que cada paso parecía resonar más fuerte de lo normal debido al silencio abrumador, siguió hasta toparse con las puertas enormes de roble que lucían marcas en casi toda su extensión, de lado a lado y de arriba a abajo; eran marcas de garras. Tragó saliva y empujó la puerta, el corazón le latía dolorosamente en el pecho y el miedo la hacía querer dar la vuelta y correr, pero las palabras de él resonaban en su cabeza "Eres tú".

Ese recuerdo le dio valor y el grueso bulto que llevaba en su bolso pareció pesar más, como si fuera un recordatorio de porque ella estaba ahí, porque había abandonado a su gente y todo lo que conocía, porque había cruzado a las tierras de los faes guiada solo por esa voz...

Adentro solo había oscuridad. Muebles destrozados, piedras, alfombras y cortinas desgarradas por doquier, ventanas rotas y cristales por todo el piso. Marcas de garras por doquier, marcas de desesperación, ira y dolor. Sumado a eso, el olor a abandono reinaba en el ambiente aunque también, extrañamente, podía percibir un muy ligero aroma a rosas.

Como si una flor tratara de sobrevivir a la muerte, justo como la que había florecido afuera.

Todo estaba destruido o en proceso. Aquella visión la asustaba, pero también la llenaba de ira y lástima. Le dolía ver aquella tierra destruida. Le dolía de verdad aunque no tenia sentido que así fuera. No había nadie allí, aunque sabía que el alto lord que había destruido la casa estaba por ahí, en algún lugar. Probablemente cazándola en la oscuridad en ese mismo instante. Podía sentirlo, le ponía los pelos de punta saber que cuando la encontrara seguramente se llevaría un susto de muerte. Solo esperaba que le diera tiempo para explicarle.

Sentía como si lo poco que aún quedaba en pie en la enorme casa la observara con atención; se sentía vigilada por puertas, lámparas y muebles, como si se preguntaran porque una humana estaba en este lugar de pena y muerte.

Una Corte de Garras y PiedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora